Portada » Biología » Percepción y Conexión: Un Viaje por los Sentidos y el Sistema Nervioso Humano
Los estímulos luminosos son captados por los ojos, órganos que se localizan en las cavidades orbitarias. Cada ojo está formado por el globo ocular y unos elementos anexos.
El globo ocular es una esfera constituida por tres capas: esclerótica, coroides y retina. En el globo ocular se pueden encontrar los siguientes elementos:
Los elementos anexos no intervienen directamente en la visión, pero protegen al ojo y permiten sus movimientos. Entre ellos destacan:
La luz penetra en el ojo por la córnea, que desvía los rayos luminosos hacia un único punto. Los rayos luminosos reflejados por los objetos atraviesan la córnea, el humor acuoso y llegan al cristalino. El cristalino adapta su curvatura, permitiendo el enfoque de las imágenes mediante el proceso conocido como acomodación.
El cristalino se abomba para enfocar las imágenes de los objetos cercanos y se aplana para los lejanos. De esta manera, se forma en la retina una imagen invertida y más pequeña que el objeto real.
La imagen formada en la retina es captada por los fotorreceptores. Estos la convierten en impulsos nerviosos, que son conducidos por el nervio óptico hasta la corteza cerebral. Allí se interpretan y se percibe la imagen.
La piel está formada por dos capas: la epidermis y la dermis.
El sentido del olfato nos permite detectar las sustancias químicas transportadas por el aire gracias a unos quimiorreceptores que se encuentran en las fosas nasales. Las sensaciones que recibimos a través de estos receptores son los olores.
En el interior de las fosas nasales se pueden distinguir dos tipos de mucosa nasal:
El sentido del gusto es el responsable de que distingamos los sabores de los alimentos que ingerimos. Tradicionalmente, se habla de cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo; el resto procede de diferentes combinaciones de estos.
Esto es posible gracias a unos quimiorreceptores, localizados principalmente en la lengua, pero también en el paladar, la faringe y la laringe. Estos quimiorreceptores reaccionan ante las sustancias químicas disueltas en la saliva y se agrupan en botones gustativos localizados en unos repliegues de la epidermis conocidos como papilas gustativas. Las papilas más grandes son las caliciformes. Otras tienen forma de hongo, las fungiformes. También hay papilas en la lengua que no son gustativas.
Los quimiorreceptores del bulbo olfativo y de los botones gustativos generan impulsos nerviosos que se transmiten al cerebro, donde se procesarán y se traducirán en una sensación de olor o sabor. Los sentidos del gusto y el olfato están relacionados; de hecho, la gran mayoría de los sabores dependen de los estímulos olfativos. Por eso, cuando estamos resfriados, los alimentos resultan insípidos.
La capacidad de captar sonidos es gracias al oído, un órgano par localizado en ambas cavidades de los huesos temporales. En el oído se distinguen tres regiones: oído externo, medio e interno.
En el oído se produce la percepción de los sonidos mediante la audición y también se detectan en él los cambios de posición de nuestro cuerpo que nos permiten mantener el equilibrio.
Para mantener la salud de nuestros sentidos, es fundamental:
El sistema nervioso recoge y analiza los estímulos externos e internos, elabora las respuestas necesarias para el funcionamiento del cuerpo y las transmite hasta los órganos efectores.
El tejido nervioso, que forma el sistema nervioso, está constituido por dos tipos de células: las neuronas y las células de la glía.
Son células muy especializadas cuya función es generar y transmitir impulsos nerviosos. En ellas se distinguen tres partes principales:
Según su función, las neuronas se clasifican en tres tipos:
Se localizan entre las neuronas formando la neuroglía, un tejido especializado en su protección y sostén. Las principales células gliales son: