Portada » Historia » La Restauración Borbónica (1885-1902): Regencia, Turno de Partidos y el Impacto del Desastre del 98
El periodo de la Regencia de María Cristina de Habsburgo comenzó con el gobierno del Partido Liberal de Sagasta (1885-1890), que otorgó al sistema una orientación más progresista mediante la Ley de Asociaciones (1887), la Ley del Jurado (1888) y la Ley del Sufragio Universal (1890). A partir de 1890, Cánovas y Sagasta se turnaron en el poder. En 1897, Cánovas murió víctima de un atentado. La verdadera crisis se desató a raíz de la pérdida de las colonias españolas en 1898.
El régimen político, ideado por Cánovas tomando como modelo el sistema británico, se basaba en una monarquía parlamentaria donde dos partidos se turnaban en el poder. El sistema Canovista se fundamentaba en el turno de partidos dentro de un régimen bipartidista: el Conservador y el Liberal. El resto de los partidos formaban la oposición al sistema.
Creado por Cánovas, integraba a miembros del antiguo Partido Moderado y de la Unión Liberal. Era partidario de una monarquía parlamentaria controlada por la oligarquía financiera, de libertades limitadas, del apoyo a la Iglesia y del proteccionismo económico.
Fundado por Sagasta en 1880, representaba los intereses de la misma clase social, la burguesía. Defendían la soberanía nacional, el sufragio universal, libertades amplias (de asociación y culto), eran anticlericales y partidarios del librecambismo (Adam Smith).
Una vez acordado el cambio de gobierno, se convocaban elecciones que se amañaban para obtener resultados favorables al caciquismo. Existía una red organizada para asegurar los resultados electorales adecuados. Esta red estaba compuesta por:
Cuando un partido consideraba que era su turno de gobernar o de pasar a la oposición, lo pactaba con el otro partido. La regente disolvía las Cortes y convocaba elecciones. Los candidatos eran elegidos en cada localidad (los llamados encasillados) y se comunicaban a los caciques, quienes se encargaban de la manipulación directa, conocida como el pucherazo.
Los demás partidos, que conformaban la oposición al sistema, ganaron fuerza, provocando una crisis del sistema canovista a partir de 1898. Tras el fracaso de la Primera República, surgieron partidos obreros y nacionalistas. Entre ellos, el Partido Republicano Progresista, heredero de la Primera República, al que pertenecieron Salmerón o Ruiz Zorrilla. Se dividieron por la vía del catalanismo (Salmerón), el regeneracionismo (Melquíades Álvarez) y la acción revolucionaria (Ruiz Zorrilla y Lerroux).
Los partidos obreros surgieron a partir de la Ley de Asociaciones.
Fundado en 1879 por Pablo Iglesias, seguía la corriente marxista que defendía el fin de la sociedad capitalista y la propiedad privada de los medios de producción mediante una revolución obrera. El PSOE evolucionó hacia posiciones reformistas (socialdemocracia). En 1888, Pablo Iglesias fundó el sindicato UGT (Unión General de Trabajadores) para luchar por la mejora de las condiciones de trabajo.
Los anarquistas carecían de una única doctrina, pero rechazaban toda forma de organización estatal. Se distinguían dos corrientes principales:
Desde la Guerra de Independencia, en España existía una tendencia revolucionaria de carácter centrífugo, manifestada en el federalismo o el cantonalismo, que buscaba el autogobierno y el desarrollo de las libertades en el marco del desarrollo cultural de una nacionalidad. A partir del siglo XIX, en Europa se desarrolló el sentimiento nacionalista, concibiendo la nación como una entidad con vida propia, una forma de ser y pensar, con manifestaciones culturales, historia común y límites territoriales. El nacionalismo, tanto de signo conservador como revolucionario, apareció en España en Cataluña y el País Vasco, donde existía una clara diferenciación lingüística.
Cataluña inició este movimiento. El primer impulsor fue Valentí Almirall, del partido republicano Federal de Pi y Margall. Pretendía agrupar a todos aquellos que propugnaban la autonomía catalana y el desarrollo de la cultura catalana (la Renaixença). Se escindió en dos corrientes: una conservadora, cuyo partido más representativo fue la Lliga Regionalista, y otra republicana y revolucionaria, cuyo partido representativo fue Esquerra Republicana (fundada en 1931).
El nacionalismo vasco fue más tardío y, hasta la Segunda República, minoritario. En 1895, Sabino Arana fundó el PNV (Partido Nacionalista Vasco), conservador en sus planteamientos y que partía de la reivindicación foral y un catolicismo radical («Dios y Leyes Viejas»). Era independentista y buscaba el mantenimiento de la raza y la nación vasca.
Desde el desastre de 1898, el aparente equilibrio político ideado por Cánovas se vio ensombrecido por la emergencia política y social de las organizaciones obreras, el republicanismo y el ascenso de los nacionalismos. En 1902, Alfonso XIII accedió al trono, a los 16 años, y comenzó la segunda etapa de la Restauración.
Durante el reinado de Fernando VII (1808-1833), las colonias españolas en América obtuvieron su independencia, formándose repúblicas independientes gobernadas por descendientes de españoles, los criollos. Tras los movimientos independentistas, España solo poseía en América las islas de Cuba y Puerto Rico, junto con Filipinas en Asia, los últimos restos del gran Imperio Español de la época de los Austrias. En 1823, Monroe respaldó los movimientos independentistas con su discurso «América para los americanos».
Desde el siglo XIX, la economía cubana mantenía estrechas relaciones comerciales con Estados Unidos, y en la isla se solicitaba la liberación económica y la autonomía política. El estallido de la Revolución de 1868 en España alentó estas demandas, pero las medidas liberalizadoras ofrecidas fueron consideradas insuficientes por los independentistas cubanos (criollos y mestizos), quienes exigían una República independiente. El conflicto degeneró en una guerra de diez años, la Guerra Grande (1868-1878), que concluyó con la Paz de Zanjón (1878), firmada por Martínez Campos. España, además de conceder el indulto a los insurgentes, se comprometía a permitir la intervención de los cubanos en el gobierno interno de la isla. Antonio Maceo rechazó la Paz y siguió trabajando por la independencia desde el exilio con el apoyo encubierto de Estados Unidos, lo que mantuvo la calma en Cuba hasta 1895.
La isla estaba dividida entre:
Maura, ministro de Ultramar en 1892, presentó un proyecto de autonomía para Cuba y Puerto Rico que buscaba poner a los criollos de parte de España, pero Cánovas, presionado, no lo sacó adelante.
En 1895, la guerra estalló. Fue dirigida por José Martí, ideólogo y líder del independentismo cubano, quien había sido deportado de España durante el conflicto. Tras su traslado a Estados Unidos, fundó el Partido Revolucionario Cubano y entró en contacto con Máximo Gómez y Antonio Maceo. Tras la muerte de Martí, se optó por la táctica de guerrillas, evitando el enfrentamiento directo. Martínez Campos fue enviado para sofocar la rebelión, pero ante su fracaso, fue sustituido por el General Weyler. Cánovas aprovechó la situación para introducir reformas, que resultaron insuficientes (1897). Cánovas fue asesinado y Sagasta asumió el gobierno, concediendo la autonomía a Cuba.
Estados Unidos intervino en Cuba enviando el acorazado Maine para proteger los intereses de los residentes americanos. El presidente McKinley exigió a España la entrega de la isla, previo pago de 300 millones de dólares por la voladura del Maine. Ante la negativa de España, Estados Unidos declaró la guerra en 1898. La flota española fue aniquilada en Santiago de Cuba, mientras las tropas estadounidenses invadían Cuba y Puerto Rico. En las islas Filipinas, también existían movimientos de carácter independentista, y los norteamericanos fueron vistos como libertadores. En Filipinas, la escuadra española fue destruida, y la ciudad de Manila resistió. España, ante el desastre, pidió la paz.
El Tratado de París (1898) supuso que España perdía Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron a manos de Estados Unidos.
En el ámbito económico, se perdieron los mercados coloniales, aunque la industria nacional se recuperó pronto y la repatriación de capitales españoles de las colonias contribuyó al desarrollo de la banca española.
En el ámbito ideológico, el terrible desastre levantó voces regeneracionistas, una corriente política que veía el sistema de la Restauración como un sistema viciado y enfermo. Se distinguieron dos tendencias:
También el desencanto se reflejó en la actitud pesimista de los intelectuales de la Generación del 98.