Portada » Magisterio » Historia en Primaria: Beneficios, Desafíos y Estrategias Didácticas
Los debates sobre la necesidad de contenidos históricos en la Educación Primaria y Secundaria han analizado si estos son realmente útiles para la formación integral (intelectual, social y afectiva) de los estudiantes. Estos debates, con especial calado en el Reino Unido en los años 80 y en España con la reforma de las Humanidades (1997-1998), han apuntado que se deben incluir contenidos y destrezas históricas en la escuela porque:
De forma gradual y adaptada, proporcionarán a los escolares saberes básicos para su formación social, cultural y ciudadana, ayudándoles a comprender y analizar críticamente el lugar que ocupan en el mundo, de modo que puedan transformarlo o mejorarlo.
Si bien se puede aprender Historia en Primaria, su enseñanza-aprendizaje plantea numerosas dificultades, relacionadas tanto con la propia disciplina como con los condicionamientos intelectuales del alumnado.
En los primeros niveles, enseñaremos Historia siguiendo la Teoría de Aprendizaje por Descubrimiento (Ausubel): los conocimientos históricos deben ser significativos. La integración y generación de nuevos conceptos históricos partirá de los conceptos previos existentes. Por ejemplo, si no se sabe quién fue Cristo, no se entenderá el concepto temporal de»antes de Crist» o»después de Crist». La nueva información se conecta con la que ya se sabe, evitando el aprendizaje mecánico. El aprendizaje se va construyendo antes de ser aprendido.
En una segunda fase, podremos integrar el Aprendizaje por Recepción Significativa (Ausubel), donde el alumnado será capaz de recibir y aprender conocimientos históricos finales (presentados de forma acabada, sin que hayan intervenido en su construcción desde conceptos previos). Estos conocimientos se internalizarán y recordarán de forma más mecánica, pero luego podrán interpretarlos, adaptarlos a situaciones y resultarles significativos.
Por ello, se utilizará una Metodología de Construcción del Conocimiento Histórico que:
Plantean que solo se pueden enseñar contenidos históricos a partir de los 7 años, cuando se alcanza la etapa operacional. Entre los 2 y 7 años (en el estadio preoperacional o preconceptual), domina el pensamiento puramente intuitivo, imitativo, no reflexivo, basado en asociaciones libres, pensamientos ilógicos y fantasía. Los niños y niñas no poseen el nivel de abstracción mental que exige la Historia y no pueden realizar ejercicios de síntesis, deducciones, adoptar simultáneamente varias perspectivas, comparar versiones diferentes o desarrollar la capacidad empática debido a su egocentrismo. Tampoco poseen conceptos temporales amplios (sucesión, simultaneidad, etc.) para comprender la sucesión temporal de un relato y hacer un orden lógico del mismo.
Estas teorías sostienen que el aprendizaje de la Historia no solo depende del estadio evolutivo, sino de las estrategias y recursos que se utilicen, por lo que se puede iniciar en edades tempranas.
Se basan en el estadio intelectual del/la estudiante. Plantean que solo se pueden enseñar contenidos históricos a partir de 7-8 años. Entre 2-7 años (en el estadio preoperacional o preconceptual) domina el pensamiento puramente intuitivo, imitativo, no reflexivo, basado en asociaciones libres, pensamientos ilógicos y fantasía. Los niños/as no poseen el nivel de abstracción mental que exige la Historia y no puede realizar ejercicios de síntesis, deducciones, adoptar simultáneamente varias perspectivas, comparar versiones diferentes, desarrollar la capacidad empática debido a su egocentrismo. No poseen conceptos temporales amplios (sucesión, simultaneidad, etc.) para comprender la sucesión temporal de un relato y hacer un orden lógico del mismo.
Autores como Calvani (1986, 1988), Langford (1989), Downey y Levstik (1991), Egam (1991, 1994), Cuenca y Domínguez (2000), Gomis (2000), Trepat y Comes (2000), Santiesteban (2000), Torres (2001), Cooper (2002, 2006), Fuentes (2004), Cuenca (2005, 2008), Mariana y Rodríguez (2007), Pozo (1999), Wood, L. y Holden, C. (2007), entre otros, han aportado perspectivas renovadoras.
Denuncia la falsa incapacidad de los niños y niñas pequeños para aprender nociones temporales e históricas a edades tempranas, atribuyéndola a la falta de estrategias y metodologías adecuadas. El conocimiento histórico no dependería tanto de la edad sino de la selección de contenidos y el tratamiento didáctico que se haga de los mismos. La forma de conocimiento intuitiva y fantasiosa de los niños les ayuda a tener cierto sentido de la Historia. Ya a los 5 años se tienen suficientes nociones temporales y de orden temporal para remontarse a épocas pasadas hasta tres generaciones (“la vida de nuestros abuelos”). Por ello, desde que llegan a Primaria se puede trabajar:
Antes de los 8 años son capaces de ordenar un relato si se les presenta coherentemente.
No rechaza la teoría del conocimiento de Piaget, pero la considera parcial para la enseñanza de la Historia. Encuentra reduccionistas las teorías que afirman que niños y niñas tengan necesariamente que aprender de forma lógico-matemática: de lo concreto a lo abstracto; de lo conocido a lo desconocido; de lo sencillo a lo complejo; de la manipulación activa a la conceptualización simbólica, etc. No tienen en cuenta la herramienta de aprendizaje más potente de niños y niñas: la fantasía y la imaginación. Gran parte del conocimiento de niños y niñas a edades tempranas procede de su capacidad de crear imágenes mentales que no han experimentado y de su capacidad de emparejar conceptos abstractos. Aprenden mejor de lo abstracto a lo concreto. No tienen por qué aprender desde lo cercano. Tienen sentido cronológico, de simultaneidad y duración desde edades tempranas. Por todo ello, pueden empezar el estudio de la Historia en el último curso de infantil o 1º de Primaria.