Portada » Formación y Orientación Laboral » Principios Fundamentales para una Gestión de Seguridad Laboral Eficaz
La meta fundamental de toda empresa en la prevención de riesgos laborales es la aproximación a la consecución de 0 accidentes. Esto exige una planificación continua de actividades, su ejecución y la valoración de resultados, para inmediatamente después, efectuar nuevas planificaciones. Es decir, se requiere una vigilancia constante, una satisfacción controlada y una tensión continua respecto a los logros propuestos. La dirección por objetivos es clave para responder a estos planteamientos.
Sin embargo, en los lugares de trabajo siempre existen riesgos. Los factores humanos, técnicos o la conjunción de ambos, comúnmente denominados acciones inseguras, condiciones peligrosas y métodos inadecuados de trabajo, son los agentes causantes. Su control es necesario, puesto que los daños para la salud y/o materiales son potencialmente proporcionales al número y naturaleza de dichos riesgos.
En la prevención de riesgos laborales, el liderazgo corresponde a la dirección, ya que posee el poder responsable y la capacidad de integrar la gestión de la seguridad y la salud laboral en la estrategia general y en las demás políticas empresariales. Por lo tanto, el compromiso de la dirección es la premisa para implantar cualquier sistema de prevención de riesgos. Este compromiso no reside en una sola persona, sino que debe descender en cascada sobre toda la estructura vertical del mando, desde la gerencia hasta el último jefe de línea.
No es novedad atribuir a los jefes de línea la ejecución y responsabilidad de la prevención concreta, es decir, la aplicación de las medidas correctoras y el cumplimiento de las normas.
Si la gerencia y los jefes de línea son responsables de la ejecución de la prevención, los trabajadores son los verdaderos actores de la misma. El trabajador es quien trabaja con seguridad o con inseguridades; tiene la obligación de llevar a la práctica las instrucciones del empresario y cumplir las normas de seguridad; es el receptor de los riesgos y quien sufre los daños. Por ello, la prevención es una condición de empleo.
Todos los accidentes e incidentes son causados. Si ascendemos en la determinación de las causas y nos preguntamos “del por qué del por qué”, siempre llegamos a la misma conclusión: fueron las personas (operarios, técnicos, jefes) quienes no hicieron correctamente el trabajo o simplemente se les olvidó.
En las visitas a empresas, los empresarios suelen responder a las recomendaciones con frases como: “En esta empresa nunca ha habido accidentes; no hay peligro alguno, el trabajador es muy experimentado; siempre se ha trabajado así y nunca ha habido accidentes”. Estas expresiones encierran una trampa: la convivencia permanente con el riesgo.
Para combatir cualquier situación de desinterés o negligencia, los trabajadores no deben ser considerados como agentes de producción aislados. El trabajo en equipo será un requisito indispensable y un motivo de emulación entre ellos. Así, la meta de 0 accidentes estará más cerca cada día.
El conocimiento de los riesgos es condición “sine qua non” para evitarlos. En todo programa de prevención no pueden faltar las instrucciones, los adiestramientos, los cursos de formación general, campañas preventivas, campañas de divulgación y cursos de socorrismo. Estos deben versar preferentemente sobre las características del sistema de prevención y sobre los riesgos concretos que concurren en los puestos de trabajo.
El resultado de esto es la mentalización y concienciación en seguridad y salud laboral con que los mandos y todos los trabajadores, sin excepción, se enfrentarán a los riesgos que son consecuencia de condiciones peligrosas, actos inseguros, así como del propio sistema socio-técnico inherente a los procesos productivos.
El campo de la prevención no puede reducirse a la simple evitación de los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales; es necesaria su ampliación a las condiciones de trabajo. Por ello, junto a los factores puramente técnicos, hay que tener en cuenta otros factores psicosociales y organizativos, como son:
Esta ampliación del concepto de prevención comprende aspectos de la personalidad del trabajador, que se traducen en la adecuación de las características del trabajo a las cualidades del operario, en la humanización de las condiciones de trabajo y en la mejora cualitativa del medio laboral, procurando suprimir las consecuencias negativas del carácter repetitivo y monótono de las actividades.
Muchas razones justifican la necesidad de controlar los riesgos para evitar accidentes y enfermedades profesionales, al mismo tiempo que se consigue la mejora de las condiciones de trabajo:
En este principio, nos interesa solo el aspecto económico. El control de los riesgos es un buen negocio, porque las pérdidas económicas en lesiones y daños materiales son muy superiores al coste de las medidas de seguridad y salud cuya aplicación las hubiera evitado.
Ampliamente asumido y rector de la política de prevención: las cuestiones de seguridad han de ser integradas en las actividades productivas. De esta forma, la prevención trasciende las imperfecciones propias de una seguridad aditiva, complementaria y suplementaria que hasta hace poco imperaba en las empresas. Por consiguiente, la integración de la seguridad en los procesos productivos se inicia en el diseño o proyecto y se consuma en las fases de construcción, instalación y explotación.
Podemos enunciarlo también como: “Toda acción peligrosa y práctica insegura ha de ser inspeccionada y corregida”. El accidente es un trauma para la empresa, pero más para el trabajador. Sus consecuencias o resultados suponen graves pérdidas económicas, amén de otras incidencias desfavorables: sociales, familiares, de imagen, etc. De ahí que todo accidente deba ser investigado para averiguar las causas desencadenantes del mismo, con el fin de tomar las medidas pertinentes para que no se repita y, a su vez, controlar las restantes situaciones de riesgo que podrían originar accidentes o incidentes de similares características.
La gerencia debe plantearse la dirección por objetivos; es decir, es necesario el diseño de un programa de prevención. Este programa constará de normas de seguridad y prácticas operativas o procedimientos de actuación.
Respecto a las normas técnicas de prevención, es necesario conocer, cumplir y hacer cumplir cuantas disposiciones jurídicas existen en materia de seguridad y salud laboral. Pero aquí, más que a las normas jurídicas, hay que referirse a las normas internas dictadas por las empresas, que se sitúan dentro de unas coordenadas que van más allá de la prevención prevista en la normativa vigente. Estas normas deben ser claras, transparentes y de obligado cumplimiento.
Todo lo anterior debe aplicarse a los procedimientos de actuación.
La prevención no es estática, es dinámica en cuanto que debe adaptarse a las características de los procesos productivos. La sustitución de máquinas, equipos y componentes ya obsoletos por otros de tecnología avanzada encierra la aparición de nuevos riesgos que, en principio, son desconocidos, pero que a través de los correspondientes análisis hay que proceder a su identificación.
Detectados e identificados los riesgos, la dirección de la empresa tiene la obligación de informar sobre ellos a los trabajadores, quienes deben aceptar el adiestramiento necesario en el desarrollo seguro de sus actividades.