Portada » Latín » Quinto Horacio Flaco: Vida, Obra y Legado en la Roma Clásica
Quinto Horacio Flaco (65 a. C. – 8 d. C.) fue hijo de un liberto que recaudaba los impuestos en las subastas. Con gran sacrificio de su familia, recibió una esmerada educación en Roma y más tarde en Grecia, donde se entusiasmó con la filosofía epicúrea. Se enroló en el ejército de Bruto y combatió en Filipos.
Tras la derrota, Horacio volvió a Roma, donde empezó a escribir con amargura sus Épodos y Sátiras. En este periodo, trabó amistad con Virgilio, quien le presentó a Mecenas, con quien forjó una profunda amistad que perduraría toda su vida. Años después, Mecenas, cuyo nombre ha quedado para designar a todos cuantos protegen a quienes cultivan las actividades del espíritu en sus diversos aspectos, regaló al poeta una finca en la Sabina.
Con las rentas que esta finca le reportaba, Horacio pudo llevar una vida placentera y libre de inquietudes hasta el fin de sus días, desplazándose a Roma solo en muy raras ocasiones. Su amistad con Mecenas le puso en relación con Augusto, quien apreciaba en él tanto al hombre como al poeta. Horacio colaboró sinceramente en las reformas patrocinadas por el emperador.
El poeta nunca se casó y se dedicó por completo a su actividad literaria, permitiéndose incluso rechazar el cargo de secretario particular del princeps, que el propio Augusto le había ofrecido. Murió pocos meses después que Mecenas, junto al que fue enterrado en el Esquilino.
Las obras poéticas de Horacio pueden distribuirse en Épodos, Sátiras, Odas y Epístolas, abarcando diversos géneros literarios.
En cuanto a su producción lírica, sus Épodos, llamados por Horacio Iambi, fueron escritos tras la derrota de Filipos. Son 17 poemas cortos, de tono violento y agresivo sobre temas muy diversos:
No obstante, también incluyen un poema de tema bucólico, el conocidísimo Beatus ille, en el que canta la vida del campo frente a las complicaciones de la vida urbana.
Tras la victoria de Actium, Horacio escribe sus Odas, también llamadas Carmina. Estas composiciones líricas, agrupadas en cuatro libros, intentan rivalizar con la poesía lírica griega, utilizando temas y metros de la lírica helénica.
En los primeros libros de Odas, Horacio apoya las intenciones morales y religiosas de Augusto, incluyendo una temática muy variada:
Por otro lado, el libro IV de las Odas se presenta de forma diferente a los anteriores, como un libro más personal e íntimo. Ante el paso de la vida, Horacio agudiza sus sentimientos y, ante la tristeza por la muerte (hilo conductor de todo su mundo), busca la inmortalidad que puede conferirle la poesía. De hecho, aquí desaparece el anonimato y se confiesa abiertamente sin seudónimos.
En Epistula ad Pisones, denominada también Ars poetica, el mismo Horacio manifiesta sus gustos literarios:
El contenido de su lírica no supuso una innovación dentro de la lírica romana, pues ya tenía su precedente en Catulo, pero sí una aportación original en su estilo dialéctico, en el que sintetiza la tradición con las nuevas tendencias alejandrinas, apoyándose en los líricos griegos antiguos y recreándolos. Horacio supera todo lo anterior partiendo de elementos conocidos.
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