Portada » Ciencias sociales » Las Etapas de la Educación según Luzuriaga: Un Viaje Histórico y Pedagógico
Lorenzo Luzuriaga (1889-1959), pedagogo español exiliado en Argentina, se desempeñó como vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras, y continuó desarrollando su investigación y producción académica. En su libro “Historia de la Ed. y la Ped.” (1976), divide la historia de la educación en diez etapas, las cuales se desarrollarán en las siguientes páginas, haciendo énfasis principalmente en las etapas siete y diez con aportes de su libro “Pedagogía Social y Política” (1968).
Según Luzuriaga, la educación ha variado según las necesidades de cada época y de cada pueblo. Conocer la historia de la educación y la pedagogía nos ayuda a comprender la educación en la actualidad, entendiéndola como un producto histórico y no como una invención exclusiva de nuestro tiempo.
Se caracteriza por ser espontánea e imitativa. Transmitía prácticas, técnicas, rituales y creencias esenciales para la supervivencia y el desarrollo de la especie.
Comprendida entre los siglos XXX a. C. y X a. C., es propia de civilizaciones más desarrolladas ubicadas en regiones como China, Arabia, India y Egipto.
Desarrollada en Grecia y Roma, entre los siglos X a. C. y V d. C., se caracteriza por una fuerte importancia de la filosofía y la política. Si bien en esta etapa nos encontramos lejos del surgimiento de la Pedagogía Social, grandes pensadores como Platón y Aristóteles ya problematizaban la educación en la sociedad, enfocados en los ciudadanos libres que participaban de la política.
Comprendida entre el siglo V y el XV. En esta etapa histórica se expande el cristianismo, quedando toda la vida de las comunidades bajo el manto de la Iglesia, incluida la actividad educativa. Las personas eran instruidas según el grupo social al que pertenecían (nobles, clérigos y artesanos), teniendo no solo contenidos diferenciados, sino también diferentes espacios. La única institución que parecía quedar exenta de la estratificación social era la universidad, a la cual podían acudir personas de todos los estamentos y nacionalidades.
La educación del Renacimiento es de carácter individualista. Sigue perpetuando la educación diferenciada por clases. Hay una fuerte exaltación de la naturaleza, el arte y la ciencia. El autor la ubica en el siglo XV.
Marcada por la Reforma y la Contrarreforma de la Iglesia. Luzuriaga destaca lo logrado por Lutero y Calvino, que permite un nuevo tipo de educación: la educación pública religiosa, la cual estaba centrada en la lectura e interpretación de las Sagradas Escrituras.
Aquí comienzan los métodos de la educación moderna. Empieza en el siglo XVII y se extiende hasta nuestros días. La educación moderna encuentra sus bases en la ciencia y la filosofía, influenciada por grandes pensadores como Newton, Galileo y Copérnico. Podemos ubicar en esta etapa el nacimiento de la Pedagogía con Comenio, quien en su libro “Didáctica Magna” fue el primero en formular una concepción pedagógica social.
En efecto, Comenio habla de una educación que se extienda a todos y todas, independientemente de su situación social y económica. Esta educación tampoco debe ser por separado, ya que todos son “Hijos de Dios”. Sin embargo, se establecen diferentes tipos de escuelas según el desarrollo juvenil y la finalidad profesional.
Comienza en el siglo XVIII y culmina con la Ilustración. Al final de este siglo comienza el movimiento idealista de la Pedagogía, encabezado por Pestalozzi. Este es considerado, según Luzuriaga, el fundador de la Educación Social y de la Escuela Popular. Pestalozzi divide la educación en tres grados: la familia, la sociedad civil y la educación libre (idea que luego retoma Natorp).
La educación nacional alcanza su máximo desarrollo en el siglo XIX. Se caracteriza por una fuerte intervención del Estado, buscando el desarrollo de un sentimiento patriótico a través de símbolos y figuras nacionales propias de los pueblos civilizados. Se establece la escuela universal, gratuita y obligatoria.
Propia del siglo XX, tiene como eje central la personalidad humana libre, sin distinción de clases sociales, buscando brindar la mayor educación al mayor número de individuos.
Si bien en las etapas anteriores algunos pensadores se encargaron de problematizar la educación y su vínculo con la sociedad, no es hasta 1898 con Natorp que surge la Pedagogía Social. Según Luzuriaga, en la Pedagogía moderna se pueden encontrar varias manifestaciones de la concepción social de la educación, que podrían reducirse en seis direcciones: idealista, naturalista, histórico-social, nacionalista y sociológica. (Nota: el texto original describe cinco de estas direcciones).
Con Natorp como representante, quien se inspira en Platón y Pestalozzi para afirmar que el hombre solo se hace hombre mediante la educación y la comunidad humana. Considera las asociaciones sociales y los individuos no como algo acabado, sino como ideas que están en constante cambio y transformación, mediadas por la educación que adquiere ahí su sentido social. Natorp plantea que la Pedagogía Social no subordina la educación como medio para la economía y la política, sino que las considera medios para el fin último de la educación.
Su principal representante es Bergemann. Fundamentada en la antropología y la biología, este autor plantea que el hombre piensa, siente y obra como piensa, siente y obra la sociedad en que nace y llega a ser hombre.
Willmann afirma que la pedagogía no solo debe limitarse al estudio de las acciones educativas individuales, sino que debe ampliar su horizonte a los estudios de los colectivos sociales y los procesos históricos.
Según Krieck, el individuo no es un ser autónomo, sino que es un ser social, y la educación se encarga de asegurar la reproducción del organismo social. Busca establecer una única visión de la sociedad.
Aunque mencionada como una de las direcciones, el texto original no proporciona una descripción detallada de esta corriente.
La importancia de conocer la historia de la educación y contextualizarla en procesos histórico-sociales radica en poder comprender que algunos diseños perduran hasta nuestros días en nuestros procesos educativos, permitiendo así la reflexión sobre las instituciones y aquellos valores, tendencias y costumbres que parecen calar hasta lo más hondo. Sin embargo, al comprender que son construcciones —en su mayoría bastante antiguas—, permite que un dejo de esperanza penetre, entendiendo que aquellas injusticias que aún perduran son nada más y nada menos que construcciones, y como toda construcción, pueden servir de cimiento para nuevas prácticas que no perpetúen aún más las injusticias.