Portada » Psicología y Sociología » Explorando los Estados Alterados de Conciencia y Mecanismos Psicológicos de Defensa
La mente es un conjunto de operaciones llevadas a cabo por el cerebro, un dispositivo de asombrosa complejidad que crea nuestra percepción del mundo exterior, fija nuestra atención y controla nuestros actos. La mente humana no siempre transcurre por los caminos de la “normalidad”. Sueños, hipnosis, alucinaciones… Estamos lejos de comprender el salto cualitativo que supone pasar de la actividad neuronal del cerebro a la experiencia consciente. Nuestra conciencia del mundo no es constante. Hay muchos acontecimientos naturales y artificiales que pueden modificar nuestra experiencia subjetiva. En la vida pasamos por estados de conciencia alternativos, experiencias diferentes a la vigilia (como dormir, soñar o delirar por una fiebre alta), y estados de conciencia alterados, provocados por uno mismo (como la práctica del yoga, la embriaguez o el consumo de drogas).
Los estados alterados de conciencia pueden originar estas consecuencias:
La negación consiste en rechazar una idea perturbadora o desagradable sin arrojarla al inconsciente, ya que se niega en la propia realidad. Un ejemplo sería cuando una persona se niega a reconocer aspectos de sí misma o de la realidad externa que le resultan dolorosos; por ejemplo, no admitir (sin un acto consciente de hacerlo) que la pareja sentimental en el fondo no la quiere y solo se está aprovechando de ella. Simplemente lo niega, no lo quiere ver; lo que suele ocurrir es que lo ve todo el mundo excepto uno mismo.
La fijación hace referencia a que la persona queda fijada, estancada en una etapa anterior de su desarrollo. Esto puede ocurrir con algunos síntomas y patologías como el síndrome de Peter Pan. Un ejemplo de fijación sería una persona que, para evitar el dolor de asumir responsabilidades propias de la vida adulta, queda fijada en la adolescencia y sigue comportándose como un eterno adolescente. Este es el caso de la inmadurez que presentan muchas personas.
La represión es la tendencia a mantener fuera de la conciencia los contenidos, pensamientos y sentimientos dolorosos o inaceptables. Lo reprimido puede aparecer en la conciencia a través de lapsus o en algunos sueños. Se tiende a reprimir, a borrar los sentimientos que causan dolor. De hecho, la mayoría de mecanismos de defensa no dejan de ser una forma de represión; lo que varía es la manera de realizar dicha represión.
La regresión es un mecanismo por el cual las personas tienden a volver, a regresar a situaciones y épocas anteriores de su desarrollo que en su momento les resultaban útiles y agradables. Un ejemplo sería que, después de un accidente que le ha impresionado mucho, una persona puede tender a volver a buscar una protección maternal en su entorno, a permanecer a la sombra de alguien para no tener que tomar decisiones o asumir responsabilidades.
Este mecanismo, la proyección, consiste en canalizar sobre los demás algunos impulsos o sentimientos que pueden resultar inaceptables para uno mismo, con lo que se evita el dolor de experimentarlos. Por ejemplo, cuando una persona odia a otra, puede tender a convencerse de que en realidad es la otra persona la que le odia a él; de esta manera, su posible percepción de odio queda justificada.