Portada » Filosofía » Wollstonecraft y Gouges: Voces Pioneras por los Derechos Femeninos en la Era de la Ilustración
La Ilustración, en el mundo occidental, con su apuesta incondicional por la razón, el conocimiento, el progreso y la libertad, supuso una transformación en la manera en que los individuos concebían la sociedad y sus derechos. Sin embargo, este movimiento intelectual y cultural que promovía la libertad, la igualdad y la emancipación de los individuos y los pueblos dejó paradójicamente al margen de sus reivindicaciones a la mitad de la población del mundo: las mujeres. Frente a esta contradicción, algunas figuras destacadas se alzaron para exigir la inclusión de las mujeres en los principios ilustrados. Entre ellas, Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft se erigieron como defensoras de la igualdad y de los derechos de las mujeres. Sus ideas y escritos no solo desafiaron las normas establecidas, sino que también sentaron las bases del feminismo moderno.
Olympe de Gouges fue una dramaturga y activista política francesa. Siempre denunció todo aquello que consideraba incorrecto y no tuvo miedo de opinar sobre los asuntos más comprometidos de su época, tales como:
En pleno contexto de la Revolución Francesa, en 1791, publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, una respuesta a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la Asamblea Nacional, donde reclamaba la igualdad jurídica y política de las mujeres con los hombres. En su texto, de Gouges afirmaba que «la mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos», desafiando las estructuras patriarcales de su tiempo. Su activismo político intrépido la llevó a enfrentarse al régimen jacobino, que no toleraba la disidencia. Tras difundir un panfleto pidiendo un referéndum nacional sobre monarquía o república, fue finalmente guillotinada en 1793, considerada una enemiga del Estado.
Por su parte, Mary Wollstonecraft, escritora y filósofa británica, abordó la cuestión de los derechos de las mujeres desde una perspectiva filosófica y educativa. En su obra más influyente, Vindicación de los derechos de la mujer (1792), argumentó que era necesario acabar con los estereotipos sexistas y que la educación era el principal medio para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. Wollstonecraft sostuvo que la mujer era un ser con igual raciocinio que el hombre y que la diferencia de fuerza física con él no podía justificar ningún tipo de discriminación, al menos en los primeros años de vida. Por tanto, estaba en contra de las tesis de Rousseau, quien justificaba una completa diferenciación en la educación entre sexos basándose en sus diferencias biológicas. Para ella, la razón y la virtud debían ser accesibles a ambos sexos, y la igualdad no solo beneficiaría a las mujeres, sino también a la sociedad en su conjunto. A pesar de las críticas que recibió en su época, sus ideas influenciaron los movimientos feministas posteriores y continúan siendo referencia en la lucha por la igualdad.
Las reivindicaciones de Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft coincidieron en muchos aspectos. Ambas denunciaron la hipocresía de los ilustrados que defendían la libertad y la igualdad, pero al mismo tiempo negaban estos derechos a las mujeres. Asimismo, ambas sufrieron el rechazo y la censura de sus contemporáneos. Sin embargo, su legado trascendió las barreras de su tiempo y se convirtió en un punto de partida para las futuras generaciones de feministas.
El siglo XIX vio surgir nuevas voces que retomaron sus ideas y las expandieron, dando paso a los movimientos sufragistas y, más adelante, al feminismo contemporáneo. Hoy en día, aunque la situación de la mujer no es la misma en todo el mundo, ni el feminismo está tan unido como sería deseable (lo cual resta fuerza a sus reivindicaciones), la demanda de igualdad en la educación, la participación política y los derechos efectivos en general continúan siendo el eje central de la lucha por la igualdad. Sin duda, desde una perspectiva actual, la exclusión de la lucha feminista del proyecto ilustrado, a pesar de autoras como Gouges y Wollstonecraft, es absolutamente sorprendente y a todas luces inaceptable. Considero que esta es la mayor contradicción de la denominada Ilustración y la prueba irrefutable de la existencia de un patriarcado cegador y aún no ilustrado.
Aunque la situación de los derechos de la mujer con respecto al hombre no es la misma en todas partes, y hay países y culturas donde los avances son mayores, el feminismo y la lucha por los derechos de la mujer siguen siendo necesarios en la actualidad. Si bien se han logrado progresos significativos en la educación, la legislación y el ámbito laboral y político, persisten desigualdades estructurales en muchas partes del mundo. Considero que la clave para la progresiva igualdad de facto, más allá de la igualdad legal (que siempre va por delante), es la educación. Solo la educación en los valores de igualdad puede cambiar la mentalidad de las personas. Y para ello, es necesario tomar conciencia, una tarea que concierne a todos, tanto hombres como mujeres. Cuando el problema es estructural en la sociedad, es decir, sistémico, todo debe transformarse en pro de los objetivos deseados. Garantizar la igualdad de derechos no solo es un asunto de justicia social, sino también de desarrollo y progreso para toda la sociedad, tal como reclamaban los ideales ilustrados. La Ilustración, o es feminista, o no será Ilustración.