Portada » Historia » Transformaciones Económicas y Sociales: De la Revolución Industrial al Capitalismo Global
El sector siderúrgico experimentó un auge significativo gracias al uso de carbón mineral, que ofrecía un mayor poder calorífico que el vegetal. Se implementaron nuevas técnicas de tratamiento del hierro, como los altos hornos, el pudelado, el laminado y, especialmente, la creación de acero a partir del convertidor Bessemer. Este desarrollo fue impulsado por un aumento masivo de la demanda, proveniente de la maquinaria industrial, la construcción de infraestructuras, y las redes de ferrocarril y trenes. La siderurgia se consolidó como el sector predominante a partir de 1830.
El desarrollo de las turnpike roads en Inglaterra y la construcción de canales favorecieron enormemente las comunicaciones y los intercambios comerciales. Un impulso clave fue la aplicación del vapor a los transportes, dando origen al barco de vapor y al ferrocarril, que revolucionaron la navegación fluvial y transatlántica.
El ferrocarril, inicialmente utilizado para la minería y el transporte de mercancías, se extendió posteriormente al transporte de pasajeros. Su expansión no solo incrementó la demanda de productos siderúrgicos (raíles, señales, locomotoras, etc.), sino que también posibilitó el abastecimiento y la distribución eficiente de la industria, facilitando además la llegada de mano de obra gracias al éxodo rural.
A partir de 1870, la Revolución Industrial entró en una nueva fase, caracterizada por:
Durante la Primera Revolución Industrial, las empresas eran predominantemente pequeñas y de carácter familiar. Sin embargo, con la Segunda Revolución Industrial, la necesidad de fuertes inversiones impulsó su modernización y concentración para poder competir eficazmente. Esta concentración empresarial, si bien favoreció a las grandes corporaciones, a menudo generó perjuicios para las pequeñas y medianas empresas. Un rasgo distintivo de esta etapa fue el desarrollo de las Sociedades Anónimas.
Se observó una clara tendencia de las grandes empresas a controlar el mercado. Esta concentración podía manifestarse de diversas formas:
Además, surgieron nuevas estructuras de control:
El objetivo principal de estas nuevas formas de organización era reducir los costes de producción, aumentar la productividad y maximizar los beneficios.
A partir de 1870, el capitalismo industrial de la primera fase de la Revolución evolucionó hacia el «gran capitalismo» o capitalismo financiero. Las enormes inversiones requeridas por el petróleo, la electricidad, los nuevos avances técnicos en siderurgia y las grandes infraestructuras demandaron grandes créditos bancarios. La concentración empresarial, las nuevas formas de trabajo y el desarrollo de las sociedades anónimas fueron rasgos fundamentales de este nuevo modelo. Este crecimiento económico, sin embargo, llevaba implícita la alternancia de ciclos de expansión y recesión económica, así como crisis de sobreproducción.
La industrialización consolidó el capitalismo como el modelo económico dominante a nivel mundial. Nuevas potencias económicas emergieron, como Japón y Estados Unidos.
La expansión del capitalismo global provocó una progresiva integración de las economías mundiales.