Portada » Español » Teorías de la Comunicación: Presuposiciones, Implicaturas y el Fenómeno de la Cultura de Masas
Son aquellas informaciones no explicitadas, aportadas por ciertos enunciados, que sirven de instrucción e interpretación de dichos enunciados y cuya verdad se da por descontada por los participantes del acto comunicativo. Cuando un enunciador presenta una idea como un presupuesto, establece una conexión con el destinatario, invitándole a compartir esa idea como común. Por eso, muchos autores afirman que las presuposiciones «encarcelan a los destinatarios». Las presuposiciones nos obligan, pero no se nos imponen. Se clasifican en:
Son las condiciones de normalidad de los actos ilocutivos; es decir, son lo no dicho que debe inferirse para que un enunciado se conciba o se interprete como normal, conforme a las reglas sociales. Hablar es hacer una actividad que consiste en:
Son todos aquellos contenidos que se dan por sabidos, supuestos o compartidos y que configuran el marco cognitivo sobre el que se desarrolla el proceso comunicativo; es decir, son el soporte de la comunicación y lo que nos permite dar coherencia y cohesión. Las presuposiciones se relacionan con el contexto semántico, la competencia comunicativa, la ideología, los valores y las creencias de los interlocutores. Toda comunicación se establece sobre temas generales a los que se aportan informaciones nuevas; estos temas generales son las presuposiciones enciclopédicas o generales. En los procesos comunicativos, el foco está en las informaciones nuevas; por eso, lo que «se da por supuesto» se sustrae a la polémica. Son aquellos contenidos que los interlocutores comparten.
Una atribución estratégica de intenciones al hablante, por la que este queda cualificado y el significado literal de su enunciado funciona como una instrucción para trasladar la comunicación a otro nivel: el nivel de lo no dicho. Las implicaturas se dividen en:
Es la reconstrucción de la intención de los actos ilocutivos; es decir, los efectos de sentido que el destinatario obtiene cuando reflexiona sobre las intenciones del enunciador.
Quien estudió y propuso las implicaturas fue Grice en su obra «Lógica y conversación». Las define como aquello que se produce cuando se transgrede alguna máxima conversacional, pero sin que se quiera romper el Principio de Cooperación.
Para Grice, todo encuentro comunicativo es racional y se guía por objetivos comunes, ya que los participantes se basan en un principio de buena voluntad o buen entendimiento. A esto lo denominamos Principio de Cooperación, un ideal regulativo que deben respetar todos los participantes. Este Principio de Cooperación se despliega en cuatro máximas conversacionales:
Grice observa que, a menudo, estas máximas se transgreden sin que por ello se desee romper el Principio de Cooperación, y es así como aparece la implicatura. Hay tres formas de transgredir las máximas:
Las teorías de la comunicación entienden la acción de los medios (mediación) de tres maneras distintas, asociadas a las acepciones del término «medio». Estas tres acepciones son:
Nos centraremos en esta última, que es lo que denominamos Masmediación o Hipótesis Ecológica.
Las teorías que se enmarcan en la primera acepción entienden la acción/función de los medios como momentos de mediación en un proceso lineal.
McQuail habló de dos metáforas asociadas a esta idea de mediación:
Estas metáforas contradictorias han marcado gran parte de la historia de la investigación sobre los medios de comunicación.
Las teorías que se enmarcan dentro de la segunda acepción entienden los medios como instrumentos de manipulación; es decir, se considera que los medios son utilizados para el control de la población por los poderes políticos y económicos.
Cada una de estas representaciones señala algún aspecto significativo de la actividad de los medios, pero son las teorías que se enmarcan dentro de la tercera acepción las que permiten una mejor comprensión de la actividad de los medios.
La Hipótesis Ecológica o Masmediación entiende que los medios conforman el contexto fundamental de símbolos, representaciones, imágenes, mitos y ritos de las culturas contemporáneas. Además, las prácticas tradicionales, las institucionales, los movimientos sociales y la sociedad en general conforman a su vez el contexto de las actividades de los medios.
Precisamente por esto, los medios pueden equipararse a otras instituciones modernas (como el discurso de la Medicina o el discurso del Derecho) y premodernas (como los mitos en la antigüedad clásica, donde los medios crean relatos explicativos) por su capacidad de organizar el modo en que la gente experimenta su relación con el mundo, con los otros, con el espacio y con el tiempo. A esto lo llamamos Mediación o Masmediación.
La cultura de masas no está constituida únicamente por el conjunto de mensajes de los medios masivos de comunicación. Desde luego, los medios y sus productos proporcionan la referencia central de la cultura de masas, aunque esta es un espacio cultural más complejo. Excede la noción de mensajes y reclama una concepción ecosistémica. Nos interesa porque da lugar a conformar una comunidad hermenéutica (comunidad de interpretación) sustentada en modos de interpretación y valoración compartidos, pero sin la co-presencia espacio-temporal de sus miembros. Los miembros comparten: ciertas sensibilidades, estilos rituales, repertorios iconográficos, pautas proxémicas de contacto y relación, vocabularios experienciales, etc.
La expresión cultura de masas a la vez indica:
La cultura de masas es un tipo de sociedad contemporánea producto de un nuevo modo de organización social derivado a finales del siglo XIX de ciertos cambios:
La cultura de masas proporciona un vínculo. La prensa del momento, por ejemplo, ofrecía un marco real común, temas de conversación y apoyos en la sociedad.
Blasco Ibáñez comienza a publicar folletines.
Ambivalencia de esta cultura desde sus inicios: las vanguardias toman elementos de uso masivo y los convierten en arte.