Portada » Formación y Orientación Laboral » Principios Éticos en el Ámbito Profesional y Empresarial
Compromiso público de actuación, un esfuerzo por preservar la credibilidad ciudadana en el desempeño de los profesionales de un área determinada.
Tiene como función sensibilizar al profesional para que su ejercicio laboral se desenvuelva en un ámbito de honestidad, legitimidad y moralidad, en beneficio de la sociedad.
Del cumplimiento depende el mantenimiento del prestigio profesional.
Establece reglas de funcionamiento interno, intenta normar las competencias profesionales y eliminar las malas prácticas.
Toda comunidad profesional trata de mantener determinados niveles de exigencia, de competencia y de calidad en el trabajo, por esto controla y supervisa la integración de nuevos miembros.
Algunas veces se elaboran códigos donde se especifican consideraciones morales acerca de los aspectos complejos de la vida profesional.
Se contemplan sanciones en el caso que alguien viole el espíritu del código, no queda muy claro quién está a cargo de velar por su cumplimiento, ni cuáles son las sanciones para quienes los vulneren, casi siempre se crean agrupaciones para mantener el cumplimiento.
Todas las normas son pactadas y aprobadas de manera común y unánime por todos los miembros de la agrupación.
Es deseable que un sentido ético prevalezca en el ánimo de quienes tienen el privilegio de poseer los conocimientos y habilidades propios de una profesión. Para alcanzar este objetivo se debe contribuir solidariamente a la identificación de valores que propicien una vida digna, justa e igualitaria.
Es voluntario adherirse, se determina por el valor que se atribuye y se reconoce a la razón de la norma. La fuente es la propia conciencia del individuo, formada por los valores que inspiran actitudes de comportamiento congruentes con la dignidad humana, con lo que es virtuoso, trascendente y honorable.
Son aquellas que, por lo que involucran, posibilitan acciones contrarias a la ética en su ejercicio. Cada profesión o especialidad posee zonas de riesgo ético y/o conflictos que le son propios.
Cuando entramos a una empresa el vínculo inicial es de carácter contractual. El beneficio de la empresa y el beneficio personal fundan lo que podemos llamar una relación de justicia. Se enmarca en beneficios materiales.
La manera de hacer real esta relación de justicia es a través de la existencia de una remuneración. La organización existe gracias al mismo trabajo de quienes componen la empresa, sin trabajo la empresa no existe y de ahí que es relevante la relación de justicia que debe darse en su interior, que se expresa en una remuneración justa, en el trato respetuoso.
Si se regula esta relación solo por contrato se cometería injusticia con el trabajador.
Las responsabilidades de las empresas constituyen una excelente base para entender qué significa que la empresa sea una comunidad de personas y cuál es su responsabilidad con la sociedad.
La empresa está llamada a realizar una función social (ordenada al bien común), que es profundamente ética: la de contribuir al perfeccionamiento del hombre, de cada hombre, sin ninguna discriminación, creando las condiciones que hacen posible un trabajo en el que, a la vez que se desarrollan las capacidades personales, se consigue una producción eficaz y razonable de bienes y servicios, y se haga al trabajar realmente en algo propio.
La ética está orientada al desarrollo y formación de las virtudes en cada uno de nosotros.
Poseer virtudes es mucho más que poseer valores morales y tener actitudes positivas, aunque las virtudes presuponen ambas cosas a la vez.
Las virtudes dan una disposición firme y arraigada en el carácter de las personas que facilitan actuar y vivir bien, y no solo una actitud psicológica o una capacidad valorativa.
Hay varias razones que avalan la necesidad de las virtudes morales en la empresa:
Esta madurez exige FORTALEZA, moderación y consideración con las personas. El ejercicio de la razón y la voluntad puede aceptar el impulso pasional o rechazarlo en el caso que no sea conveniente y se posea el autocontrol sobre las propias pasiones. Las pasiones no han de ser despreciadas pero sí moderadas, estas pueden evitar nuestra autorrealización personal y de paso, causar daño a los demás.
Las virtudes son fuerzas interiores que caracterizan a una persona, dándole libertad para actuar bien. Al actuar mal se generan hábitos negativos o vicios que disminuyen la libertad para actuar bien.
La toma de decisiones es parte importante de la actividad empresarial, se debe tener la capacidad de descubrir qué es lo mejor entre varias opciones, atendiendo a la bondad de la acción, de este modo se llega a una certeza suficiente para decidir (certeza moral o prudencial). La razón práctica actúa mejor cuanto más se ha desarrollado la virtud de la prudencia.
La prudencia ayuda a la razón práctica en 3 aspectos:
La prudencia predispone a realizar buenos juicios morales y actuar con diligencia en el momento oportuno. Tiene particular importancia en las nuevas formas organizativas, pues hay mayor libertad y autonomía para tomar decisiones y ejecutarlas.
Liderazgo es la capacidad de dirigir a otros. La justicia es dar a cada uno lo que le corresponde de acuerdo a la recta razón, que es el objeto de la justicia, favorece la confianza, la armonía y la cooperación.
El directivo lidera más por lo que es que por lo que dice, se manifiesta por lo que hace.
El líder virtuoso que se preocupa de sus colaboradores de modo sincero y constante, buscando lo mejor para ellos.
La continuidad depende no tanto de la eficacia demostrada en alcanzar determinados resultados en un momento concreto, sino de que en la organización siga habiendo suficiente cooperación para actuar con eficacia en el futuro.
En la medida que todos sean justos, se irá creando una cultura de justicia favorable a la cooperación y viceversa. La creación de cultura requiere tiempo.