Portada » Tecnología » Optimización de la Limpieza de Tanques: Procedimientos y Verificación de Carga
La limpieza de tanques se puede dividir en cuatro fases, aunque no siempre se requieren las cuatro: prelavado, lavado, aclarado y endulzado. El objetivo de esta etapa es eliminar la mayor parte de los residuos de la carga recién descargada y, de esta manera, facilitar la efectividad de la próxima etapa, el lavado.
El prelavado se efectúa, o bien con máquinas fijas o portátiles, mediante chorros de agua a presión, fría o caliente. En ocasiones, una vez efectuado el prelavado, se procede al endulzado y secado, pero en otras, se impone una limpieza de más alto nivel y entonces se lleva a cabo el lavado con detergentes.
Veamos algunos sistemas de lavado con detergentes:
Consiste en introducir en el fluido de lavado (agua) un producto detergente que, una vez diluido en la corriente de agua, actúa como agente limpiador. Para potenciar su acción, normalmente se utiliza con agua caliente; es conveniente dejar actuar el agua caliente antes de añadir el detergente. Este sistema presenta el inconveniente de la elevada cantidad de producto necesario. Además, si los productos de limpieza son alcalinos, pueden causar corrosión en los aceros colados.
Consiste en la aplicación por rociado de los productos de limpieza sobre los mamparos, mediante un bombillo neumático que aspira directamente del contenedor del agente limpiador y los aplica con una pistola con lanzadera, con el objetivo de poder llegar a todas las partes del tanque y dejarlos actuar un tiempo. Con este sistema se puede rociar un tanque de 1500 m³ con unos 700 litros de producto limpiador que, una vez aplicado, se deja actuar por un período de 30 o 40 minutos, procediéndose a continuación al lavado con agua, generalmente caliente. Este procedimiento se utiliza, también, para alcanzar un alto estándar de limpieza, como por ejemplo, para eliminar todo vestigio de hidrocarburos mediante el rociado con disolventes como el metanol o las acetonas.
Por descontado, si es necesario entrar en un tanque después de descargarlo, habrá que tener en cuenta sus condiciones de seguridad en cuanto a la atmósfera que contiene.
Este sistema consiste en introducir una cantidad de agua dulce en el tanque, añadir el producto de limpieza y aspirar la mezcla con la bomba del propio tanque que alimenta las máquinas de limpieza. De esta manera, se entra en un circuito cerrado, lo que supone un considerable ahorro de agua y detergente. Este sistema de limpieza se utiliza, por ejemplo, cuando la última carga ha sido aceites vegetales o grasas animales. Presenta algún inconveniente, sobre todo cuando la pintura del tanque se encuentra en mal estado, ya que la cascarilla y los sedimentos pueden obturar las aspiraciones de las bombas. Para ello, se colocan filtros, tanto en la aspiración como en la descarga a las máquinas, a pesar de que esto suponga una disminución en la velocidad de recirculación.
En ocasiones, los tanques laterales presentan gran cantidad de residuos debido, en primer lugar, a la gran cantidad de estructura interior y, en segundo lugar, a la diferencia de temperatura con los centrales por la influencia del agua del mar al bañar sus costados (el mismo efecto, por causas inversas, se produce en los tanques de popa por la cercanía a la Cámara de Máquinas).
El sistema se suele complementar con un proceso de gran eficacia: la saponificación. Se trata de un proceso químico consistente en el añadido de una solución alcalina (mezcla de agua y álcali, como por ejemplo, la sosa) que convierte los restos de grasa y/o aceites en jabón limpiador.
La recirculación se emplea, también, para la limpieza de tanques que han contenido cargas reactivas con el agua, por lo que esta, en principio, no puede ser usada como agente limpiador. En estos casos, se recurre a algún producto que sea compatible con la última carga, se mezcla con el resto de la carga y se recircula por espacio de varias horas. Luego, se descarga la mezcla, se achica el tanque y se introduce agua dulce con un añadido de un neutralizante; se recircula durante 6 u 8 horas y se lastra y deslastra el tanque. Finalmente, se lava de nuevo y se aplica vapor durante un par de horas.
Una vez efectuados el prelavado y el lavado con el objetivo de eliminar el grueso de los restos, se selecciona un grupo de tanques (3) a limpiar. Se lastra el primero de ellos hasta un vacío de, aproximadamente, un metro. A continuación, se lastran los otros dos hasta un vacío de, aproximadamente, dos metros. Se introduce el tolueno en el primer tanque, u otro disolvente de similares características, de forma que quede flotando una capa de unos 5 centímetros de espesor. A medida que se va deslastrando, las máquinas van baldeando el tanque con agua caliente a unos 70 °C; a medida que va bajando el nivel, el tolueno va quedando adherido a los mamparos. Cuando el nivel del líquido en el primer tanque es de unos 60 cm, se trasiega al segundo tanque (y con él, todo el tolueno), y se realiza la misma operación con el segundo y tercer tanque.
Con el aclarado se eliminan los restos de los productos de limpieza empleados en la fase de lavado. Se puede definir como una continuidad de la etapa de lavado, posterior al empleo de detergentes y otros productos de limpieza, y que se efectúa con simples baldeos de agua.
No es inusual, según la mercancía a cargar, que se exija un test o ensayo para conocer el estado del tanque lavado y preparado para la carga. A continuación, se describen algunos de estos tests:
Se realiza cuando la mercancía a cargar son alcoholes, para lo cual se rocían, con alcohol, varias partes del mamparo a examinar, de unos 15 o 20 cm de ancho, y se deja escurrir. Se recoge la muestra en un tubo de ensayo con agua destilada, se agita y se pone contra un fondo negro, aplicándole una fuente de luz. Si el haz muestra turbulencias, el tanque no se considera lo suficientemente limpio. Este test se basa en el efecto Tyndall, un fenómeno coloidal en el que las partículas microscópicas en suspensión dentro de un fluido revelan su presencia al paso de un haz de luz (laboratorio a bordo).
Utilizado para detectar la presencia de cloruros en líquidos orgánicos solubles en agua. Se basa en la reacción de los iones de cloro en presencia de nitrato de plata. Esta reacción precipita el cloruro de plata, que forma una turbidez que delata la presencia de cloruros. Esta turbidez se compara con un patrón de disoluciones tipo para establecer el grado de concentración.
Utilizado para determinar la presencia de hidrocarburos en compuestos aromáticos como el tolueno. El ácido sulfúrico no reacciona con los compuestos aromáticos, mientras que sí lo hace con los hidrocarburos y otros contaminantes, produciendo una significativa decoloración indicativa de la presencia de contaminantes. La realización del test requiere de varios lavados de mamparo con tolueno. Se recogen las muestras y se introducen en una probeta con ácido sulfúrico en proporción de 1/3. Una vez transcurridos 40 o 50 minutos, comenzará a decantar el ácido, de color amarillo más o menos intenso, lo que indicará el grado de presencia del ácido.
Cuando un producto es muy sensible a la contaminación, además de una limpieza extrema, se pueden tomar medidas adicionales. Una de las más prácticas es limpiar las líneas con el producto que va a ser cargado, ya que reacciona con él absorbiéndolo. Esta operación se denomina Flushing y permite asegurar una razonable limpieza de líneas. La carga se hace circular por la línea de carga sin dejar que entre en el tanque (mediante un by-pass se establece un circuito cerrado) y se comprueba, por medio de las purgas, el contenido de la línea y su estado de limpieza.
A pesar de estas precauciones, en ocasiones es recomendable efectuar un análisis in situ de la carga a embarcar. Una vez efectuada la limpieza de líneas, se deja pasar al tanque una cantidad de carga que cubra el fondo, se toma una muestra y se analiza. Este análisis se denomina first foot sample y, si bien puede suponer una demora en las operaciones, permite asegurar la no contaminación de la carga.