Portada » Griego » Medicina y Terapéutica en la Grecia Antigua: Orígenes, Escuelas y Legado Hipocrático
La civilización griega o helénica es el resultado de un largo proceso de encuentro entre pueblos procedentes de distintas regiones. El mundo helénico comprendió territorios más amplios que la actual Grecia. Además de la península balcánica, la civilización griega se extendió por las islas del mar Egeo, las costas de Asia Menor, el borde del Mediterráneo y llegó, con Alejandro, a las fronteras de la India.
La Medicina Creto-Micénica prestó gran interés hacia la higiene, la medicina y la magia, estrechamente relacionadas. Los antiguos cretenses tenían fama de purificadores, de místicos que usaban el agua para los baños y purificaciones religiosas lustrales en honor al Minotauro.
La Medicina Homérica recibe ese nombre por tener como fuente de información los poemas de Homero: la Ilíada y la Odisea (siglos IX-VIII a.C.).
La Ilíada y la Odisea muestran a los dioses realizando incursiones fantasmales en el mundo de los hombres, aunque no difieren de ellos en sus pasiones. Juegan a favor o en contra de los protagonistas de la Guerra de Troya. En estas obras se citan dioses, héroes y heroínas a quienes Homero considera fundadores y cultivadores de la medicina. Todos ellos, sin duda legendarios, eran considerados imprescindibles para la curación.
La medicina pretécnica homérica era sencilla y practicada por el pueblo. Los propios héroes de la guerra ejercían la medicina y la cirugía, aplicando vendajes y preparando bebidas vigorizantes.
En la Ilíada, Asclepio era un simple mortal, un médico hábil que llegó a ser el dios griego de la medicina (Ilíada, II). Su figura se relaciona con el culto a la serpiente como símbolo del arte de curar.
Apolo aparece como el dios que enviaba la peste sobre la tierra cuando los mortales lo enfadaban. Sus flechazos podrían interpretarse como enfermedades mortales enviadas como castigo (Ilíada I, 43) o como epidemias mortales.
La Ilíada es el poema de Ilión (Troya), el poema épico más antiguo de la literatura europea. Narra un pasaje de 51 días acaecido durante el décimo año de la Guerra de Troya. Concretamente, describe la expedición de castigo de los aqueos por el rapto (o fuga) de Helena de Esparta por el príncipe Paris de Troya.
La Odisea es un poema épico que narra las aventuras del héroe griego de la Guerra de Troya, Odiseo (Ulises en latín).
En la Antigüedad Clásica se consideraban estas dos obras, la Ilíada y la Odisea, como relatos históricos reales. Era práctica habitual su estudio y memorización. Estas obras muestran a los griegos con una actitud ante la enfermedad más natural que otras civilizaciones arcaicas.
Tras el estudio de estas dos obras, conocemos el criterio que Homero poseía sobre la enfermedad, la terapéutica y la estructura y funciones del cuerpo humano.
En cuanto a la estructura y las funciones del cuerpo humano, se demuestra en estas obras de Homero que:
La Medicina Arcaica griega (siglos VIII-VI a.C.) continuó con las prácticas pretécnicas observadas anteriormente:
Los dioses relacionados con el arte de curar en Grecia fueron muchos:
Superada la fase pretécnica de la cultura griega, que, no obstante, perviviría en la población, se produce a partir del siglo VI a.C. el nacimiento de doctrinas filosóficas y científicas sin precedentes en la historia. Se desarrolló el pensamiento sobre el número y tipo de sustancias fundamentales para la vida. Tales y Anaxímenes propusieron un componente; Parménides e Hippón, dos; Ion y Alcmeón, tres. Empédocles e Hipócrates postularon cuatro, base del sistema de Galeno. El esquema de cinco elementos imaginado por Pitágoras ya no fue utilizado en medicina.
Filósofo y político democrático griego. Desarrolló la Teoría de las Cuatro Raíces, a las que Aristóteles más tarde denominó elementos, uniendo el agua de Tales, el fuego de Heráclito, el aire de Anaxímenes y la tierra de Jenófanes. Estas raíces estarían sometidas a dos fuerzas que pretendían explicar el movimiento en el mundo: el Amor que las une y el Odio que las separa, responsables de la generación y la corrupción.
A partir del siglo VI a.C., surgieron importantes escuelas médicas en Rodas, Cirene (norte de Libia), Crotona, Cnido y Cos (asociada a Hipócrates).
Alcmeón de Crotona inició un cambio fundamental en la comprensión de la medicina. Se interesó por múltiples temas, además de la medicina, escribiendo sobre fisiología, astronomía y psicología. Utilizó una analogía política para explicar su visión de la salud, a la que consideraba un equilibrio, una «isonomía» de las fuerzas o el equilibrio en el cuerpo de pares de opuestos (frío y calor, húmedo y seco, dulce y amargo), mientras que la enfermedad era una «monarquía», es decir, el predominio de alguna de estas cualidades sobre las demás. El predominio de una de ellas sobre las otras provocaba las enfermedades. La salud era, por tanto, la expresión de un equilibrio entre factores contrarios. Alcmeón, médico y filósofo, vivió en Crotona, donde formó parte de una escuela de medicina. Pitágoras de Samos también residió en esta ciudad, por lo que es probable que influyera en la escuela. Escribió una obra titulada Sobre la Naturaleza.
Alcmeón entendió la enfermedad no como el producto de un castigo divino o alguna otra acción de los dioses sobre las personas, sino como una alteración de la naturaleza (phýsis), una ruptura del equilibrio. Consideró el cuerpo como un compuesto de cualidades físicas y las abordó de manera natural. La tarea del médico sería mantener o restaurar el equilibrio de los contrarios físicos en el cuerpo.
Sobre las percepciones sensoriales, identificó cuatro órganos principales (vista, oído, olfato y gusto). Consideró el cerebro como el órgano central del pensamiento y la sensación. También es original su idea del sueño, que se originaría al retirarse la sangre de las venas más grandes, mientras que el despertar se debería a su retorno. La muerte, por su parte, ocurriría cuando la sangre se retira y no vuelve a fluir.
Explicó la visión por analogía con el reflejo del agua: los ojos verían a través del agua que los circunda, al reflejar esta la imagen. El oído lo explicó por analogía con la resonancia del eco: se oye porque el oído contiene un vacío que resuena y el sonido se produce porque el aire lo refleja. Fue el primero en hablar de unos «pasillos» por los cuales el olor y el gusto llegan al cerebro.
De tendencia empírica, es anterior a la de Cos y reflejaba un pensamiento menos elaborado, caracterizado por la acumulación de observaciones empíricas. Realizaron excelentes observaciones clínicas. Practicaron la auscultación. Carecían de un enlace claro entre pensamiento y experiencia. No construyeron una doctrina ni siguieron una metodología rigurosa; solo recogieron numerosas observaciones clínicas y muchas recetas empíricas. Su medicación era limitada, con pocas drogas en muchas combinaciones (polifarmacia). Incluso recomendaban la embriaguez como terapéutica. Obsesionados por eliminar, expulsar y arrojar el mal del cuerpo, empleaban numerosos remedios eméticos y purgantes, e incluso introducían por el esófago sustancias irritantes que provocaban la tos.
De tendencia racional, poseía una mayor capacidad crítica y una ordenación metódica y coherente del material observado. Consideraban indispensable la unión de la reflexión con los datos proporcionados por la observación sensible. No utilizaban una gran cantidad de remedios y los elegían de modo estricto, aplicando la razón junto con la experiencia.
Hipócrates es su principal representante. Descendiente de una estirpe de magos de la isla de Cos, sacerdotes asclepíades y «pariente» de Esculapio. En su isla natal de Cos fundó la escuela profesional que llevaría su nombre y allí se redactaron los primeros «tratados hipocráticos», que son el origen del Corpus Hippocraticum, una variada colección de casi sesenta textos médicos que conformaron una biblioteca pionera especializada en la teoría y la práctica de la curación.
Fue contemporáneo de Sócrates y Platón (este último lo cita en diversas ocasiones en sus obras). Trabajó como médico periodeuta (médico itinerante) y visitó, durante sus años de práctica, diferentes ciudades griegas, además de aprender en escuelas de medicina de Libia y Egipto. Su obra, el Corpus Hippocraticum, consta de más de 53 textos recopilados por Émile Littré (Œuvres complètes d’Hippocrate. París, 1839-1861). Entre ellos se encuentran obras de carácter general, anatomofisiológico, dietético, patológico, quirúrgico, oftalmológico, ginecológico, obstétrico, pediátrico y dos tratados terapéuticos: Sobre la dieta de las enfermedades agudas y Sobre el uso de los líquidos. El Corpus Hippocraticum no es la obra de un solo autor (fue redactado entre el siglo V a.C. y el siglo I d.C.).
Admitió el concepto de phýsis o naturaleza, como un conjunto de fenómenos que el estudio debe explicar mediante la razón y la experiencia. La novedad más importante fue la introducción de un elemento secundario nuevo (al que Galeno denominaría humor dos siglos más tarde), fluido y miscible, que serviría de soporte a las cualidades elementales: calor, frío, húmedo y seco. Estaría constituido por mezclas en distintas proporciones de los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego.
El temperamento era el modo en que se mezclaban las distintas cualidades elementales en un individuo. Se distinguían cuatro tipos: Flemático, Bilioso o Colérico, Sanguíneo y Melancólico o Atrabiliario.
El cuerpo humano estaría compuesto por cuatro elementos, con cuatro humores que soportarían cuatro cualidades elementales en distintas proporciones.
El pneuma sería el aliento, impulsor, refrigerante y vivificador del organismo, relacionado con el espíritu vital (éter o quinta esencia) de la teoría de Aristóteles.
Si la Naturaleza era justa, armoniosa, productora de orden y belleza, razonable y divina, entonces todas las enfermedades serían humanas porque consistirían en desórdenes de la naturaleza, pero a la vez divinas porque la naturaleza misma lo era.
La naturaleza podía actuar de forma espontánea o por azar. El azar podía ser controlado por el médico con los medicamentos, pero también podían producirse curaciones espontáneas, en cuyo caso el médico reverenciaba a los dioses.
La enfermedad es injusticia, desorden, desproporción. Puede ser debida a un desorden en el flujo de los humores, pero los dioses nunca son causa de enfermedad, tampoco los demonios o las fuerzas malignas; los orígenes de la enfermedad son siempre naturales.
El curso de la enfermedad tendría cuatro fases: comienzo, incremento, acmé o clímax, y resolución. Cada momento era una oportunidad para un correcto diagnóstico y tratamiento.
Según su Doctrina de los Días Críticos, la producción o manifestación de la crisis de la enfermedad estaría sujeta a una determinación aritmética rigurosa. La curación se efectuaría por «cocción» del humor en el momento de la crisis, cuya manifestación principal era la fiebre y la inflamación.
La escuela hipocrática realizó excelentes observaciones clínicas, incluyendo la descripción de la facies hippocratica y un diagnóstico correcto y minucioso empleando los cinco sentidos.
Utilizaba el Tratamiento por los Contrarios (antipathía o alopatía), aunque también se reconocía la curación por los semejantes. El médico debía «hacer lo que debe», pero también «hacerlo bellamente», con profesionalidad y acierto (según el Juramento Hipocrático). Debía enseñar al paciente a comportarse adecuadamente en su situación. Debía individualizar el tratamiento (considerando la constitución del enfermo, edad, estación del año y momento de la enfermedad).
El período alejandrino se extendió hasta el año 30 a.C., momento en que Egipto pasó a ser provincia romana. Al comienzo de este período, surgieron dos importantes médicos que fundarían Escuelas de Anatomía en Alejandría: Herófilo y Erasístrato.
Fundó una escuela de medicina que perduró 200 años. Fue el primero en realizar disecciones anatómicas en público, practicando con cadáveres e incluso llevando a cabo vivisecciones en seres humanos (criminales convictos). Considerado un pionero de la anatomía humana. Fue nombrando las partes anatómicas que estudiaba y descubría basándose en la similitud de su forma con objetos conocidos. Constató la sincronía del pulso con los latidos del corazón y afirmó que la inteligencia no residía en este órgano, sino en el cerebro. Escribió tratados sobre anatomía, cirugía, ginecología y terapéutica.
Todas estas escuelas mostraron gran interés en el estudio de venenos y antídotos, debido a su empleo con fines políticos. Los propios monarcas cultivaban plantas venenosas en sus jardines para experimentar con sus jugos, semillas y frutos.
Cratevas Rhizotomus (en griego, «cortador de raíces»), quien asistía al rey del Ponto, Mitrídates VI Eupátor, en sus ensayos de venenos de serpiente con seres humanos, desarrolló para este monarca un famoso y complejo antídoto, denominado Mitrídates (un antídoto universal que lo protegería de cualquier ataque tóxico). La obra de Cratevas (siglo I a.C.) era un tratado sobre las virtudes de las plantas, ilustrado con láminas y dedicado al monarca. Fue el primero en ilustrar sus anotaciones. Fue muy consultada por Galeno y Dioscórides.
El médico Nicandro de Colofón se hizo famoso por escribir dos obras en verso: Theriaca y Alexifármaca, en las que abordaba el tema de animales (serpientes, escorpiones) y sustancias venenosas.