Portada » Religión » Las Primeras Herejías del Cristianismo: Orígenes y Características
El término «herejía» viene del griego heresis (=elección), que en la Sagrada Escritura aparece con el sentido de grupo o facción, o también de división. En este sentido, adquirió ya un carácter negativo y condenatorio en los primeros tiempos de la Iglesia.
El Código de Derecho Canónico señala que «se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma».
No hay que confundir la herejía, que ya definimos antes como «negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma», con la apostasía, que es «el rechazo total de la fe cristiana», o con el cisma, que es «el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos».
La herejía surge de un juicio erróneo de la inteligencia. Si el juicio erróneo no se refiere a verdades de fe definidas como tales, sino a elementos de la misma sobre los que no hay reglamentación o pronunciación oficial, el error no se convierte en herejía.
Ya en la Segunda Carta de Pedro se profetizaba con gran acierto acerca de la naturaleza y efectos de las herejías: «Habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción».
Se impuso especialmente entre los siglos I y III. El nombre, que viene del griego gnosis (conocimiento), se debe a que los miembros de este movimiento afirmaban la existencia de un tipo de conocimiento especial, superior al de los creyentes ordinarios y, en cierto sentido, superior a la misma fe. Este conocimiento supuestamente conducía por sí mismo a la salvación.
Los gnósticos erigieron sistemas de pensamiento en los que unían doctrinas judías y paganas con la revelación y los dogmas cristianos. Profesaban un dualismo en el que identificaban el mal con la materia, la carne o las pasiones, y el bien con una sustancia pneumática o espíritu.
Se caracterizaban, entre otras cosas, en el sacramento de la Eucaristía, en el que utilizaban pan y queso, suponiendo que era lo que los primeros hombres ofrecían a Dios; como dice el Génesis, eran los frutos de la tierra y de los animales: el pan, fruto de la tierra, y el queso, hecho de leche de ovejas.
Admitían a las mujeres en el sacerdocio y en el episcopado. San Epifanio describe sus ceremonias, en el transcurso de las cuales penetraban en el recinto del templo siete mujeres vestidas de blanco con antorchas en la mano.
Secta del siglo IV que se extendió por el norte de África. Imitaban a Abel tomándolo como símbolo de inocencia y castidad. Se casaban, pero no consumaban el matrimonio.
Para poder mantener la continuidad de su movimiento, recurrían a la adopción de niños a los que legaban cuanto tenían, poniendo como condición que continuasen la labor en la secta.
Enseñaban que existe un Ser supremo superior al Creador de este mundo, al cual denominan Demiurgo. Caín sería el hijo del Dios superior y Abel el del inferior. Por eso veneraban a Caín.
Decían que Judas había estado dotado de la presciencia y que, si había traicionado a Cristo, era porque se había ofrecido como víctima del castigo eterno para que todos fueran salvados menos él.
Seguían el “Evangelio de Judas”.
Seguidores de Epifanio de Ebión. Movimiento judaizante: apegados a la ley mosaica, observantes del Sábado y practicaban la circuncisión.
No reconocían del Nuevo Testamento más que el evangelio de San Mateo, y no todo. Para ellos, Jesús no era más que el hijo de José y María; solo su virtud le había elevado al título de hijo de Dios y, quizá, en cuanto profeta, había sido el Mesías esperado.
Los ortodoxos les acusaron de entregarse a la poligamia.
Secta cristiana que recibe el nombre de Macedonio, obispo de Constantinopla, depuesto en el año 360. Negaban la divinidad del Espíritu Santo y tan solo admitían dos personas en la Trinidad.
Herejía surgida en el siglo V, por Nestorio, patriarca de Constantinopla. Negaban la unión de la naturaleza divina y la humana de Cristo; en consecuencia, afirmaban que María era solamente madre de Jesús y no de Dios.
No reconocían la autoridad del obispo de Roma y predicaban la vida sencilla de los apóstoles. También se les conoce como “cristianos asirios”. Y fue la que encontró Mahoma en sus viajes.
Acuaticos: Influidos por Tales, defendían que el agua era un principio coeterno con Dios, del que había sacado todos los seres.