Portada » Religión » La Misión de Jesús de Nazaret y el Compromiso de la Iglesia en la Actualidad
La preocupación central de Jesús de Nazaret es el Reino de Dios. Jesús aparece como un hombre apasionado por la causa del Reino de Dios. Es su preocupación central. Es como un fuego que le devora y por lo cual está dispuesto a darlo todo.
Él no vivió solitariamente dicha preocupación, sino que la compartió con otros hombres y mujeres a los que propuso abrazarla y hacerla suya: las muchedumbres que se acercaban, los adeptos que colaboraban con él, los seguidores y los doce apóstoles.
La tarea iniciada por Jesús es hoy continuada por el Espíritu en la comunidad de creyentes, la Iglesia. Jesús ha comunicado a su Espíritu para que continúe su tarea en el mundo. La Iglesia, dotada de la fuerza del Espíritu de Jesús, puede y debe llevar adelante su misión en el mundo. Es el Espíritu el que hace rejuvenecer a la Iglesia por la virtud del Evangelio.
El Concilio Vaticano II fue convocado e iniciado por Juan XXIII y continuado, tras la muerte de este, por Pablo VI.
A partir del siglo IV, la Iglesia da un viaje considerable: de ser Iglesia perseguida pasa a ser Iglesia tolerada y poco más tarde protegida. La ha impulsado a buscar una mayor autenticidad y una mayor fidelidad a su vocación inicial, y todo ha sido a través del Concilio.
La misión fundamental de la Iglesia es la salvación de los hombres y de las mujeres concretas de todos los tiempos. Si nos vamos al evangelio de Juan, donde la misión de la Iglesia es la vida, la “vida en abundancia” (Jn 10,10). Como Jesús de Nazaret, y siguiendo sus huellas, la Iglesia y sus miembros están llamados a concretar todas sus energías en este punto. Por otra parte, nos encontramos con el Buen Samaritano de la parábola (Lc 10, 30-37), en la cual, la comunidad cristiana no puede dejar de “conmoverse hasta las entrañas” por estas situaciones que la urgen a comprometerse en darles respuestas.
La salvación es comprometerse a que predomine la vida sobre la muerte, pero en este mundo actúan fuerzas, relaciones y estructuras que engendran situaciones de muerte, y luchar contra esas situaciones para cambiarlas es un gran reto para la Iglesia. Además, una Iglesia comprometida con la salvación no puede permanecer indiferente e insensible ante situaciones de pobreza y marginación, de falta de sentido de la vida, etc. Tiene que comprometerse y conmoverse “hasta las entrañas”. Contar las cosas importantes a los niños…