Portada » Historia » Historia del Camino de Santiago y los Reinos Medievales del Norte
El apóstol Santiago, según la tradición, predicó el Cristianismo en la Hispania romana antes de regresar a Palestina, donde fue decapitado. Después sería trasladado de nuevo a Hispania por sus discípulos para ser enterrado en Galicia.
Según la leyenda, en el siglo IX (814), el obispo Teodomiro descubrió los restos del apóstol. En el lugar del hallazgo, el monarca asturiano Alfonso II ordenó erigir una iglesia (origen de la actual catedral de Santiago de Compostela). La noticia se difundió rápidamente por toda la cristiandad y Santiago de Compostela se convirtió en objetivo fundamental de las peregrinaciones cristianas, desplazando a las de Jerusalén y Roma. Alfonso II, que necesitaba un elemento aglutinador para la consolidación de su reino, convirtió al apóstol en un símbolo del combate contra el islam, naciendo así la imagen de Santiago Matamoros.
Durante el siglo X, las condiciones para el desarrollo de la peregrinación compostelana fueron poco favorables, debido a la inseguridad del Camino y a la concentración de los cristianos en la defensa frente al Califato de Córdoba.
A partir del siglo XI, Compostela se convirtió en uno de los principales centros de peregrinación de la Cristiandad, coincidiendo con el crecimiento y la expansión económica que se producen en toda Europa. Los monarcas de Navarra, Aragón, Castilla y León estimularon la construcción de monasterios, puentes, caminos y hospitales con la voluntad de atraer a peregrinos de toda Europa. Los monarcas obtenían importantes beneficios del paso de peregrinos por su reino.
En los últimos siglos de la Edad Media, la peregrinación a Compostela experimentó cierto retroceso debido a la Peste Negra y a las frecuentes guerras europeas.
Es el primer núcleo político de la Península Ibérica que se constituye tras la conquista musulmana.
La batalla de Covadonga (722) tradicionalmente se sitúa como el punto de inicio del reino astur. Al frente de los astures estaba Pelayo, miembro de la nobleza visigoda, que en el año 718 había sido proclamado rey de Asturias. El enfrentamiento, aunque parece que no pasó de una simple escaramuza, fue mitificado y utilizado posteriormente por los cristianos como propaganda para la Reconquista.
Durante el reinado de Alfonso II se estableció una administración de inspiración visigoda, situándose la corte en la ciudad de Oviedo. Además, comenzó la actividad repobladora en la cuenca del Duero.
Fue durante el reinado de Alfonso III cuando los cristianos llegaron hasta la línea del río Duero, y en sus últimos años de reinado fue nombrado emperador.
En el siglo X, el avance cristiano se paralizó. Se traslada el centro neurálgico del reino astur a León. A comienzos del siglo X, la zona oriental del reino leonés estaba dividida en condados. Será el conde Fernán González quien, aprovechando la situación de crisis en el seno de la monarquía leonesa, unifique todos estos condados bajo su autoridad.
Creará de esta manera el condado de Castilla, que seguirá perteneciendo al reino de León pero que gozará de gran autonomía.
En el 923, el rey pamplonés Sancho Garcés I recupera Nájera y la Rioja Media y Alta, que deja bajo dominio de su hijo García Sánchez con la denominación de «Reino de Nájera».
Tras la destrucción de Pamplona por Abderramán III en el 924 y la muerte de su padre al año siguiente, García Sánchez traslada su residencia a Nájera, en detrimento de Pamplona. Se denomina desde entonces rey de Nájera-Pamplona.
Con Sancho III el Mayor (1004-1035), el Reino alcanza su mayor extensión (Navarra, Aragón y Castilla), abarcando buena parte del tercio norte peninsular, desde Cataluña a Cantabria. Sancho III fue el gran impulsor de la ciudad de Nájera, donde celebró Cortes. Favoreció las peregrinaciones a Santiago de Compostela, estableciendo albergues y hospitales y convirtiendo a la ciudad en punto clave de la ruta jacobea del Camino de Santiago.
Tras la muerte de Sancho III, se reparte su Imperio entre sus hijos García Sánchez III de Navarra, Fernando I de Castilla, Ramiro I de Aragón y Gonzalo Sánchez (Sobrarbe y Ribagorza), correspondiendo al primogénito, García Sánchez III (1035-1054), los territorios de Nájera y Pamplona, así como la hegemonía política sobre los demás.
Extendió sus dominios por la Rioja Baja conquistando Calahorra a la taifa de Zaragoza.
Le sucede Sancho IV el de Peñalén (1054-1076), que en 1076 es asesinado en Peñalén, actual Funes (Navarra). Esto provoca la división del reino. La parte navarra quedó anexionada a la corona de Aragón. Nájera, Calahorra y otros lugares fronterizos fueron incorporados al reino de Castilla por Alfonso VI, que alegaba derechos hereditarios. Se pone fin de este modo al Reino de Nájera.