Portada » Historia » Historia de la India: Imperios y Dinastías Clave (Maurya, Gupta, Sultanato de Delhi)
Este documento presenta un recorrido conciso por los principales imperios y dinastías que marcaron la historia de la India desde su primera gran unificación hasta el establecimiento y declive del Sultanato de Delhi, abarcando periodos de esplendor cultural, transformaciones sociales y la llegada de nuevas influencias religiosas y políticas.
El Imperio Maurya representó la primera gran unificación de la India. Antes de su surgimiento, la región estaba gobernada por la dinastía Nanda, cuyos miembros eran principalmente chatrias (o kshatriyas).
Durante este periodo, se observó un significativo desarrollo de la agricultura, un aumento de la población y una expansión del comercio. La estructura social experimentó cambios: los vaishyas (clase mercantil) ascendieron a comerciantes influyentes, mientras que los shudras (clase trabajadora) se consolidaron como campesinos.
El creciente poder económico de los vaishyas los llevó a reclamar mayor poder político. Esta época también fue testigo de la aparición de diversas sectas heterodoxas, que desafiaban la tradición india:
El fundador del Imperio Maurya fue Chandragupta Maurya, quien derrocó a la dinastía Nanda. Bajo su reinado, se escribió el Arthashastra, considerado el primer tratado militar y de administración política de la India.
Su nieto, Ashoka, fue el principal exponente del imperio. Inicialmente conocido por su crueldad, tras la Batalla de Kalinga y un periodo de reflexión, se convirtió al budismo. A partir de entonces, impulsó la construcción de numerosas obras públicas con fines budistas, aunque mantuvo una política de tolerancia religiosa, sin prohibir otras creencias.
El fin del imperio se atribuye, en parte, al olvido de las tradiciones y principios que habían cimentado la «India vieja», lo que llevó a su gradual debilitamiento.
El Imperio Gupta marcó la segunda gran unificación de la India. Sus gobernantes eran predominantemente budistas.
Su fundador fue Chandragupta I. Este periodo es conocido como los «Siglos de Oro» de la India, caracterizado por un gran desarrollo en los ámbitos militar, artístico y científico.
El mayor exponente de esta dinastía fue Chandragupta II, quien extendió significativamente las fronteras del imperio. Durante su reinado, y en general en todo el imperio, hubo una notable tolerancia religiosa.
El fin del Imperio Gupta comenzó con los ataques de los hunos desde el norte, lo que llevó a la progresiva pérdida de control sobre los reinos del sur y, finalmente, a su desintegración.
Tras la caída del Imperio Gupta, emergió la Dinastía Vardhana. Su máximo exponente fue el emperador Harsha Vardhana.
Harsha fue un gobernante tolerante a todas las religiones y es considerado el último gran emperador indio antes de la fragmentación. A su muerte, nadie lo sucedió, y el reino se fragmentó en múltiples estados, cada uno controlado por los rajputs.
A partir de este momento, se generó un sistema feudal en la India, marcando el inicio de la India medieval.
La incursión de los árabes (y con ellos, el Islam) en la India se produjo con el fin de obtener recursos. El impacto fue mayor en el norte, ya que por allí se produjo el ingreso inicial.
Al mando de Muhammad ibn al-Qasim, las tropas militares árabes conquistaron parte de la India. Esta dominación tuvo una duración aproximada de cinco siglos, en parte debido al trato de dhimmi que se les dio a los indios. A la población local no le importó en gran medida la conquista, ya que se les permitió continuar con sus costumbres religiosas y culturales a cambio del pago de un impuesto, la jizya.
Adicionalmente, hubo un proceso de islamización natural, donde algunos locales se convirtieron por diversas razones.
El Imperio Ghaznávida fue fundado por turcos afganos, originalmente esclavos de los persas, quienes se establecieron en Ghazni para formar su propio imperio.
Fueron dirigidos por Mahmud de Ghazni, quien realizó numerosas campañas militares con el objetivo de obtener recursos y así consolidar su imperio y conquistar Asia Central, principalmente a través de saqueos.
Mahmud es recordado como un destructor de templos sagrados en nombre de la religión, aunque su verdadero fin era obtener las riquezas acumuladas en estos lugares. En 1021, obtuvo un triunfo de gran importancia contra los Shahi (una dinastía hindú), lo que le permitió anexar Lahore.
Poseía una caballería ágil que le permitió derrotar al rajá de Delhi. Tras la muerte de Mahmud de Ghazni, el imperio fue atacado por pueblos nómadas turcos y los rajputs del sur, quedando sus dominios reducidos a Lahore.
La Dinastía Ghórida emergió como sucesora de los Ghaznávidas en la India.
Su primer representante fue Muhammad de Ghor, quien se apoderó de los restos del Imperio Ghaznávida en Lahore. En la Primera Batalla de Tarain, Prithvi Raj Chauhan lo derrotó, impidiendo su avance hacia Delhi. Sin embargo, un año después, Muhammad de Ghor se impuso en la Segunda Batalla de Tarain, abriéndose paso hasta Delhi y Bengala, manteniendo la estructura administrativa existente y el sistema de pago de tributos.
Cabe recalcar que el sometimiento de los indios fue relativamente fácil debido a varios factores:
Algunos soberanos indios se vieron forzados a prometer fidelidad. Muhammad de Ghor y sus fuerzas destruyeron muchos templos budistas.
Con la muerte de Muhammad de Ghor, sus posesiones indias se separaron de las de Asia Central. Lo sucedió el comandante Qutb al-Din Aibak, quien estableció las bases del Sultanato de Delhi.
A este lo sucedió Iltutmish, proclamado por el califa de Bagdad, convirtiéndose en el primer sultán de Delhi. Al principio, tuvo que defenderse de los ataques mongoles y de los reinos locales.
Lo sucedió Ghiyas ud din Balban (1266), cuya finalidad fue centralizar el poder en Delhi y debilitar a los jefes locales. Mantuvo la tolerancia religiosa (dhimmi) por conveniencia política; algunos se convirtieron al islam por conveniencia. Debilitó a los rajputs (sin importar su religión, hindú o musulmana) a través de los impuestos. El sultán adoptó una postura de divinidad para reforzar su autoridad.
A la muerte de Balban, se generó un período de luchas por la sucesión, que ganó la familia Khalji con su exponente Alauddin Khalji, comenzando un período de expansión territorial (similar a la de Mahmud de Ghazni).
Los sucedieron los Tughlaq, quienes favorecieron a los musulmanes y utilizaron la ley islámica (la Sharia), generando descontento entre los reinos locales. No fueron capaces de controlar todo el territorio; los impuestos no fueron suficientes y se generaron sequías. Aumentaron las rivalidades locales y se perdieron las alianzas con Delhi. El sultán perdió poder y su figura se volvió más simbólica, diluyéndose su autoridad efectiva.