Portada » Ciencias sociales » Gobernanza, Gobernabilidad y Tragedia de los Comunes: Un Análisis de la Gestión de Recursos Públicos
En la sociedad moderna, los “comunes” son los bienes públicos, accesibles para todos los miembros, incluidos aquellos que no han contribuido a su producción ni a su conservación. Hablamos del aire puro, el agua, las especies vegetales, las fuentes de energía o los recursos pesqueros. A simple vista podríamos pensar que cualquier miembro de la sociedad podría abusar de estos recursos sin que se observen efectos importantes. Pero la realidad es que nuestro papel individual no es en absoluto insignificante si se suma a las acciones de otros individuos.
Es un término gubernamentalista, en el sentido en que considera al Estado como el agente central de la conducción de la sociedad; así su preocupación se centra en “la capacidad de gobernar del gobierno” contemplando a la sociedad como la entidad a ser gobernada y administrada. Así, desde la perspectiva de la gobernabilidad, el problema y su solución emana desde las capacidades del gobierno, con cierta independencia de la sociedad.
En este concepto, se hace énfasis en la legitimidad y eficacia en el ejercicio de la función pública, sin embargo, precisamente por ésta perspectiva en la que el Estado es el principal actor en la conducción social, y por la importancia de estos dos temas (legitimidad y eficacia), este tema puede caer en un lugar entre dos extremos: gobernabilidad autoritaria y gobernabilidad democrática.
La gobernabilidad autoritaria es más eficiente ya que no le interesa alcanzar acuerdos entre los actores políticos sino lograr resultados, por otra parte la gobernabilidad democrática se complica por la participación de otros actores, así en cierta medida es cierto que la democracia es hasta cierto punto ingobernable. Por otra parte, la gobernabilidad democrática aunque menos eficiente, tiene mayor grado de consenso social y legitimidad, y en tal sentido es un concepto cercano a la gobernanza.
Esta parte del reconocimiento de que el gobierno carece de las capacidades suficientes para la resolución de todos los problemas sociales. Su aplicación se da en el marco de la transición del Estado benefactor al Estado Neoliberal, en el que éste se empieza a adelgazar, descentralizar y delegar funciones a la iniciativa privada. Así, describe una serie de cambios ocurridos desde finales del siglo pasado concernientes a la relación entre sociedad y Estado, en la cual, agentes privados y sociales incrementan su participación en actividades anteriormente en manos del aparato gubernamental.
Partiendo de la premisa de la devolución a la sociedad de tareas y funciones que hasta entonces eran responsabilidad del Estado comienza a existir, desde los gobiernos, cada vez menos reticencia a la participación de las instituciones de la sociedad civil, comenzándose a apreciar en éstas, paulatinamente, capacidades de autogestión y autorregulación así como recursos importantes (económicos y humanos) para la resolución de diversas problemáticas.
Sin embargo el Estado se sigue considerando un actor imprescindible, pero es un actor más, que pasa de ser regulador a ser regulado, de ser cúspide, a ser un nodo de una red de instituciones; en tal sentido se pretende que sea un ente activo en estrecha relación y articulación con la sociedad, que sea una entidad que ya no sea el gigante Estado benefactor que lo hacía todo ni el Estado ultadelgado solamente administrador de rentas que se pretendía con el neoliberalismo. Se trata de un nuevo estilo de gobierno distinto del modelo de control jerárquico, y definitivamente muy alejado de un modelo laissez faire, caracterizado por un mayor grado de cooperación, dialogo e interacción, no exento de enfrentamientos, entre el Estado y los actores no estatales dentro de redes decisionales mixtas entre lo público y lo privado.
La gobernanza da cuenta de la multiplicidad de los actores estatales, sociales y privados en la vida pública y el modo en que se articula la acción colectiva y conducción social en el dialogo entre estos actores, en tal sentido se ocupa de cómo se da el juego del poder, así como las relaciones tanto entre gobernantes y gobernados, como entre los distintos sectores de esta (falsa) dualidad. Así, la gobernanza se preocupa por cómo estos actores se organizan para tomar decisiones, y en este sentido una serie de factores son importantes:
La rendición de cuentas, nos dice, es “un concepto modesto” que para imponerse como una realidad que controla el poder debe desenvolverse en una multiplicidad de factores que se complementen. Aunque no hay un tipo de rendición de cuentas que solucione de una vez por todas la corrupción o la ilegalidad, sí es posible implementar una multitud de palancas que deben ponerse en marcha simultáneamente para acotar, moldear y domesticar la discrecionalidad del poder. Answerability, es decir la obligación de los gobernantes de responder las solicitudes de información y los cuestionamientos de los gobernados. Para ello no basta la buena voluntad sino que se requieren mecanismos que develen los actos, las decisiones y políticas de toda autoridad. Rendir cuentas es también establecer un diálogo, abrir un puente de comunicación permanente, institucional, sin pretextos, entre funcionarios y ciudadanos.
Es uno de los valores más preciados en la actualidad. Muchos factores están convergiendo para que esto ocurra. Uno de ellos, indudablemente, es el debilitamiento que se ha producido en el mundo occidental de los autoritarismos, los que, por definición, están reñidos con la libre movilidad de la información. La revalorización consiguiente de la democracia y en especial de la libertad, ha traído consigo la rebeldía con el hecho de que sean otros lo que decidan qué cosas debe conocer la ciudadanía.
La transparencia puede limitar la corrupción y disminuir los abusos de poder. La transparencia en una relación de poder significa promover su reequilibrio. Primero porque hace que el poder se transforme al someterse a la crítica, al escrutinio público y, por consiguiente, al control social. Segundo, porque la transparencia invita a las personas envueltas en el ejercicio de poder a asumir una posición activa de protagonistas.
La transparencia es, de hecho, un recurso clave para que la ciudadanía pueda desarrollar una influencia directa sobre la administración pública, de modo de compensar las asimetrías de poder en la formación de las decisiones públicas y en la generación de bienes y servicios públicos. Esto es así primero porque la participación ciudadana, la elección posibilitada por la competencia entre servicios públicos, y la coproducción, que constituyen los tres medios principales de democratización de la gestión pública, tienen supeditada su eficacia a que la condición de la transparencia esté asegurada. Segundo porque, en ocasiones, la transparencia se convierte en el único medio posible de influencia. En definitiva, puede ayudar a mejorar la calidad democrática de las decisiones y políticas públicas y a potenciar los otros medios de democratización de la administración pública