Portada » Psicología y Sociología » Fundamentos de Seguridad en Armamento y Comprensión de la Psicopatología Criminal
Es un dispositivo destinado a propulsar uno o múltiples proyectiles por medio de presión de gases con el fin de causar daño.
Se caracteriza porque utiliza los gases provocados por el disparo del proyectil para introducir una nueva bala en la recámara y amartillar el arma para poder realizar otro disparo. A diferencia de las armas totalmente automáticas, las armas semiautomáticas necesitan que el gatillo sea presionado cada vez que se quiera realizar un disparo.
Pieza de metal clavada en la caja de las armas de fuego sobre el disparador, para resguardarlo cuando el arma está montada.
Es una pequeña pieza de metal que está alojada a la altura de la parte media de la corredera y es de fácil accionamiento con el dedo pulgar. Se activa cuando el cargador ha quedado vacío durante la secuencia de disparos, lista para introducir el próximo cargador y volver a cargar el arma.
Se encuentra en la parte posterior del conjunto móvil o corredera de un arma de fuego y sirve para precisar la puntería.
Se encuentra en la parte delantera del conjunto móvil de un arma de fuego y sirve para precisar la puntería.
Es una cavidad compuesta por cuatro partes: cuerpo del cargador, base del cargador, elevador de munición y resorte del elevador de municiones, cuya función es almacenar las municiones de un arma de fuego.
Es un mecanismo que actúa como disparador de un arma, sobre el cual se apoya el dedo índice para provocar el disparo.
Desde la perspectiva psicológica, médica y psiquiátrica, se considera enfermedad mental cualquier desviación significativa de un estado ideal de salud mental positivo que implica sufrimiento e incapacidad.
La enfermedad mental supone una disfunción biológica, psicológica y comportamental de una persona, con manifestaciones conductuales, emocionales y cognitivas (conciencia, percepción, memoria y pensamiento).
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR), un trastorno mental es un síndrome o patrón comportamental o psicológico de significación clínica, que aparece asociado a un malestar (p. ej., dolor), a una discapacidad (p. ej., deterioro en una o más áreas de funcionamiento) o a un riesgo significativamente aumentado de morir o sufrir dolor, discapacidad o pérdida de libertad.
Además, este síndrome o patrón no debe ser meramente una respuesta culturalmente aceptada a un acontecimiento particular (p. ej., la muerte de un ser querido). Cualquiera que sea su causa, debe considerarse como la manifestación individual de una disfunción comportamental, psicológica o biológica.
Ni el comportamiento desviado (p. ej., político, religioso o sexual) ni los conflictos entre el individuo y la sociedad son trastornos mentales, a no ser que la desviación o el conflicto sean síntomas de una disfunción.
Se considera anormal aquel individuo que con su conducta sobrepasa los límites del criterio de normalidad establecido en un tiempo y en una sociedad determinados.
Es crucial para la labor policial conocer las enfermedades mentales más frecuentes, los aspectos para su identificación y las pautas de actuación más eficaces. Estas situaciones vienen determinadas principalmente por una grave alteración del juicio y por la pérdida del control de impulsos.
Basándose en los parámetros referidos, la actuación policial con enfermos mentales debe centrarse en tres aspectos fundamentales:
En su quehacer cotidiano, el policía se encuentra a menudo con personas que muestran signos y síntomas evidentes de enfermedad o trastorno mental y que carecen de un adecuado control y tratamiento médico. Saber identificar los indicadores de posibles conductas violentas y trasladarlos al sistema sanitario resulta del máximo interés para la prevención de conductas delictivas (actuaciones asistenciales), aportando información sobre los índices reveladores de peligrosidad que se hayan observado en el sujeto.
En su actuación con estas personas, resulta vital para el profesional de la seguridad conocer las pautas de actuación más eficaces para una correcta resolución de la situación, ajustando su desempeño de tal modo que no provoque la utilización de la fuerza ni la aparición de la violencia.
En caso de ser necesaria la instrucción de atestados dando cuenta de la actuación policial, el agente debe ser capaz de describir detalladamente la conducta, los síntomas y signos observados en la persona afectada, sin incurrir, no obstante, en catalogaciones o diagnósticos, que corresponden a los especialistas.
Constituyen una variedad de trastorno neurótico, que se define como una alteración súbita y temporal de las funciones integradoras de la conciencia, identidad o conducta motora (ruptura de la vida mental y falta de integración entre diversas partes de la personalidad). A pesar de ser estadísticamente poco relevantes, interesa conocerlos por su importancia en la actividad policial.
Comúnmente llamado personalidad múltiple, constituye el único trastorno de personalidad específico diagnosticado como trastorno mental. Es mucho más infrecuente de lo que se cree y se caracteriza por la existencia en una misma persona de distintas personalidades muy diferentes entre sí, una de las cuales adquiere prominencia en un momento determinado, tapando totalmente a las otras. Constituye una de las excusas preferidas de los delincuentes violentos para justificar sus crímenes, especialmente homicidas y asesinos en serie.
Consiste en la incapacidad para recordar información personal importante en ausencia de causa orgánica, sobre lo que aconteció antes o después de un suceso perturbador o ante acontecimientos precipitantes o inaceptables para el sujeto. Es importante conocer este trastorno para aquellos dedicados a la investigación criminal, para no confundirlo con un intento de ocultar información en una entrevista o interrogatorio policial a alguna persona implicada en un suceso grave (violaciones, homicidios, atracos violentos, etc.).
Similar a la anterior, añade desplazamiento de lugar (viajes repentinos e inesperados) y cambio de identidad total o parcial. Durante esta nueva vida se pueden cometer actos delictivos y violentos. A los factores predisponentes de la amnesia psicógena debe añadirse la ingesta excesiva de alcohol. En ocasiones, saltan a los medios de comunicación historias dramáticas protagonizadas por personas que padecen este trastorno y también por algunas personas que lo simulan con distintos fines.
Son trastornos sensoperceptivos en los que la persona se siente como un observador externo, fuera del propio cuerpo, como en un sueño. Es importante conocer que, en estos casos, el sentido de la realidad permanece intacto.
Suelen aparecer en el contexto de ceremonias parapsicológicas o religiosas de tipo esotérico, o por sugestión intensa fuera de este contexto. El sujeto cae en un estado crepuscular limitativo de su conciencia, en el cual puede llegar a cometer graves delitos.
Estos trastornos, en ocasiones utilizados por los delincuentes para justificar sus crímenes, deben ser adecuadamente valorados por los especialistas en su contexto forense. Incluso para ellos, resulta complicado en ocasiones descubrir la simulación, para lo cual pueden resultarles de enorme ayuda los datos aportados sobre la actividad criminal antes de que su autor comience a simular el padecimiento (lo que obviamente sucede una vez que es detenido y/o acusado). Es crucial el iter criminis: la conducta manifestada antes, durante y después de la comisión del delito, para lo cual resulta imprescindible una minuciosa labor investigadora que sea correctamente plasmada en los informes y atestados policiales.
Etimológicamente, significa «mente dividida», haciendo referencia a la disociación entre emociones y cognición. Abarca un grupo de trastornos graves que suelen aparecer en la adolescencia y son crónicos e incurables, aunque con tratamientos adecuados mejoran mucho.
Incluyen agudas perturbaciones del pensamiento, la percepción y la emoción, que afectan a las relaciones con los demás, unido a sentimientos perturbados sobre uno mismo y a la pérdida del sentido de la realidad, deteriorando la adaptación social.
La desorganización del pensamiento y el lenguaje, así como las alteraciones perceptivas, emocionales y motoras.
Los delitos más frecuentes cometidos por personas con esquizofrenia son los de lesiones y amenazas, contra el patrimonio y el orden socioeconómico (principalmente robos y hurtos) y contra el orden público (peleas, destrucción de bienes públicos).
Importante: A pesar de lo anterior, no debemos criminalizar a la persona con esquizofrenia, puesto que la inmensa mayoría de ellos son pacíficos (basta saber que, estadísticamente, el riesgo de suicidio en estos enfermos es 100 veces mayor que el de homicidio).
La relación entre la discapacidad intelectual (anteriormente denominada retraso mental) y la delincuencia es compleja:
En la discapacidad intelectual leve, el acto delictivo aumenta en frecuencia y variedad, y suele responder a:
Es excepcional que cometa actos delictivos de forma individual; casi siempre los comete en grupo y con datos objetivos de inducción, que el investigador debe buscar y aportar para una mejor aplicación de las posibles circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal.
Las ideas delirantes son creencias falsas, firmemente asentadas y, por ello, irreductibles. Generalmente, están referidas a situaciones cuya ocurrencia es posible en la vida real. El delirio es un síntoma, no una enfermedad. Las personas que lo padecen aparentan normalidad en su aspecto y comportamiento cuando sus ideas delirantes no son cuestionadas o puestas en juego (pueden llevar una vida perfectamente normal en todos los ámbitos, excepto aquel al que se refiere su delirio).
El origen del delito está en la idea delirante cuando se acompaña de exaltación emocional amenazante. Sus actos se caracterizan por tener íntima relación con el delirio, premeditación, falta de alevosía y de arrepentimiento.
Al cometer el delito, el enfermo no busca la impunidad, sino que está convencido de haber llevado a cabo un acto justo, por lo que no opondrá resistencia a la detención.
Es defensiva, rígida, desconfiada y egocéntrica, con tendencia a aislarse y teniendo como síntoma principal las ideas delirantes. Se caracteriza por los siguientes rasgos:
Suele ir precedido por el desarrollo anterior de ideas de persecución e infidelidad, con un período previo de cavilación.
En algunos enfermos, la conducta potencialmente peligrosa se hace más aparente, ya que suelen proferir abiertas amenazas. Luchan continuamente contra sus sentimientos coléricos, pero tienen límites de tolerancia pasados los cuales explotarán con una violencia irracional.
La folie à deux se define como la transferencia de las ideas delirantes y/o conducta anormal de una persona a otra u otras, que han estado en estrecha relación con la persona primariamente afectada.
Estos tipos de psicosis transmitida pueden dar lugar a hechos criminales de gran magnitud (p. ej., suicidios colectivos inducidos por líderes sectarios o al surgimiento de parejas criminales).
Son auténticos enfermos mentales, siendo su trastorno de etiología psíquica u orgánica.
Los Trastornos de Personalidad surgen en personas psíquicamente normales (en el sentido de no psicóticas) y se diferencian de la enfermedad mental en tres aspectos básicos.
Es un trastorno psíquico que se caracteriza por la deficiencia de control de las emociones e impulsos, insuficiencia de adaptación a las normas morales, asocialidad y tendencia a la actuación y a las conductas antisociales. (Diccionario Médico Salvat – Masson, 1990)
El término sociópata, introducido por la escuela americana (orientación ambientalista), puede decirse que es equivalente al de psicópata o, como posteriormente se denominó en 1980, Trastorno Antisocial de la Personalidad.
El estudio y la descripción de la psicopatía han sido abordados tradicionalmente desde el punto de vista psicosocial.
El DSM identifica como característica esencial del trastorno antisocial de personalidad un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, con un comienzo temprano (en la infancia o en la adolescencia) y una continuidad en la edad adulta.
Sus rasgos se dividen en dos grandes áreas: