Portada » Religión » Fundamentos de Fe y Moral Católica: Deberes, Virtudes y Mandamientos Esenciales
Es una donación gratuita de Dios, puesto que el corazón humano por sí solo no puede producir este amor sobrenatural. El amor a Dios es la fuente y la raíz del amor al prójimo, y este último es la señal de que el amor a Dios es verdadero. Por lo tanto, la caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Mediante la caridad y en la caridad, Dios nos hace partícipes de su propio ser, que es Amor.
No se debe usar mal el nombre de Dios porque se incurriría en graves pecados, tales como:
Usar mal el nombre de Dios es iniciar la ruta del pecado y ofender su santidad.
El nombre de Dios es santo. Por eso, el ser humano no debe usarlo indebidamente, sino con sumo respeto y veneración. Debe guardarlo en la memoria en un silencio de adoración amorosa.
Para que el juramento sea válido, se requieren dos condiciones:
Para jurar lícitamente, es necesario que el juramento se haga:
Cuando se jura algo que es falso, se comete perjurio.
No asistir a la Eucaristía el domingo o en las demás fiestas de precepto constituye un pecado mortal, a no ser que exista una causa justa (como enfermedad, imposibilidad física, cuidado de enfermos) o se haya obtenido dispensa de esta obligación por el propio pastor.
Se prohíben los trabajos serviles y aquellas actividades que impiden rendir el culto debido a Dios, gozar de la alegría propia del Día del Señor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo.
Los Diez Mandamientos son:
La familia es una institución natural porque surge de la inclinación natural del hombre y la mujer, quienes están orientados el uno hacia el otro para formar una comunidad de vida y amor estable, ordenada intrínsecamente al bien de los cónyuges y a la procreación y educación de los hijos. Se funda en el matrimonio.
Los deberes de justicia de los padres para con los hijos son fundamentales e incluyen:
Es aquella esterilización que resulta como consecuencia no directamente querida de una intervención terapéutica necesaria para la salud del paciente (por ejemplo, la extirpación de un órgano reproductor afectado por una grave enfermedad como el cáncer). Para su licitud moral, deben cumplirse las siguientes condiciones (principio del doble efecto):
Es aquella que tiene como fin inmediato y directo (ya sea como fin o como medio) hacer estéril a la persona, impidiendo la procreación. Es considerada moralmente ilícita, tanto si es masculina como femenina, permanente o temporal, porque priva a la persona de una función esencial y se opone a la finalidad procreadora del matrimonio y a la integridad de la persona.
Es la técnica de fecundación in vitro y transferencia de embriones (FIVET) en la que se utilizan gametos (óvulos y espermatozoides) de los esposos unidos en matrimonio.
Es la técnica de FIVET en la que se recurre a gametos de, al menos, un donador ajeno a los esposos unidos en matrimonio.
Desde la perspectiva de la moral católica, ambas formas de FIVET presentan serias objeciones morales:
La eutanasia no es moralmente lícita.
Se entiende por eutanasia una acción u omisión que por su naturaleza e intención causa la muerte con el fin de eliminar cualquier dolor. Es moralmente inaceptable porque:
La justicia es la virtud moral cardinal que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. Su objeto es dar a cada uno lo suyo (suum cuique tribuere), respetando los derechos de los demás y cumpliendo con las propias obligaciones.
La justicia debe ser guiada por la razón iluminada por la fe, que le indica la verdad sobre el bien. Todo lo que impulsa la verdadera justicia es el bien de la persona y el bien común. Se distingue de la caridad, aunque ambas son necesarias; la justicia establece lo mínimo debido, mientras que la caridad impulsa a dar más allá de la estricta justicia.
Las diversas formas de apropiarse indebidamente de lo ajeno, que son pecados contra el séptimo mandamiento («No robarás»), incluyen:
Regula los intercambios de bienes y servicios entre personas particulares (individuos o entidades privadas) según un principio de igualdad estricta (dar el equivalente de lo que se recibe). Se refiere a los derechos y deberes que surgen de las relaciones contractuales (compraventa, alquiler, préstamo, salario justo) y de la reparación de daños. Su objetivo es que cada parte reciba lo que le corresponde.
Regula lo que la comunidad (representada por la autoridad) debe a los ciudadanos en proporción a sus contribuciones y a sus necesidades. Se ocupa de la asignación equitativa de los bienes comunes, los beneficios y las cargas de la vida social (impuestos, servicios públicos, oportunidades). Busca una distribución proporcional y equitativa, no necesariamente igualitaria.
Concierne a lo que el ciudadano debe equitativamente a la comunidad para el bien común. Ordena los actos de todas las virtudes al bien común. Se manifiesta en el cumplimiento de las leyes justas. Obliga a los legisladores a promulgar leyes justas orientadas al bien común y a los ciudadanos a obedecerlas.
Mentir significa decir falsedad con intención de engañar al prójimo que tiene derecho a la verdad. Consiste en hablar u obrar contra la verdad para inducir a error a aquel que tiene derecho a conocerla. Su esencia misma es el engaño deliberado.
La gravedad moral de la mentira depende de la naturaleza de la verdad que deforma, de las circunstancias, de las intenciones del que miente y de los daños padecidos por sus víctimas. Puede manifestarse como una expresión espontánea, un «recurso fácil» del momento, o como un engaño maquinado o premeditado (calumnia, falso testimonio). Mentir con facilidad puede convertirse en un hábito y, con el tiempo, insensibilizar la conciencia del mentiroso.
Hay que respetar y decir la verdad por varias razones fundamentales:
La mentira trae como consecuencia diversos males, tanto para quien miente como para sus víctimas y la sociedad en general:
El estudio íntegro de la sexualidad humana, desde una perspectiva personalista, abarca diversos campos interrelacionados:
La castidad es la virtud moral que integra positivamente la sexualidad en la persona, logrando la unidad interior del ser humano en su ser corporal y espiritual. Consiste en el dominio de sí mismo y en la capacidad de orientar el instinto sexual al servicio del amor auténtico y de integrarlo armónicamente en el desarrollo de la personalidad según el propio estado de vida (soltero, casado, consagrado).
Lejos de ser una negación o represión de la sexualidad, la castidad es su afirmación y encauzamiento hacia su verdadero fin, que es el amor y la donación. Para los jóvenes, es una preparación fundamental para el matrimonio, ayudando a comprender y valorar el amor en su plenitud. Es, además, la mejor forma de prepararse para una vida conyugal fiel, feliz y fecunda. La castidad libera el amor del egoísmo y de la agresividad.
La expresión “Para vivir la castidad, el dominio de sí es una obra que dura toda la vida” significa que la virtud de la castidad, como toda virtud importante, no se adquiere de una vez para siempre, sino que requiere un esfuerzo constante, una disciplina personal y una perseverancia a lo largo de todas las etapas de la vida.
La dignidad del ser humano exige que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde su interior (por la razón y la voluntad) y no bajo la presión de un ciego impulso pasional o de la mera coacción externa. El ser humano logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones y apetitos desordenados, persigue su fin (el bien y el amor auténtico) en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados para ello (oración, sacramentos, prudencia, guarda de los sentidos, etc.). Este dominio de sí es un proceso de maduración personal y espiritual que se extiende a lo largo de toda la existencia, con sus desafíos y progresos.
El adulterio es un pecado grave porque atenta contra la naturaleza y la santidad del matrimonio. Las principales razones son:
Por estas razones, el adulterio es intrínsecamente malo y gravemente pecaminoso.