Portada » Ciencias sociales » Evolución de la Atención Primaria de Salud: De Alma-Ata a los Desafíos Actuales en Salud Pública
Este documento explora los factores cruciales que moldearon los programas de salud internacional, analizando su contexto, los actores involucrados, los objetivos trazados y las técnicas aplicadas.
Halfdan Mahler, director general de la OMS desde 1973, era una figura carismática y elocuente. A finales de los años 70, hubo un incremento de los proyectos de la OMS relacionados con el desarrollo de los servicios básicos de salud, considerados predecesores de los programas de APS que aparecerían más tarde.
Se buscaron enfoques alternativos para trabajar en países en desarrollo, dado que las principales causas de enfermedades en estas naciones eran la desnutrición, infecciones respiratorias, enfermedades diarreicas y enfermedades transmitidas por vectores, todas resultantes de la pobreza, la miseria y la ignorancia.
La 28.ª Asamblea Mundial de la Salud de 1975 apoyó la creación de “Programas Nacionales de APS” como materia prioritaria y urgente. Mahler propuso el objetivo de “Salud para Todos para el Año 2000” y convirtió este eslogan en una parte integral de la Atención Primaria de Salud.
La reunión de Alma-Ata ejerció una presión moral significativa para la realización de la APS. Los detalles fueron orquestados con cuidado por el peruano David Tejada de Rivero, subdirector de la OMS. Cuando tuvo lugar la conferencia, la APS ya estaba, de alguna forma, “vendida” a muchos participantes.
La Atención Primaria Selectiva de Salud (APSS) es un paquete de intervenciones técnicas de bajo costo diseñado para combatir los principales problemas de enfermedades en los países pobres, hasta que se pudiera implementar el programa más ambicioso de la Atención Primaria en su totalidad.
Un ejemplo clave de la APSS es GOBI, un acrónimo de cuatro intervenciones clave:
La APS acusaba a la APSS de ser una perspectiva tecnocrática y limitada que desviaba la atención de la salud básica y del desarrollo socioeconómico, asemejándose a los antiguos y desacreditados programas de tipo vertical. Además, la APS descartaba la rehidratación oral por considerarla un simple “parche” para controlar un problema mayor: la ausencia de agua potable y desagüe en la zona.
En 1974, el Programa Ampliado de Inmunización (PAI) de la OMS se propuso combatir seis enfermedades contagiosas: tuberculosis (TBC), sarampión, difteria, tos ferina (pertussis), tétanos y poliomielitis. Su meta era lograr que al menos el 80% de los niños a nivel nacional estuvieran inmunizados. Este programa contribuyó significativamente a:
En su versión más radical, la APS se concebía como un adjunto a la revolución social, lo que llevó a algunos a culpar a Mahler por transformar la OMS de una organización técnica a una politizada. En una versión menos rígida, la APS era vista como un complemento de los servicios médicos preexistentes, una extensión de los servicios de salud a áreas rurales o, incluso, un paquete de intervenciones de APSS. Con todo esto, se buscaba evitar que fuera considerada como asistencia de segunda calidad, tecnología simplificada o asistencia médica de bajo nivel para los pobres.
Tras examinar las estimaciones de costos de la aplicación de la APS en países en desarrollo, se concluyó que la amplia variedad de gastos era indicativa de lo poco que se conocía sobre esta área. Los recursos financieros eran exiguos.
Mahler continuó su cruzada por una APS más holística, pero se encontró solo. En 1988, finalizó su tercer y último período como director general de la OMS. Con la elección de Hiroshi Nakajima, se marcó el fin de un primer período en la historia de la APS.
La APS y la APSS representaron dos supuestos distintos sobre la salud internacional del siglo XX. Su desarrollo estuvo marcado por la interacción de diversos factores: el contexto político, los actores internacionales, los objetivos propuestos y las técnicas que surgieron como novedosas o propias de cada intervención.
Las enfermedades infecciosas son la primera causa de muerte y morbilidad en el Perú y en el mundo. Las enfermedades emergentes y reemergentes son, han sido y seguirán siendo una seria amenaza para la salud y el desarrollo individual y colectivo, constituyendo un enorme desafío técnico, político y organizacional debido a la incapacidad de los sistemas de salud para responder ante ellas.
El establecimiento de la APS se enmarcó en la percepción de una crisis en la salud pública a inicios de los años 70, lo que desembocó en:
En la Declaración de Alma-Ata, se reconocieron oficialmente cinco principios clave: la Equidad, la Participación Comunitaria, el Uso de Tecnologías Apropiadas, el Énfasis en la Promoción y Prevención, y la Necesidad de la Acción Multisectorial. Sin embargo, su implementación enfrentó numerosas dificultades, por ejemplo:
La APSS se planteó priorizar la salud y sus intervenciones en función de criterios definidos:
Diversos factores derivados del modelo económico mundial han contribuido al debilitamiento de la salud pública:
El Perú no ha logrado responder plenamente a la creciente amenaza de algunas enfermedades infecciosas. El énfasis puesto en los servicios curativos y de rehabilitación no ha sido proporcional al esfuerzo dirigido a recuperar las capacidades del Estado para enfrentar los problemas que afectan a las colectividades humanas y sus condicionantes.
Es necesario construir políticas públicas y diseñar estrategias efectivas para hacer frente a las enfermedades emergentes, que se están convirtiendo en un problema de enormes repercusiones. La comunidad internacional juega y jugará un rol preponderante en este proceso, por lo que el país debe estar preparado para negociar. Esto significa recoger lo mejor de las experiencias recientes, como la APS y la reforma del sector, pero al mismo tiempo ampliar la agenda sanitaria nacional hacia nuevos temas y nuevos actores.