Portada » Geología » Estructura Interna de la Tierra y Tectónica de Placas
Existen diversas discontinuidades en el interior de la Tierra, pero las tres más importantes son:
Constituye la superficie de separación entre los materiales rocosos menos densos de la corteza y los más densos del manto. Se encuentra a una profundidad promedio de 35 km. Separa la parte superior del manto por la distinta naturaleza de los materiales. Es importante destacar que este espesor de 35 km es un promedio. En la corteza continental, el espesor puede llegar hasta los 70 km, mientras que la litosfera oceánica solo tiene 10 km de espesor.
Separa el manto inferior del núcleo externo. Se produce un cambio en la velocidad de las ondas sísmicas al pasar de un medio rígido (el manto) a un medio líquido (el núcleo externo).
Se encuentra entre el núcleo externo y el núcleo interno. Indica la existencia de un núcleo interno con la misma composición química que el externo, pero en estado sólido.
La litosfera está fragmentada en porciones llamadas placas tectónicas. Existen alrededor de 14 grandes placas que interactúan entre sí en sus límites o bordes. Es en estos bordes donde se producen la mayor parte de los movimientos sísmicos, el vulcanismo y la formación de cordilleras.
Las placas tectónicas tienen tres tipos de bordes, cada uno asociado con un tipo de movimiento:
Forman las dorsales oceánicas, que son cordilleras submarinas. En estos bordes, las placas se separan, y el magma asciende desde el manto para rellenar el espacio, solidificándose y creando nueva litosfera oceánica. Este proceso se denomina expansión del fondo oceánico. Islandia, por ejemplo, se ha formado por la salida de material ígneo de una dorsal oceánica durante millones de años. El nuevo material que emerge en las dorsales empuja el material más antiguo hacia los continentes a ambos lados.
Forman las zonas de subducción, donde la litosfera oceánica, más densa, se hunde bajo la litosfera continental o bajo otra placa oceánica, introduciéndose en el manto. En este proceso se destruye litosfera oceánica, compensando la creación de litosfera en las dorsales. La subducción genera un plano inclinado llamado plano de Benioff, donde se localizan los hipocentros de los terremotos. El vulcanismo también es frecuente en las zonas de subducción debido a la fusión parcial de la placa que subduce. La interacción entre placas en las zonas de subducción da lugar a la formación de cordilleras.
Forman las fallas transformantes, donde las placas se desplazan lateralmente una respecto a la otra. En estos bordes no se crea ni se destruye litosfera, pero sí se producen movimientos sísmicos debido al rozamiento entre las placas. Un ejemplo de falla transformante es la Falla de San Andrés en California.
Los puntos calientes son zonas de actividad volcánica en el interior de las placas tectónicas, no en sus bordes. Se cree que se originan por la presencia de plumas mantélicas, columnas de material caliente que ascienden desde la base del manto hasta la superficie. Cuando una pluma mantélica alcanza la litosfera, la perfora y genera un volcán. El movimiento de la placa sobre el punto caliente puede dar lugar a la formación de cadenas de islas volcánicas, como el archipiélago de Hawái. El origen de las Islas Canarias es aún objeto de debate, pero una de las teorías propone que se formaron por la actividad volcánica asociada a un sistema de fracturas en la litosfera, no a un punto caliente clásico.
Diversos estudios han permitido conocer y cartografiar el fondo oceánico. Uno de ellos consistió en el uso de sonares. Desde un barco se emitían ondas sonoras que, al chocar con el fondo marino, rebotaban y eran captadas de nuevo por el barco. Conociendo la velocidad de propagación del sonido en el agua y el tiempo que tardaban las ondas en regresar, se podía calcular la profundidad del fondo oceánico. Estos estudios revelaron la existencia de las dorsales oceánicas y la edad progresivamente mayor de la corteza oceánica a medida que nos alejamos de ellas, confirmando la teoría de la expansión del fondo oceánico.