Portada » Medicina y Salud » El Hígado: Anatomía, Funciones, Enfermedades y Dietoterapia
El hígado es el órgano de mayor importancia metabólica y el más grande del cuerpo humano, con un peso aproximado de 1.5 kg. Es una glándula accesoria del tubo digestivo que ocupa la mayor parte del hipocondrio derecho, debajo del diafragma y cubierto por las costillas 5-10.
Se mueve con la respiración ya que está sujeto a la pared abdominal y al diafragma mediante el ligamento falciforme, que separa los dos lóbulos hepáticos: uno derecho y otro izquierdo.
La cara visceral presenta muchas irregularidades y se relaciona con el estómago, el duodeno, la vesícula biliar y el colon. En ella se encuentra el hilio hepático, por el que pasa la arteria hepática, la vena porta, los conductos hepáticos derecho e izquierdo y vasos linfáticos.
Los dos lóbulos hepáticos están separados funcionalmente, lo cual es importante en cirugía.
El parénquima hepático está dispuesto en lobulillos de un diámetro de 1 mm aproximadamente. Cada lobulillo se compone de dobles filas de hepatocitos o células hepáticas, separadas entre sí por una red de capilares: los sinusoides hepáticos. Existen otras células, como las macrófagas de Kupffer y las células estrelladas que almacenan vitamina A.
El hígado tiene un doble aporte sanguíneo: un 30% de la arteria hepática y un 70% de la vena porta.
Vena hepática: Sangre procesada por el hígado hacia la circulación sistémica.
Es el conjunto de cambios de sustancias y transformaciones de energía que tiene lugar en los seres vivos.
Penetración de especies químicas a través de la membrana plasmática. *La bilis permite la absorción de los lípidos.
Llegan al hígado a través de dos vías:
El hígado metaboliza principalmente los aminoácidos de cadena no ramificada que se suele utilizar para la gluconeogénesis. Los aminoácidos de cadena ramificada suelen ser metabolizados por el tejido muscular. Participa en la degradación del nitrógeno proveniente de los aminoácidos en el ciclo de la urea.
Coloración amarillenta de la piel y las mucosas, causada por la acumulación de bilirrubina conjugada o no conjugada producto de la metabolización de la hemoglobina. Existe la neonatal.
Tratamiento: Hay que suprimir los posibles fármacos o tóxicos hepáticos y administrar tratamiento sintomático.
Síntomas: Coluria, acolia, coloración amarilla…
Normalmente por ataque viral, por los que el órgano se hincha causando un terrible dolor en el costado derecho del cuerpo.
Tratamiento:
Síntomas: Fiebre, pérdida clara de apetito, vómitos y diarrea, ictericia.
Las células del hígado se destruyen de forma progresiva y son reemplazadas por tejido fibroso. Causado por hepatitis, hemocromatosis… La enfermedad es irreversible, deriva en cáncer. Dejar de consumir alcohol, antibióticos, dietoterapia mejoran calidad de vida. El trasplante es lo más radical.
Síntomas: astenia, adelgazamiento, ascitis, hemorragia digestiva… Crónicos: ictericia, hemorragias difusas y afectación del sistema nervioso, coma.
Empeoramiento de la función cerebral que ocurre cuando el hígado enfermo ya no es capaz de eliminar las sustancias tóxicas de la sangre.
Tratamiento: Puede convertirse en una urgencia médica y se requiere hospitalización. El primer paso es identificar y tratar cualquier factor que pueda haber causado la encefalopatía hepática. Shunt porto-sistémico.
Síntomas: Somnolencia o confusión, comportamiento impropio o cambios severos de personalidad, mala pronunciación, movimientos lentos o perezosos.
Es el exceso de líquido en la cavidad peritoneal. Causada por hipertensión portal y niveles bajos de albúmina. Generalmente por enfermedad hepática grave, Hepatitis C o B y el consumo crónico de alcohol.
Tratamiento: Diuréticos para ayudar a eliminar líquidos. Colocación de una sonda para extraer líquido. DPIT, derivación portosistémica intrahepática transyugular.
Síntomas: dolor y distensión abdominal.
Debe ser una dieta especial, la cual protege al hígado del trabajo duro y lo ayuda a funcionar lo mejor posible.
Las proteínas ayudan a la restauración del tejido y a la prevención de la acumulación de grasa y daño a las células hepáticas. En daños hepáticos severos, las proteínas no son procesadas apropiadamente y los productos residuales se pueden acumular y afectar el cerebro.
El cuerpo almacena hidratos de carbono en la forma de glucógeno. El aumento de los carbohidratos en la dieta ayuda a preservar las reservas de glucógeno.
Moderar su consumo especialmente el de grasas saturadas.
La mayoría de las personas con enfermedad hepática deben restringir la cantidad de sodio en la alimentación. (Ascitis)
Puede influenciar en el peso, apetito y las cantidades de vitaminas en su cuerpo. Las deficiencias nutricionales se pueden tratar con fármacos y suplementos vitamínicos.