Portada » Biología » Biología de Protozoos Patógenos: Plasmodium, Toxoplasma, Cryptosporidium y Entamoeba
Plasmodium es un protozoo del filo Apicomplexa cuyo ciclo biológico es heteroxeno, ya que requiere dos hospedadores: un mosquito del género Anopheles (hospedador definitivo, donde ocurre la fase sexual) y el ser humano (hospedador intermediario, donde se desarrolla la fase asexual).
La transmisión ocurre cuando el mosquito hembra pica a una persona, inoculando con su saliva anticoagulantes y esporozoítos, formas infectantes que se desarrollaron en el mosquito por esporogonia. Una vez en el organismo humano, los esporozoítos viajan rápidamente al hígado (en aproximadamente una hora) e invaden los hepatocitos.
En el hígado, los esporozoítos se reproducen por esquizogonia exoeritrocítica, pasando por las fases de esquizonte inmaduro y esquizonte maduro, hasta que el hepatocito revienta y libera merozoítos a la sangre.
Estos merozoítos invaden glóbulos rojos, iniciando la esquizogonia eritrocítica, en la cual se desarrollan primero como trofozoítos (forma de anillo), luego como esquizontes, y finalmente liberan nuevos merozoítos al romper el eritrocito. Algunos merozoítos no continúan el ciclo asexual y se diferencian en formas sexuales llamadas gametocitos (microgametocitos y macrogametocitos), que circulan en la sangre sin desarrollarse más.
Cuando otro mosquito pica a un humano infectado, ingiere estos gametocitos, que en su intestino se transforman en gametos. El microgameto fecunda al macrogameto y se forma un cigoto, que se alarga y se convierte en un ookinete móvil. Este atraviesa la pared del intestino del mosquito y forma un ooquiste en la cara externa del epitelio digestivo. En su interior ocurre la esporogonia, generando esporozoítos, que migran a las glándulas salivales del mosquito, completando el ciclo.
Cada especie de Plasmodium sigue un ciclo coordinado y sincronizado, con diferentes tiempos de esquizogonia eritrocítica:
La ruptura de los eritrocitos libera también productos del metabolismo del parásito, que activan mecanismos de respuesta inmune como fiebre y escalofríos.
Además, P. vivax y P. ovale pueden formar hipnozoítos, formas latentes en el hígado que no se eliminan con tratamientos inadecuados y que pueden reactivarse más adelante, produciendo una recaída verdadera. En cambio, P. falciparum no produce hipnozoítos y no tiene un segundo ciclo hepático. Cuando el tratamiento elimina los parásitos de la sangre pero no del hígado, se puede producir una reactivación.
Toxoplasma gondii es un protozoo del filo Apicomplexa cuyo ciclo biológico puede ser heteroxeno o incluso monoxeno, dependiendo de las circunstancias. El hospedador definitivo son los felinos, especialmente el gato (Felis catus), que también puede actuar como hospedador intermediario, dando lugar a un ciclo autoheteroxeno. Es un parásito estenoxeno, ya que solo completa su ciclo sexual en felinos.
El gato se infecta al ingerir carne cruda o presas infectadas con quistes tisulares. En su intestino, los parásitos invaden el epitelio y realizan esquizogonias sucesivas; algunos merozoítos se diferencian en gametocitos masculinos (microgametos) y femeninos (macrogametos), y tras la fecundación se forma un cigoto.
Este se rodea de una pared resistente, formando un ooquiste inmaduro que se elimina con las heces. En el medio externo, el ooquiste madura mediante esporogonia, formando esporozoítos y volviéndose infectante.
Los hospedadores intermediarios (como roedores, aves, humanos u otros mamíferos) se infectan al ingerir ooquistes maduros o carne cruda con quistes tisulares. En el intestino, los esporozoítos invaden células, sobre todo macrófagos, donde se reproducen por endodiogenia y forman taquizoítos, los cuales se diseminan por el cuerpo y causan la fase aguda. En esta fase pueden atacar el cerebro, la placenta o provocar abortos.
Cuando el sistema inmunitario controla la infección, los taquizoítos se transforman en bradizoítos, que forman quistes tisulares en órganos como el músculo o el sistema nervioso central. Estos pueden permanecer latentes durante años y reactivarse si hay inmunosupresión. Si un gato ingiere a un hospedador intermediario infectado, se reinicia el ciclo.
La transmisión también puede ocurrir por vía congénita, transfusiones o trasplantes, y es especialmente peligrosa durante el embarazo. En humanos sanos suele ser asintomática, pero en personas inmunodeprimidas o fetos puede ser grave o mortal.
Cryptosporidium es un protozoo del filo Apicomplexa cuyo ciclo biológico es monoxeno, ya que se desarrolla por completo en un único hospedador, que puede ser humano o animal. La infección se transmite por la ingestión de ooquistes esporulados presentes en agua o alimentos contaminados, o por contacto directo con heces.
Los ooquistes esporulados son resistentes al ambiente y al entrar al tubo digestivo, liberan esporozoítos en el intestino delgado, que invaden las células epiteliales intestinales. Allí se desarrollan en trofozoítos que se reproducen asexualmente por esquizogonia, dando lugar a merozoítos que pueden invadir nuevas células. Algunos merozoítos inician la fase sexual del ciclo: se diferencian en gametos masculinos (microgametos) y femeninos (macrogametos). Tras la fecundación, se forma un cigoto, que da origen a dos tipos de ooquistes:
La infección puede provocar diarreas acuosas, sobre todo en personas inmunodeprimidas, donde puede ser grave y persistente.
Entamoeba histolytica es un protozoo ameboide que realiza un ciclo biológico monoxeno, ya que solo necesita al ser humano como hospedador. Presenta dos formas principales: el quiste y el trofozoíto.
La infección comienza con la ingestión de quistes maduros tetranucleados, que son las formas infectantes. Estos resisten el medio ácido del estómago y al llegar al intestino delgado se desenquistan, liberando amebulas que dan lugar a trofozoítos. Los trofozoítos migran al intestino grueso, donde se multiplican por bipartición y pueden seguir dos rutas:
Si no se trata, la ameba puede erosionar la pared intestinal y diseminarse por vía hemática hacia otros órganos, principalmente el hígado, donde forma abscesos hepáticos. También puede alcanzar los pulmones o el cerebro, dando lugar a formas extraintestinales graves.