Portada » Biología » Bacterias: Morfología, Nutrición, Estructura y Reproducción de Organismos Procariotas
La célula bacteriana fue una de las primeras pobladoras del planeta y son, seguramente, las formas de vida más pequeñas. Sin embargo, son las que más han evolucionado, dando lugar a diversos organismos, entre ellos la célula eucariota y, por ende, a nosotros mismos. Recuerda la teoría endosimbiótica de la unidad 2, en ella se explicaba el posible origen de mitocondrias y cloroplastos a partir de bacterias primitivas que fueron endocitadas por otros microorganismos, con los que establecieron una relación simbiótica.
Las bacterias son organismos unicelulares procariotas que se dividen por fisión binaria y con un tamaño que oscila entre 1 y 10 micrómetros (µm). Están adaptadas a vivir en cualquier ambiente.
Morfológicamente, las bacterias presentan formas características que, en ocasiones, pueden estar influidas por las condiciones del medio en el que habitan.
Son unicelulares, pero pueden aparecer agrupadas, manteniéndose unidas tras la bipartición y formando colonias.
Para poder estudiar las bacterias se utilizan preparados artificiales líquidos o sólidos, conocidos como medios de cultivo, en los que pueden crecer. Estos medios de cultivo deben presentar una serie de condiciones óptimas, tales como temperatura, grado de humedad, presión de oxígeno y un pH adecuado (grado correcto de acidez o alcalinidad), que permitan una actividad bacteriana óptima.
Las bacterias, al igual que el resto de los seres vivos, realizan tres funciones básicas: nutrición, relación y reproducción.
La función de nutrición posibilita las reacciones metabólicas que permiten a la bacteria obtener energía y el suministro de materiales para la síntesis celular.
En función de la fuente de energía utilizada, las bacterias pueden clasificarse de la siguiente manera:
La ultraestructura de las bacterias, al ser organismos procariotas, requiere para su estudio el uso del microscopio electrónico.
Se distinguen tres estructuras principales: la cápsula, la pared bacteriana y la membrana plasmática.
En función de la estructura y composición de la pared bacteriana, se diferencian las bacterias Gram positivas de las Gram negativas.
Gram inventó esta tinción al tratar de diferenciar dos tipos de bacterias causantes de la neumonía. Mediante esta tinción, las bacterias se separan en dos grupos: Gram positivas (que aparecen coloreadas de púrpura-azul) y Gram negativas (que aparecen de color rojo).
Una de las características que diferencia a las bacterias Gram positivas de las Gram negativas es el espesor de la pared bacteriana: en las bacterias Gram negativas es más delgada (10-15 nm) que la de las Gram positivas (20-25 nm). Además, existen otras diferencias esenciales en cuanto a su composición.
Ambos tipos de bacterias presentan un heteropolímero, conocido como peptidoglucano o mureína —que aparece coloreado en verde y es más espeso en Gram positivas—, el cual es responsable de la rigidez de la pared bacteriana. Este compuesto rodea a toda la célula y está formado por tres componentes:
En las bacterias Gram negativas, el peptidoglucano representa tan solo el 10% de la pared. En ellas, esta molécula se dispone en una sola capa delgada, comprendida entre dos membranas: una interna y otra externa.
En las Gram negativas aparecen diferentes capas:
Las Gram negativas tienen una capa delgada de peptidoglucano, que se encuentra unida a una membrana externa a través de unas lipoproteínas. La membrana externa es una bicapa de fosfolípidos, proteínas y lipopolisacárido.
En las bacterias Gram positivas, el peptidoglucano representa hasta el 90% de la pared y forma una red que origina varias capas superpuestas que constituyen una estructura gruesa y rígida.
Las Gram positivas contienen una sola capa y, además, llevan ácidos teicoicos (que contienen glicerol o ribitol fosfatos) y ácidos lipoteicoicos, los cuales se unen al peptidoglucano o a la membrana citoplasmática.
Los antibióticos, como la penicilina o la cefalosporina, se unen a la pared bacteriana e impiden que esta se sintetice de manera adecuada. Al no tener la pared bacteriana su estructura correcta, se vuelve poco rígida y estalla por ósmosis. Otros antibióticos alteran la estructura de la membrana plasmática, impiden la síntesis del ácido nucleico o la síntesis de proteínas bacterianas, entre otros mecanismos.
La pared bacteriana realiza, como es sabido, funciones tales como dar forma a la bacteria, prevenir la lisis osmótica, regular el intercambio de sustancias entre el interior y el exterior de la bacteria, o conferir capacidad antigénica.
Esta membrana presenta hacia el interior de la célula una serie de plegamientos de diferentes formas —esféricas, tubulares, laminares y ramificadas— conocidos como mesosomas. En ellos abundan las enzimas que intervienen en diversos procesos, como la duplicación del ADN, la respiración o fermentación, y la fotosíntesis.
El citoplasma o matriz citoplasmática es la sustancia englobada por la membrana plasmática. Se encuentra formada fundamentalmente por agua (80%), enzimas, glúcidos, lípidos e iones, y en él se dan la mayor parte de las reacciones vitales para la célula.
Carece de citoesqueleto, pero contiene:
El proceso de reproducción bacteriana es por bipartición, una forma de división asexual por la que se obtienen dos bacterias hijas que son genéticamente idénticas a la bacteria madre de la que provienen.
Si las condiciones del medio en las que viven dichas bacterias cambian drásticamente, toda esa población bacteriana podría morir, ya que son clones.
Las bacterias pueden cambiar; este hecho puede deberse a dos fenómenos diferentes. Por un lado, a la gran cantidad de mutaciones que pueden darse en su material genético. Por otro, los cambios en las bacterias también pueden darse por un fenómeno llamado procesos parasexuales.
Existen tres mecanismos parasexuales en las bacterias: