Portada » Geografía » Vivienda Social de Entreguerras: Comparativa entre los Höfe Vieneses y las Siedlungen Alemanas
Tras la Primera Guerra Mundial, Austria se convirtió en una república tras la caída del Imperio Austrohúngaro. Durante el periodo de la Viena Roja (1919–1934), gobernado por el Partido Socialdemócrata Obrero Austriaco, se priorizó la construcción de viviendas públicas como herramienta de transformación social. Las medidas adoptadas incluían la creación de aproximadamente 15.000 viviendas por año y un plan que construyó 66.000 viviendas públicas en una década, financiadas con impuestos progresivos.
En Alemania, la derrota en la guerra y la crisis económica de la posguerra impulsaron soluciones habitacionales urgentes bajo la República de Weimar (1919–1933). Con un enfoque en la racionalización y la industrialización de la construcción, las Siedlungen buscaban resolver el déficit de vivienda, especialmente para la clase obrera, mientras se experimentaba con nuevas teorías urbanísticas y arquitectónicas del Movimiento Moderno.
Los Höfe de Viena y las Siedlungen de Alemania fueron soluciones habitacionales de entreguerras, surgidas en contextos distintos, pero con objetivos comunes: dar vivienda digna a las clases trabajadoras.
En cuanto a tecnología, los Höfe dependían de métodos tradicionales, lo que incrementó costes y limitó su escalabilidad. En cambio, las Siedlungen adoptaron técnicas industrializadas, reduciendo costes y acelerando la construcción, aunque algunas fueron criticadas por ser utópicas.
Socialmente, los Höfe simbolizaban la colectividad y la igualdad, mientras que las Siedlungen ofrecían soluciones más pragmáticas al problema de la vivienda. Ambos modelos comparten el fuerte compromiso público, la integración de zonas verdes y la innovación arquitectónica.
Ambos instrumentos comparten el objetivo de organizar el espacio urbano de manera ordenada, sostenible y adaptada a las necesidades sociales y económicas. Tanto el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) como el Plan Maestro estructuran el territorio asignando usos específicos al suelo (residencial, industrial, recreativo…) y establecen previsiones a largo plazo para el crecimiento urbano, aunque desde perspectivas distintas.
El PGOU se caracteriza por su adaptabilidad a la diversidad de municipios en España. Este instrumento clasifica el suelo en tres categorías básicas (urbano, urbanizable y no urbanizable) y establece normas tanto generales como detalladas. Su flexibilidad permite ajustarse a las necesidades emergentes de cada contexto, siendo especialmente útil en entornos donde los cambios sociales y económicos requieren respuestas ágiles. Además, el PGOU opera en un marco jurídico que reconoce la propiedad privada y facilita la coordinación entre administraciones y promotores privados.
El Plan Maestro de Ámsterdam, desarrollado bajo la influencia del Modernismo urbanístico y el positivismo, presenta una visión cerrada y altamente detallada del crecimiento urbano. Su propuesta enfatiza la segregación funcional (trabajo, vivienda y recreo) y modelos innovadores como la ciudad jardín. El enfoque riguroso del plan buscaba unificar el tamaño y la extensión de la ciudad, permitiendo planificar con precisión servicios e infraestructuras.
Esta rigidez también produjo dificultades para adaptarse a cambios demográficos y económicos, lo que generó críticas. La subestimación de la demanda de vivienda demostró los riesgos de planteamientos excesivamente cerrados sin margen de adaptación. Aun así, el Plan Maestro de Ámsterdam constituye un momento clave en la evolución del urbanismo y deja lecciones para enfoques más flexibles y contemporáneos.
Los planes generales son instrumentos fundamentales para garantizar un desarrollo urbano coherente, organizado y sostenible. A través de ellos se establece la estructura básica del territorio, definiendo diferentes zonas según sus usos específicos y regulando tanto la ordenación estructural como la pormenorizada. Su cometido principal consiste en coordinar el crecimiento de las ciudades con las necesidades sociales, económicas y ambientales, asegurando que los recursos se distribuyan de forma equitativa y eficiente.
La necesidad de los planes generales radica en su capacidad para anticipar y gestionar la evolución urbana, reduciendo conflictos derivados del crecimiento desordenado y promoviendo un acceso equilibrado a servicios, dotaciones e infraestructuras. Además, permiten preservar espacios con valor cultural, paisajístico o ambiental, contribuyendo así a un modelo urbano más sostenible y respetuoso con el entorno.
Entre sus ventajas destaca la estabilidad a largo plazo, aspecto que favorece la inversión y permite coordinar la acción de los diferentes agentes implicados en el desarrollo urbano, tanto públicos como privados.
No obstante, también presentan ciertas limitaciones. Su elaboración e implementación suelen ser procesos complejos y largos, y en ocasiones pueden mostrar una escasa flexibilidad para adaptarse a cambios rápidos en las necesidades urbanas o en las dinámicas socioeconómicas. A pesar de estas dificultades, los planes generales siguen siendo herramientas esenciales para asegurar un urbanismo ordenado, resiliente y capaz de responder de manera coherente a los desafíos contemporáneos.
Los instrumentos de ordenación urbanística son herramientas esenciales para planificar y regular el desarrollo del territorio.
Categorías de Suelo:
La clasificación del suelo sirve para:
La clasificación del suelo según su uso principal define las actividades permitidas en cada área:
