Portada » Psicología y Sociología » El Fenómeno de la Soledad: Perspectivas Psicológicas y Sociológicas
La soledad es uno de los sentimientos o estados más comunes que podemos experimentar los seres humanos. Se caracteriza por la falta de un acompañamiento, lo cual es lo que comúnmente genera la sensación de no sentirse solo.
Al estudiar la soledad, encontramos en ella dos dimensiones fundamentales:
Se puede interpretar la soledad de dos maneras: estar solo o sentirse solo. No es lo mismo estar solo que sentirse solo.
“Estar solo no es siempre un problema” (Rubio, 2004). Todas las personas necesitan pasar cierto tiempo a solas, lo que se aprovecha para conseguir ciertos objetivos. A veces, deseamos estar solos porque ciertas actividades requieren aislamiento. Evidentemente, la soledad deseada y conseguida no constituye un problema para las personas, incluidas las personas mayores.
Sentirse solo, en cambio, es algo más complejo y paradójico, ya que puede ocurrir incluso que lo experimentemos estando en compañía. En este sentido, la soledad es una experiencia subjetiva que se produce cuando no estamos satisfechos o cuando nuestras relaciones no son suficientes o no cumplen con las expectativas que teníamos (Bermejo, 2005).
Desde la psicología, la soledad se define como la ausencia, real o percibida, de relaciones sociales satisfactorias. Esta ausencia se presenta frecuentemente con síntomas de trastornos psicológicos y desadaptación, tales como ansiedad, depresión, insomnio, abuso de drogas y alcoholismo.
El término soledad, entonces, se refiere a la carencia de compañía que experimenta un individuo. Este aislamiento y falta de contacto con otras personas puede deberse a diferentes factores: por propia elección de la persona (porque se siente triste y no tiene ganas de vincularse con otros, o porque disfruta estar sin ningún tipo de compañía), o por causas externas (como una enfermedad altamente contagiosa, hábitos sociales desviados, o la imposibilidad de encontrar a alguien con quien compartir su vida). Hay muchas maneras de experimentar la soledad:
La soledad no siempre se extiende a todas las áreas de la vida. A veces se limita a un solo contexto. Por ejemplo, alguien que no tiene amigos o conocidos en la escuela o facultad a la que asiste o trabaja puede sentirse solo en ese entorno, incluso si siente la intimidad de muchos seres queridos en otros lugares.
Al clasificar los tipos de soledad, es importante tener en cuenta el factor tiempo. La soledad transitoria ocurre bajo ciertas circunstancias y no dura más de un día. Por ejemplo, cuando hay un conflicto en una relación de amor o amistad, se puede sentir que existe un obstáculo que nos separa de los demás, o que nos revela aspectos de nuestra personalidad, lo que nos lleva a repensar nuestras relaciones.
Esta sensación de soledad no depende de un entorno o situación específicos, sino que existe permanentemente con el paso del tiempo y permanece en diferentes áreas de la vida. Por supuesto, esto no significa que nunca desaparecerá, o que no podamos hacer nada para que desaparezca. En condiciones apropiadas, puede debilitarse hasta que desaparece, pero requiere un esfuerzo mayor que otros tipos de soledad más dependientes del entorno.
Debe recordarse que la diferencia entre la soledad crónica y la transitoria es solo una cuestión de grado, y no existe una separación clara entre ambas. Por ejemplo, podemos encontrar que una persona está en una vida muy monótona, que consiste en un solo tipo de ambiente, y se siente sola: en este caso, no estaría muy claro si se trata de soledad crónica o transitoria, porque podemos entender que se estanca en el momento de su vida y aparece repetidamente día tras día.
En algunos casos, la soledad es el resultado del aislamiento que uno mismo decide usar como un elemento decisivo en su vida. Por ejemplo, aquellos que tienen miedo de ser decepcionados por amigos o familiares y desarrollan una actitud social inadecuada, o en general, desconfían de los demás.
En otros casos, esta forma de soledad también puede surgir por razones religiosas, como la voluntad de dedicarse a la vida de uno o más dioses sin abrazar la hostilidad hacia los demás.
La soledad impuesta es el resultado de una serie de privaciones materiales o sociales sufridas por la persona contra su voluntad. La imposibilidad de establecer una relación normal y duradera puede conducir a una sensación de aislamiento, que corresponde a hechos objetivos, como la falta de tiempo libre o el hecho de vivir en un lugar pequeño con pocas oportunidades de interacción.
Por otro lado, el hecho de que la soledad sea impuesta por otros no significa que la existencia de esta emoción sea el propósito directo de las acciones tomadas contra la persona que sufre. Por ejemplo, esto puede ser causado por horas de trabajo excesivas, donde la prioridad es ganar dinero, limitando el tiempo para socializar.
La soledad existencial es muy diferente de otros tipos de soledad porque tiene un impacto relativamente pequeño en la calidad y cantidad de nuestras interacciones con los demás. Por el contrario, en este estado, los sentimientos de soledad se mezclan con las dudas sobre la existencia de una persona y la relación entre nosotros y los demás.
Si la autoconciencia es una experiencia privada y subjetiva que no se puede compartir, nuestra supervivencia puede considerarse como algo completamente diferente de nuestro entorno y de quienes habitan en él. Por otro lado, la falta de significado de la vida misma nos hará perder el contacto con el resto del universo. En otras palabras, esta es una experiencia que generalmente causa incomodidad o inquietud y no se puede resolver intentando hacer más amigos o conociendo a más gente.
