Portada » Economía » La Empresa: Concepto, Evolución Histórica y su Naturaleza como Sistema Complejo
Una empresa se puede definir como:
Los componentes clave que configuran una empresa son:
La relación entre la Estructura de la Empresa, su Estrategia y el Mercado es fundamental para su desempeño.
Frecuentemente, nos encontramos con términos afines al de «empresa» que, sin embargo, representan realidades distintas y es crucial diferenciarlos:
Una sociedad mercantil es una unidad jurídica, una forma legal que regula el conjunto de relaciones que se producen entre los recursos aportados por dos o más titulares o personas. Un ejemplo claro es la Sociedad Anónima.
La explotación se refiere a la unidad técnica, es decir, al conjunto de procesos tecnológicos que se llevan a cabo para producir bienes o servicios.
Una planta o establecimiento es la unidad física, el lugar concreto donde se localiza y desarrolla la actividad económica de un negocio.
La empresa, en su acepción más pura como unidad económica, lleva implícito el desarrollo de las siguientes actividades fundamentales:
Existen otros términos que a menudo se usan indistintamente, pero que tienen matices:
La empresa ha experimentado una profunda transformación a lo largo de la historia, adaptándose a los cambios económicos, tecnológicos y sociales. A continuación, se describen las principales etapas:
Basa su actividad en una transformación primaria y artesanal de los factores productivos. Se corresponde con la época feudal, donde el artesano era el empresario y primaba la dimensión técnica de la producción.
Se corresponde con el capitalismo mercantil (siglos XV-XVI). Surge como consecuencia del incremento del comercio internacional y colonial, así como del desarrollo político y económico de las ciudades y los estados. Los negocios de esta era necesitaron nuevas formas societarias y planteamientos organizativos, evolucionando de sociedades personalistas (colectivas y en comandita) a las modernas sociedades anónimas. En esta etapa, se crea el concepto de acción y prima la dimensión técnico-económica.
Se corresponde con el capitalismo industrial (siglos XVIII-XIX). Durante este periodo, se producen la Primera Revolución Industrial (industria pesada, máquina de vapor) y la Segunda Revolución Industrial (motor de combustión, electricidad, electrónica). La empresa se configura como una estructura más compleja y organizada, bien como Sociedad Anónima o como grupo de sociedades. La estructura se determina sobre una base funcional y prima la dimensión económico-productiva.
La empresa industrial experimenta un crecimiento significativo que requiere una importante financiación. Esto conduce a una separación entre la propiedad y el control o administración, dando lugar a la figura de la Tecnoestructura. En esta etapa, prima la dimensión financiera y de decisión, marcando el inicio del capitalismo financiero.
En el feudalismo clásico (siglo XIII), los individuos veían limitada su capacidad para desarrollar iniciativas económicas. Los pactos feudales obligaban a los campesinos a utilizar los monopolios señoriales (molino, horno, en su herrería del señor). El señor, incluso, podía tener el derecho de primicias, es decir, el derecho a vender sus productos antes que nadie.
La tierra, principal riqueza económica, no podía comprarse y venderse libremente. Incluso un bien económico como el trabajo no circulaba libremente.
En las ciudades, los gremios, asociaciones de mercaderes y artesanos, limitaban la cantidad, calidad y precio de las mercancías, eliminando la competencia y restringiendo el desarrollo de las actividades industriales.
Esta doctrina implicaba una gran dedicación al marco legal que regulaba la producción y el comercio (rutas comerciales), como vías para conseguir una óptima organización que lo facilitara: desarrollo de la infraestructura del país, comunicaciones, puertos, desarrollo de mercados exteriores que absorbieran exportaciones, etc.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII se desarrolla el mercantilismo, presentándose con matices y modalidades distintas según los países o las épocas.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX se desarrolla el capitalismo industrial, que trajo consigo una nueva forma de organización del trabajo, caracterizada por la división del trabajo y una mayor especialización de la mano de obra.
La industrialización ha supuesto el mayor cambio para la humanidad desde la llamada «Revolución Neolítica».
En la segunda mitad del siglo XIX se produce la aparición de grandes grupos industriales y bancarios. El progresivo control de estos últimos sobre los primeros significó la aparición del capitalismo financiero. La necesidad de nuevos mercados donde colocar los grandes excedentes de producción condujo paralelamente al surgimiento del imperialismo (considerado el estado supremo del capitalismo).
La Primera Guerra Mundial trajo consigo la más grave crisis del capitalismo, y tras la Segunda Guerra Mundial, a pesar de las diversas crisis que nuevamente se presentaron, el sistema experimentó un espectacular desarrollo en los países occidentales, lo cual puso de manifiesto su renovada vitalidad.
La teoría general de sistemas aporta postulados y principios fundamentales para el estudio de la empresa, considerándola como un sistema complejo e interconectado:
Una empresa puede ser vista como un conjunto de subsistemas interrelacionados:
La complejidad de la empresa moderna se deriva de varios factores:
La empresa actual es un sistema complejo debido a su gran número de elementos o partes, fruto de un crecimiento evolutivo. Estos elementos se apoyan sobre tres bases fundamentales: el sistema técnico, el sistema social y la capacidad de apertura de la propia organización.
El sistema técnico es el conjunto de procesos, tecnologías y métodos que se desarrollan en una o más plantas a través de una o más sociedades.
Los componentes estructurales que contribuyen a la complejidad empresarial incluyen:
Los elementos de comportamiento que añaden complejidad son: