Portada » Historia » La Transformación Industrial de Europa: Avances y Cambios Sociales
La Revolución Industrial, iniciada en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII, supuso una profunda transformación económica y social. Este periodo se caracterizó por un conjunto de cambios tecnológicos y económicos que sentaron las bases de la sociedad moderna.
A partir de mediados del siglo XVIII, Europa experimentó un notable proceso de crecimiento poblacional, conocido como revolución demográfica. Este fenómeno fue especialmente pronunciado en Gran Bretaña, donde la población se duplicó a lo largo del siglo. Las causas principales de este crecimiento fueron:
Como resultado, se observó una disminución de la mortalidad y un crecimiento de la natalidad, lo que elevó la esperanza de vida de 38 a 50 años.
El incremento demográfico impulsó una mayor demanda de alimentos, lo que provocó un alza en los precios agrícolas. Esto incentivó a los propietarios a mejorar su producción. Dos transformaciones clave marcaron esta etapa:
La innovación tecnológica fue un pilar fundamental de la Revolución Industrial. Las máquinas comenzaron a reemplazar el trabajo manual, modificando los sistemas artesanales. Cada avance técnico incrementaba la productividad y reducía los costes, permitiendo vender productos más baratos, aumentar la demanda y obtener mayores beneficios.
Inicialmente, las máquinas funcionaban con fuerza humana o energía hidráulica. Sin embargo, la invención de la máquina de vapor por James Watt en 1769, que utilizaba el carbón como combustible, revolucionó la producción y se convirtió en el símbolo de la época. La generalización del sistema fabril supuso la concentración de obreros y máquinas en grandes edificios industriales: las fábricas. A diferencia del sistema artesanal, se implementó la división del trabajo, donde cada obrero se especializaba en una pequeña parte del proceso productivo.
El primer sector en mecanizarse fue la industria del algodón, tanto en el hilado como en el tejido. El gran comercio de «indianas» (tejidos de la India) impulsó al gobierno británico a estimular la producción nacional. Innovaciones como la lanzadera volante (1733) aumentaron la velocidad del tejido. Posteriormente, surgieron máquinas de hilar como la Water Frame, la Jenny y la Mule, que dispararon la producción de hilo. El telar mecánico (1785) completó la mecanización textil.
La utilización del carbón de coque, de alta potencia calorífica, permitió un aumento considerable en la producción de hierro. Más tarde, Bessemer inventó un convertidor para transformar el hierro en acero. La creciente demanda de hierro para herramientas agrícolas, maquinaria y ferrocarriles estimuló el desarrollo de nuevos procesos, como la fabricación de láminas de hierro.
Una serie de innovaciones transformaron radicalmente los transportes, facilitando el aumento del comercio.
A mediados del siglo XVIII, Gran Bretaña mejoró sus vías de comunicación. El ferrocarril, inicialmente utilizado en minas para transportar mineral, evolucionó con un nuevo sistema de raíles de hierro y ruedas con pestañas para evitar descarrilamientos. La primera línea de pasajeros se inauguró en 1830. La expansión de la red ferroviaria europea impulsó la siderurgia, acortó distancias, aumentó la seguridad y abarató el transporte de mercancías.
La máquina de vapor se aplicó al transporte, dando lugar a los barcos de vapor construidos con hierro, que sustituyeron a los de vela y redujeron drásticamente los tiempos de travesía, como cruzar el Atlántico en 15 días.
La Revolución Industrial dio paso a una economía de mercado, orientada a la venta y no solo al autoconsumo. El aumento de la producción, el crecimiento demográfico y la mejora del poder adquisitivo facilitaron la expansión del comercio interior y exterior. Las teorías del librecambio promovían la libertad comercial, aunque muchos estados, para proteger sus industrias nacientes, adoptaron el proteccionismo mediante impuestos a las importaciones.
La Revolución Industrial consolidó el capitalismo como modelo económico y el liberalismo como su doctrina política de apoyo. Este sistema se expandió desde Gran Bretaña al resto de Europa, Estados Unidos y Japón.
Pensadores como Adam Smith sentaron las bases del liberalismo económico, cuyos principios son:
En el capitalismo, los medios de producción son propiedad privada de la burguesía, mientras que los obreros venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario. La falta de planificación y el aumento constante de la producción generan crisis económicas cíclicas, provocadas por un desajuste entre oferta y demanda, que conducen a quiebras y desempleo.
Los bancos adquirieron gran importancia al facilitar préstamos, comprar acciones y gestionar pagos. Se convirtieron en intermediarios entre ahorradores e industriales. La necesidad de grandes capitales para las empresas dio lugar a las sociedades anónimas, cuyo capital se fracciona en acciones negociables en la bolsa de valores.
A principios del siglo XIX, la industrialización se extendió a Francia y Bélgica, con un mayor peso de la siderurgia. Entre 1870, Rusia, Alemania, Estados Unidos y Japón se industrializaron rápidamente, adoptando tecnología avanzada, capital exterior y con una mayor intervención estatal. En el sur de Europa coexistieron regiones industrializadas y zonas rurales, mientras que Europa oriental se mantuvo al margen hasta bien entrado el siglo XX.
A mediados del siglo XIX, el liderazgo económico de Gran Bretaña comenzó a ser compartido con Alemania, Estados Unidos y Japón.
La electricidad y el petróleo comenzaron a desplazar al carbón. La invención de la dinamo (1869), el alternador y el transformador permitieron la producción y distribución de electricidad, revolucionando la industria, el transporte y las comunicaciones. La extracción de petróleo en Estados Unidos a mediados del siglo XIX y la invención del motor de explosión (1885) posibilitaron el desarrollo del automóvil. El motor Diesel mejoró la navegación, y la aviación despegó con el primer vuelo de los hermanos Wright en 1803.
En la industria, la metalurgia avanzó con la creación de nuevos materiales como el acero inoxidable y el aluminio. La industria del automóvil se popularizó con el coche utilitario de Henry Ford. La industria química experimentó un gran desarrollo en la fabricación de abonos, pesticidas, tintes y productos farmacéuticos. El cemento armado permitió la construcción de los primeros rascacielos.
A finales del siglo XIX, la fabricación en serie se impuso como método para aumentar la productividad, reducir tiempos y costes. El Taylorismo, o producción en cadena, dividió el proceso productivo en tareas específicas, optimizando el rendimiento de la mano de obra. La producción de automóviles Ford fue pionera en este sistema, logrando una producción masiva y estandarizada a menor coste.
Las elevadas inversiones de capital impulsaron la concentración industrial. Para limitar la competencia, surgieron acuerdos como el cartel (acuerdos entre empresas), el trust (fusión de empresas), el holding (grupo financiero) y el monopolio (derecho exclusivo de comercialización).
El sistema industrial dio paso a la sociedad de clases, reemplazando a la antigua sociedad estamental. Los dos grupos principales eran la burguesía y el proletariado.
La burguesía, propietaria de industrias y negocios, se convirtió en el grupo hegemónico. Se distinguía entre la gran burguesía (banqueros, rentistas, grandes industriales), la mediana burguesía (profesionales liberales, funcionarios, comerciantes) y la pequeña burguesía (empleados, tenderos). La burguesía, a menudo fusionada con la antigua nobleza, impuso sus valores, estilo de vida y modelo social.
El proletariado industrial y urbano, los trabajadores de las fábricas, constituían el grupo más numeroso y desfavorecido. Inicialmente, no existía legislación laboral, y las condiciones de trabajo (horarios, salarios) eran arbitrarias. Las jornadas eran de 12 a 14 horas, los salarios insuficientes, obligando a trabajar a mujeres y niños por salarios inferiores. Las precarias condiciones higiénicas en los talleres provocaban enfermedades.
La primera reacción obrera fue el ludismo, la destrucción de máquinas como protesta. Con el tiempo, surgió la conciencia de clase. Se crearon las primeras sociedades de socorros mutuos para ayuda económica en caso de enfermedad o paro. A pesar de ser ilegalizadas, se fundaron los primeros sindicatos, que agrupaban a obreros del mismo ramo (sindicato general de hiladores) o de distintos oficios (Great Trade Union, 1834). Sus reivindicaciones incluían el derecho de asociación, la reducción de la jornada laboral, mejoras salariales y la regulación del trabajo infantil.
Las ciudades se convirtieron en el centro de la vida industrial, experimentando un gran crecimiento. La mecanización agrícola y la concentración de la propiedad provocaron la emigración de campesinos a las ciudades en busca de trabajo en las fábricas. El centro urbano se modernizó con nuevas calles, edificios, sistemas de alcantarillado, agua, gas y electricidad. Se crearon barrios residenciales para las clases altas y suburbios obreros con deficientes condiciones de salubridad e higiene. La aparición de nuevos medios de transporte (ferrocarril, tranvía, metro, automóviles) facilitó la expansión de zonas comerciales, de servicios públicos (hospitales, escuelas) y de ocio (teatros, cafés).
//7.1 Marxismo y socialismo: Karl Marx y Friedrich Engels denunciaron la exportación de la clase trabajadora y defendieron la necesidad de una revolución obrera para destruir el capitalismo. A través de la revolución, el proletariado conquistaría el poder político y crearía un estado obrero que socializaría la propiedad. El fin de la propiedad privada llevaría a la progresiva desaparición de las clases sociales y del estado, para alcanzar el ideal de sociedad comunista, la sociedad sin clase. La creación de partidos obreros socialistas tenia como objetivo la realización de la revolución propietaria, también defendían su intervención en la vida política a través de la participación en las elecciones y la entrada en los parlamentos nacionales. Los diputados socialistas impulsarían una legislación mas favorable a los trabajadores (sufragio universal, impuesto progresivo sobre la renta, jornada laboral de ocho horas…).