Portada » Diseño e Ingeniería » Ingeniería y Construcción Subacuática: Procedimientos y Técnicas Esenciales
El cálculo del ángulo del talud es esencial para prevenir el derrumbe durante la construcción de zanjas y la colocación de estructuras para su enterramiento. Este ángulo depende directamente de la profundidad de la zanja y de la consistencia del terreno. Existen tablas específicas que facilitan el cálculo de estos ángulos. No obstante, como norma de seguridad fundamental en operaciones subacuáticas, la zanja nunca debe exceder la altura de la proyección horizontal de la pendiente.
Se hincan las estacas o pilotes con una separación que varía en función de la resistencia del fango y a una profundidad superior a la de la capa de fango. Las estacas se desmochan a 1 metro del fondo, se realiza un enrase de 0.5 metros y, finalmente, se construye una cimentación encajonada de 1 metro de espesor (incluyendo 0.5 metros de los pilotes).
Se hincan las estacas hasta alcanzar el firme, disponiéndolas en dos filas dobles juntas a cada extremo para impedir la salida del fango. Adicionalmente, se distribuyen dos filas de pilotes en el interior. Se cortan a 1 metro del fondo, se enrasa con grava 0.5 metros y, por último, se ejecuta la cimentación encajonada de 1 metro de espesor. Los pilotajes se hincan mediante golpes de martinete, cuyas mazas pueden pesar desde 500 kg (soltadas desde alturas no mayores a 6 metros) hasta 2.5 toneladas (con alturas de 1 metro).
Los encofrados deben estar debidamente lastrados y apuntalados. Las uniones entre paneles deben ser estanqueizadas y estar unidas en su interior con tubos de PVC. Por su interior, las gavillas traspasan los paneles de encofrado para su sujeción con perrillos, y deben poder desmontarse fácilmente durante el desencofrado.
La denominación del hormigón sigue un formato estandarizado, donde cada letra representa una característica específica:
Es crucial recrecer las dimensiones del encofrado para evitar el lavado del hormigón. Se recomienda un recrecido de 10 cm en pilares y muros sumergidos, y de 20 cm para estructuras mayores de 4 m².
El principal desafío al hormigonar bajo el agua es el lavado y la separación de sus componentes (áridos y cementos). El método Tremie utiliza un tubo vertical y estanco, que se ensancha en su parte superior en forma de embudo para verter el hormigón. Las paredes del tubo deben ser lisas y su diámetro depende de la granulometría de los áridos:
El vertido se realiza llenando el tubo completamente fuera del agua y sumergiéndolo con la boca sellada. En el fondo, la boca se posiciona a 10 cm del fondo del encofrado y se rompe el sello. El tubo no debe separarse hasta que la propia mezcla haya sumergido la boca del tubo. El tubo se va extrayendo progresivamente con cuidado de no dejar menos de 70 cm entre la boca y la superficie del hormigón, utilizando un medidor de nivel de llenado como apoyo.
La construcción por tramos es la modalidad más común, requiriendo menor infraestructura y permitiendo el uso de cualquier tipo de material. Sin embargo, es un proceso más lento, presenta dificultades en zonas de mal tiempo y las inspecciones de calidad son más complejas.
Antes de cualquier inmersión en presas, es imperativo seguir una serie de precauciones rigurosas:
La inspección de un emisario submarino debe abarcar los siguientes puntos clave:
Los problemas de corrosión en estructuras de hormigón son frecuentes y pueden originarse en diversas etapas:
Los ultrasonidos emplean pulsos ultrasónicos de alta frecuencia que se emiten en un material conductor. El equipo recibe el eco producido por una discontinuidad profunda en el material o por la frontera. Este método permite medir el espesor del material o detectar grietas profundas.
La radiografía implica la emisión de rayos X o gamma sobre una superficie metálica, con una placa fotográfica en su cara posterior. En la placa se registran las discontinuidades producidas por la presencia de diferentes materiales. Es un método comúnmente utilizado para la inspección de soldaduras.