Portada » Arte » Misiones Jesuíticas de Chiquitos: Patrimonio Arquitectónico de Bolivia
Fue la primera Misión de la región, fundada en el año 1691. La iglesia, edificada entre 1749 y 1752 por el padre Martin Schmidt, fue restaurada entre 1987 y 1992 bajo la dirección del Rvdo. Hans Roth. Como caso único entre las Misiones, los pilares de madera que sostienen la nave están pintados.
Construcciones originales, con una disposición similar para todas las Misiones, subsisten en:
En San Javier se establecieron la primera escuela de música y un taller donde se fabricaban violines, arpas y clavecines.
Fundado en 1708, este pueblo, verdadero remanso de paz, ha conservado la sencillez de sus calles flanqueadas por casas de adobe con galerías de arcadas. La iglesia es una verdadera joya. Construida entre 1753 y 1756 por Martin Schmidt, debe su actual aspecto a la reconstrucción operada por Hans Roth a partir de 1975. Roth acentuó la riqueza decorativa del edificio mediante una mayor utilización de pintura de pan de oro y multiplicando los vivos colores, lo cual hace que hoy la iglesia parezca un magnífico cofre de joyas.
El elevado campanario negro, encaramado sobre pilares tallados, es el único con reloj entre las Misiones. Actualmente, no funciona.
Los dos confesionarios, colocados frente a frente en la nave, son una muestra del alto nivel de maestría que alcanzó el arte del tallado en madera.
Las construcciones anexas albergan, sobre todo, el Obispado y los Archivos Musicales, donde se conservan las partituras escritas y ejecutadas en las Misiones. Estos archivos son únicos en América del Sur, no solamente por su riqueza.
Con alrededor de 20.000 habitantes, este pueblo es hoy el más poblado y dinámico económicamente de la región.
Conocida como la «perla de las Misiones», debido a la cantidad y riqueza de sus tallados en madera, la iglesia resistió los embates del tiempo hasta su demolición en 1948. Reemplazada por una construcción moderna en 1968, solo ha conservado de su pasado jesuítico las obras que decoraban el interior de la iglesia.
Fundada en 1721, fue una de las más prósperas. El complejo arquitectónico presenta la originalidad de haber sido edificado sobre un terraplén que domina la plaza principal, realzando la fachada de la iglesia. En una de sus crónicas, Martin Schmidt relata que durante la construcción, doscientos hombres trabajaban diariamente en la obra. El templo fue terminado en 1754, pero sin sus altares, que posteriormente realizó en persona el Rvdo. Schmidt, y que son consideradas joyas arquitectónicas.
La iglesia, edificada entre 1749 y 1753 (bajo la dirección del inflexible Martin Schmidt), presenta la particularidad de tener abundante ornamentación de pan de oro, así como de mica, muy frecuente en la región. Su utilización multiplica los reflejos, dando la impresión de superficies argentadas y resplandecientes.
La última Misión construida en la Chiquitanía, fue fundada en 1755, solo 12 años antes de la expulsión de los Jesuitas. Cuando los religiosos se retiraron, la construcción de la iglesia apenas había comenzado y fue terminada por la población indígena. El resultado es una iglesia de aspecto campestre, sobrio y de dimensiones reducidas en comparación con las otras iglesias. Se encuentra rodeada de casas sencillas en un pequeño pueblo donde, como en la época jesuítica, la responsabilidad de cuidar la iglesia constituye un honor que se transmite de padres a hijos.
Los cánones arquitectónicos y la distribución espacial de las misiones siguieron un esquema que fue repetido con ciertas variaciones en el resto de las reducciones misionales. La Misión de San Javier fue la base de este estilo de organización, caracterizado por una estructura modular y una amplia plaza central donde se concentraban la iglesia, el cementerio, las escuelas, los talleres y las viviendas.
El padre suizo Martin Schmid fue el arquitecto y músico creador de las iglesias misionales, imprimiéndoles un estilo barroco mestizo. En la construcción destaca el uso de materiales naturales del lugar, como la madera, empleada en las columnas talladas, los púlpitos, las cajonerías y los altares bañados en oro. El tallado de las imágenes fue una labor mestiza que ha continuado hasta la actualidad en talleres de formación.
La iglesia, compuesta por tres naves, tiene un techo forjado de madera simple, sostenido por columnas de madera de cuchi labrada y horcones en las naves laterales, con un sistema estructural de madera casi independiente de los muros.