Portada » Psicología y Sociología » Trastornos Somatomorfos y Consumo de Sustancias: Clasificación y Criterios Diagnósticos (CIE-10)
En la práctica médica, el clínico se encontrará frecuentemente con un grupo de pacientes que presentan múltiples síntomas (desde simples dolores o molestias hasta síntomas que recuerdan graves alteraciones neurológicas) en los que la exploración médica no podrá determinar la causa orgánica de sus molestias.
Muchos de estos pacientes verán su vida significativamente afectada, consultando reiteradamente a servicios de salud donde, lamentablemente, no pocos serán estigmatizados y mal atendidos.
Los trastornos somatomorfos incluyen un grupo de condiciones en las que las funciones o sensaciones corporales no son explicables por hallazgos anatómicos ni de laboratorio, y donde la base de la sintomatología estaría influenciada por una alteración mental.
El rasgo principal de estos trastornos es la presentación reiterada de síntomas somáticos, acompañados de demandas persistentes de exploraciones clínicas, a pesar de repetidos resultados negativos y de continuas garantías de los médicos de que los síntomas no tienen una justificación somática.
Aun en los casos en los que realmente estuvieran presentes trastornos somáticos, estos no explican la naturaleza e intensidad de los síntomas, ni el malestar y la preocupación que manifiesta el paciente. Incluso cuando el comienzo y la evolución de los síntomas guardan una estrecha relación con acontecimientos biográficos desagradables, o con dificultades o conflictos, el paciente suele resistirse a los intentos de someter a discusión la posibilidad de que las molestias tengan un origen psicológico, lo que puede incluso suceder aun estando presentes síntomas depresivos y ansiosos evidentes.
El grado de comprensión sobre los síntomas, ya sean somáticos o psicológicos, es con frecuencia insuficiente y frustrante, tanto para el paciente como para el médico. En estos trastornos aparece con frecuencia un comportamiento de demanda de atención (histriónico), en particular en pacientes resentidos por su fracaso a la hora de convencer a los médicos de que su enfermedad es de naturaleza fundamentalmente somática y de la necesidad de realizar exámenes o exploraciones adicionales.
El rasgo más destacado de este trastorno es la existencia de síntomas somáticos múltiples, recurrentes y, con frecuencia, variables, que por lo general han estado presentes durante varios años antes de que el paciente haya sido remitido al psiquiatra.
La mayoría de los pacientes han seguido un largo y prolongado camino a través de servicios de medicina primaria y especializados en los que se han llevado a cabo múltiples exploraciones con resultados negativos o intervenciones infructuosas.
Los síntomas pueden afectar a cualquier parte o sistema corporal, pero los más frecuentes son molestias gastrointestinales (dolor, meteorismo, regurgitación, vómitos, náuseas, etc.) y dérmicas (prurito, quemazón, hormigueo, entumecimiento, comezón, dolor, enrojecimiento, etc.). Las quejas sexuales y menstruales son también frecuentes.
En muchas ocasiones están presentes síntomas depresivos o ansiosos, tan importantes que pueden justificar un tratamiento específico.
El curso del trastorno es crónico y fluctuante y suele acompañarse de interferencias duraderas en la actividad social, interpersonal y familiar.
En algunos países, el trastorno es mucho más frecuente en mujeres que en varones, y por lo general comienza al principio de la edad adulta.
Como consecuencia de los frecuentes tratamientos medicamentosos, suele presentarse dependencia o abuso de fármacos (habitualmente sedantes y analgésicos).
Para un diagnóstico preciso, es necesaria la presencia de todos los requisitos siguientes:
Proceso de adaptación del organismo a la droga como resultado de su administración repetida, de tal manera que se necesita ir aumentando progresivamente la dosis para conseguir los mismos efectos.
Es el aumento de los efectos de una droga ante la misma dosis.
Consiste en la aparición de conductas compulsivas de búsqueda y consumo de sustancias.
Trastornos cuya gravedad va desde la intoxicación no complicada y el consumo perjudicial hasta cuadros psicóticos y de demencia manifiestos.
Todos ellos son secundarios al consumo de una o más sustancias psicotrópicas (aun cuando hayan sido prescritas por un médico).
Sustancia psicotrópica: sustancia que posee acción directa sobre el Sistema Nervioso Central (SNC).
Se trata de un estado transitorio consecutivo a la ingestión o asimilación de sustancias psicotrópicas o de alcohol que produce alteraciones del nivel de conciencia, de la cognición, de la percepción, del estado afectivo, del comportamiento o de otras funciones y respuestas fisiológicas o psicológicas.
Este es el diagnóstico principal solo en los casos en los que la intoxicación se presenta en ausencia de problemas más graves o persistentes relacionados con el alcohol u otras sustancias psicotrópicas.
Si no fuera así, tienen preferencia los diagnósticos de consumo perjudicial, síndrome de dependencia o trastorno psicótico.
Se trata de una forma de consumo que ya está afectando a la salud física o mental, como por ejemplo, los episodios de trastornos depresivos secundarios al consumo excesivo de alcohol.
El diagnóstico requiere que se haya afectado la salud mental o física de quien consume la sustancia.
Las formas perjudiciales de consumo son a menudo criticadas por terceros y suelen dar lugar a consecuencias sociales adversas de varios tipos.
Se trata de un conjunto de manifestaciones fisiológicas, comportamentales y cognitivas en el cual el consumo de una droga, o de un tipo de ellas, adquiere la máxima prioridad para el individuo, mayor incluso que cualquier otro tipo de comportamiento de los que en el pasado tuvieron el valor más alto.
La manifestación característica del síndrome de dependencia es el deseo (a menudo fuerte y a veces insuperable) de ingerir sustancias psicotrópicas (aun cuando hayan sido prescritas por un médico), alcohol o tabaco.
La recaída en el consumo de una sustancia después de un período de abstinencia lleva a la instauración más rápida del resto de las características del síndrome de lo que sucede en individuos no dependientes.
“Deseo irresistible de consumir una determinada sustancia”.
Deben presentarse simultáneamente tres o más de las siguientes manifestaciones durante al menos un mes o, si persisten períodos inferiores a un mes, deben haberse presentado repetidas veces y simultáneamente en un período de 12 meses:
Una característica esencial del síndrome de dependencia es que deben estar presentes el consumo de una sustancia o el deseo de consumirla.
Apuntes de Psiquiatría y Salud
Conjunto de síntomas que se agrupan según diferentes modos y niveles de gravedad, y que se presentan cuando hay una abstinencia absoluta o relativa de una determinada sustancia, tras un consumo reiterado, generalmente prolongado o a dosis elevadas.
El comienzo y la evolución del estado de abstinencia están limitados en el tiempo y están relacionados con el tipo de sustancia y la dosis consumida inmediatamente antes de la abstinencia.
El síndrome de abstinencia puede complicarse con convulsiones.
Un síndrome de abstinencia es uno de los indicadores de la presencia del síndrome de dependencia, por lo cual este diagnóstico también debe ser tomado en consideración.
Los síntomas somáticos varían de acuerdo con la sustancia consumida.
Los trastornos psicológicos (por ejemplo, ansiedad, depresión o trastornos del sueño) son también rasgos frecuentes de la abstinencia.
Es característico que los pacientes cuenten que los síntomas del síndrome de abstinencia desaparecen cuando vuelven a consumir la sustancia.
Se trata de un trastorno en el que un síndrome de abstinencia se complica con un delirium.
El delirium tremens es un estado tóxico-confusional acompañado de trastornos somáticos, de corta duración y que a veces pone en peligro la vida. Suele ser consecuencia de la abstinencia absoluta o relativa de alcohol en personas con una grave dependencia y con largos antecedentes de consumo.
El delirium tremens comienza, por lo general, después de interrumpir el consumo de alcohol, aunque puede ser provocado por otros factores (traumatismos o infecciones).
Los síntomas prodrómicos típicos son insomnio, temblores y miedo. A veces, el comienzo está precedido por convulsiones de abstinencia. La tríada clásica de síntomas consiste en obnubilación de la conciencia y estado confusional, alucinaciones e ilusiones vívidas en cualquier modalidad sensorial y temblor intenso. Pueden aparecer también ideas delirantes, agitación, insomnio, inversión del ciclo sueño-vigilia y síntomas de excitación del sistema nervioso vegetativo.