Portada » Psicología y Sociología » El Educador, Desarrollo del Lenguaje y Trastornos Infantiles
El papel del educador corresponde a toda persona adulta que se relaciona con el niño. Así pues, formarán parte de su quehacer diario la comunicación con el pequeño. La persona adulta es un profesional. Para ello, será esencial una actitud entusiasta y motivadora, así como una planificación que le permita alcanzar con éxito sus objetivos.
El educador deberá ser capaz de identificar el nivel madurativo e intelectual del niño y adecuarse a su ritmo evolutivo en particular, integrándole en la marcha global del grupo-clase. La atención y comunicación individualizada es fundamental, y el educador deberá hallar momentos y circunstancias que las favorezcan. Las rutinas diarias, como cambiar pañales o vestirlos, son una ocasión para ello; cualquier ocasión es buena para comunicarse.
La actuación del educador ha de ser entender e interpretar los gestos, expresiones y deseos del niño para satisfacer la necesidad requerida. El educador debe proporcionar el máximo número de estímulos al niño, porque aunque parezca que no los comprende, sí puede captarlos. El educador ayuda a estructurar el pensamiento; no se trata de repetir fonemas o palabras, sino de darles significado.
El educador deberá conocer y dominar las diferentes técnicas expresivas como: plásticas, motrices… Así, la comunicación será más efectiva por ambas partes. El educador, como profesional que es, no puede olvidar el valor creativo que encierra la comunicación; por tanto, deberá potenciarlo. El educador debe evaluar el proceso personal de las adquisiciones y, en ningún caso, limitar el resultado final. Siempre será importante favorecer la creatividad del niño; se debe estimular la imaginación y la búsqueda de recursos. La creatividad y la expresión están muy relacionadas; la expresión potencia la creatividad.
Existen varios factores o mecanismos que van a contribuir a las bases de la adquisición del lenguaje. Son de dos tipos:
El niño nace con una capacidad biológica de desarrollar el lenguaje. Para que este se produzca, necesitará que la madurez de los sistemas neurológico, fisiológico y perceptivo sea adecuada. Los mecanismos de la adquisición del lenguaje son los siguientes:
Para el desarrollo de las facultades, serán necesarias las personas adultas de referencia. Las personas adultas contribuirán en la interacción con el niño a través de:
DISLALIA: Es un trastorno de articulación de los fonemas, ya sea por ausencia o alteración de algunos sonidos concretos o por la sustitución de unos por otros. Puede afectar a uno o varios fonemas y supone una clara alteración de la conducta de la articulación.
DISFEMIA: También llamada tartamudez, es un trastorno en la fluidez del habla que se caracteriza por una expresión verbal interrumpida en su ritmo de un modo más o menos brusco.
DISFASIA: Es un trastorno generalizado del lenguaje debido a una inadecuada adquisición de sus mecanismos.
PARÁLISIS CEREBRAL: Es el resultado de una lesión cerebral de un cerebro en desarrollo. El desarrollo normal va a estar retardado o estacionario y patológicamente degenerado. Los casos más evidentes se detectan en el momento del nacimiento y otros se diagnostican en los primeros meses. Un niño con parálisis cerebral tiene por sí solo pocas posibilidades de adquirir experiencias debido a sus dificultades motrices. No podrá hacer una actividad independiente, lo cual le producirá trastornos de conducta y adaptación.
El niño con parálisis cerebral presenta un trastorno específico llamado disartria, que es un trastorno de la expresión verbal causado por una alteración en el control muscular de los mecanismos del habla. Los trastornos de la disartria son:
El caso extremo es el de la persona que no habla, pero este trastorno es poco frecuente.
El tratamiento de la disartria se debe enfocar como un trastorno de movimiento y se ha de trabajar siguiendo dos niveles:
Primer nivel: Se ha de conseguir mover las partes del cuerpo asociadas a la fonación: cabeza, cuello, hombros.
Segundo nivel: Valoración y dominio de las actividades vegetativas: