Portada » Magisterio » Fundamentos y Evolución de la Intervención Socioeducativa y la Pedagogía Social
La planificación se estructura en tres niveles:
El diseño de la intervención socioeducativa comprende cuatro fases fundamentales:
La metodología aclara cómo alcanzar un objetivo mediante estrategias, tanto estructuradas como no estructuradas. Es crucial que los objetivos se redacten de manera clara, factible y observable, sean consensuados, presenten una gramática y sintaxis correctas, y que cada objetivo persiga una única intención.
Los contenidos tratan de aclarar qué enseñar para alcanzar el objetivo propuesto.
Las actividades son las acciones que generan productos o servicios, y las consecuencias representan los resultados obtenidos.
Según Ucar, la pedagogía social es una de las disciplinas de las ciencias sociales y, a su vez, una profesión. En el siglo XX, lo social emergió como una categoría fundamental para el estudio y comprensión de la realidad social. Se considera una ciencia teórico-práctica que necesita reivindicar su especificidad frente a otras profesiones educativas o sociales.
La educación social (E.S.) y la pedagogía social (P.S.) se encargan principalmente de la educación no formal. Ambas son disciplinas relativamente jóvenes. Aunque sus raíces se encuentran a finales del siglo XIX, no es hasta la década de 1970 cuando la pedagogía social moderna hace su aparición formal, distinguiéndose de la “antigua pedagogía social”.
En todo proceso de intervención social coexisten una acción tecnológica (con una perspectiva estructural y normativa) y una acción ideológica (con una perspectiva relacional y constructivista).
Los modelos de intervención socioeducativa han evolucionado significativamente:
Se ha transitado desde un enfoque donde el educador dictaba al usuario lo que debía hacer, hacia una construcción conjunta del aprendizaje y la solución.
La estructura del sistema, según la teoría ecológica de Urie Bronfenbrenner, se compone de los siguientes niveles interconectados:
La Teoría General de Sistemas se sustenta en varios principios clave:
El Movimiento Ilustrado, surgido en Francia durante el siglo XVIII y extendido por Europa y América, marcó un cambio paradigmático. Supuso el fin de la concepción teocéntrica (“Dios es todo”) y comenzó a otorgar una importancia central al ser humano, su razón y sus acciones en vida.
El siglo XIX fue testigo de importantes transformaciones pedagógicas, impulsadas por hitos como el influjo de Pestalozzi y la creciente conciencia sobre los problemas sociales. Surgieron movimientos que abogaban por nuevas formas de entender la educación y la sociedad.
La Escuela Nueva emergió a finales del siglo XIX como una crítica a la escuela tradicional, su metodología memorística y el rol autoritario del profesor. Proponía un modelo alternativo basado en:
Este movimiento se inspiró en las ideas de pensadores como Jean-Jacques Rousseau, Johann Heinrich Pestalozzi y Friedrich Froebel. Durante el siglo XX, se consolidaron los grandes sistemas pedagógicos asociados a la Escuela Nueva, desarrollados por figuras como Ovide Decroly, Maria Montessori, Célestin Freinet y, en España, Francisco Giner de los Ríos con la Institución Libre de Enseñanza.
La Pedagogía Socialista se desarrolló en paralelo, con un fuerte énfasis en:
La pedagogía social contemporánea se nutre de diversas corrientes teóricas:
Esta corriente, nacida en los años 60 y 70 en el seno de la izquierda crítica, presenta varias vertientes:
Derivado del neopositivismo de Karl Popper, esta corriente sostiene que:
Esta perspectiva, que deriva del socialismo científico de Karl Marx y Friedrich Engels, se caracteriza por:
Los objetivos de la pedagogía social desde esta corriente son:
Desde esta perspectiva, una vez alcanzados estos objetivos y transformada la sociedad, la pedagogía social, tal como se entiende en contextos capitalistas, no sería necesaria.
Esta corriente se centra en: