Portada » Psicología y Sociología » El Ser Humano como Sujeto Consciente y Libre: Reflexiones sobre Persona, Valores y Educación
Ramón Gil Martínez va a decir que el ser humano hace referencia a alguien y no a algo. Con esto, el autor quiere decir que cuando nos referimos a algo es como nombrar a un objeto, a una cosa; por eso se debe hacer una clara diferenciación de qué es ser persona.
Cuando hablamos de alguien hacemos referencia a un sujeto, diferente del objeto, y por lo tanto, el tratamiento va a ser totalmente distinto. Por eso, se establecen diferencias entre objetos y sujetos.
El autor sostiene que el sujeto es aquel capaz de realizar acciones conscientes y libres. Son características propias de las personas, a diferencia de los objetos, que solo van a poder realizar acciones en tanto sean movidos o manipulados por las personas. En cambio, el sujeto puede realizar acciones de manera libre, consciente y voluntaria.
Entonces, vamos a decir que el ser humano es una realidad compleja (porque no podemos separarnos ni reducirnos; es decir, no somos solamente seres biológicos, ni tampoco solo seres psicológicos, somos el todo, somos la complejidad de todas esas dimensiones en interrelación constante) y una unidad dinámica (es decir, todo el tiempo vamos a experimentar un constante dinamismo, una constante transformación y cambio, ya sea químicamente, hasta psicológica y socialmente; no somos los mismos que cuando teníamos 5 años).
Ramón Gil Martínez sostiene que nos resultará preocupante el tipo de hombre que se está gestando actualmente: un hombre deshumanizado en una sociedad deshumanizada. Es decir, que este sujeto carece de buenos sentimientos o es indiferente al dolor de los demás.
Podríamos definirlo como el tiempo del «yo», porque el hombre actual piensa en sí mismo y en nadie más. Es un ser egoísta, egocéntrico, ambicioso, que piensa que lo más importante es conseguir dinero, no importa cómo; disfrutar la vida al máximo y comprarse autos, joyas, ropas y cosas que llenen su vanidad y lo hagan sentirse superior a los demás. Es decir, el hombre de hoy abandona a su familia para poder llenar todas sus vanidades.
Es imprescindible rediseñar y volver a educar a la sociedad, empezando desde los niños, que son el pilar fundamental del futuro.
Debemos introducir en las primeras etapas de la educación asignaturas donde se siembren valores sociales, haciendo renacer conductas éticas y morales.
Una estrategia podría ser el trabajo grupal: en el curso, sentarse en ronda y cambiar de lugar en cada clase (preferentemente alternando varón, mujer), teniendo como objetivo que todos los alumnos experimenten el sentimiento de pertenecer a un grupo, enseñando así la tolerancia (ya que no todos somos iguales), el respeto, la empatía, la cooperación y la amistad.
Como sostiene el autor, somos una unidad dinámica, es decir, que estamos en una constante transformación y cambio, ya sea psicológica o socialmente, y con este cambio nos estamos modificando. Como futuros docentes, debemos incentivar valores tales como la amistad, la cooperación, la justicia, la equidad, la confianza y la tolerancia.
La tolerancia se nos presenta como exigencia imprescindible para el desarrollo de la persona y para lograr una sociedad de rostro verdaderamente humano.
De esta manera formaremos sujetos totalmente justos, personas en búsqueda del bien común, aquel que siente empatía para con los otros. Pero el hombre de nuestro tiempo, el verdaderamente revolucionario, será el no violento. Es por ello que debemos emprender una educación en valores y actitudes con vocación de ser más que de poseer.
Por eso, el autor dice que son fundamentales los valores de este hombre nuevo y de esta sociedad nueva, que tienen que ser:
Cuando hablamos de libertad, hablamos de la más alta expresión de la persona, que va a propiciar que el hombre sea autónomo y, luego, un ser capaz de crear vínculos.
Cuando el autor habla de liberación, noción de libertad, hace referencia a que es una lucha cotidiana contra los condicionamientos que impiden su ejercicio auténtico. Es decir, condicionamientos que pueden ser externos (como una cuarentena) o internos (como estar afectados psicológicamente).
Cuando hablamos de creatividad, hace referencia a que viene a romper con lo rutinario o las costumbres, ya que de eso se trata precisamente: poder elaborar algo propio, algo original, algo diferente. Se relaciona mucho con el futuro. Solo es una noción humana y muy valiosa. No obstante, esta creatividad se ve afectada durante el periodo lectivo por esquemas preestablecidos que, muchas veces, coartan la creatividad del sujeto. Entonces, es una noción, en primera instancia, humana, y en segunda, que invita a reflexionar y analizar qué estamos haciendo como docentes con esta creatividad.
El autor sostiene que la creatividad es el fruto del compromiso de liberación personal y social. Es decir, si estamos comprometidos con nuestra capacidad de ejercer nuestra libertad, vamos a ser creativos. Si solamente quedamos estancados en lo ya elaborado y repetimos, no vamos a ejercer nunca esta creatividad y, por ende, vamos a permanecer, de cierto modo, estancados.
Por eso habla de liberación creativa, uniendo los dos conceptos: es el compromiso de realizar el proyecto existencial personal en contra de los condicionamientos. Es decir, estos dos conceptos se unen a la noción del compromiso, primero con uno mismo y luego con el resto.
En conclusión, autores como Julio César Labaké y Ramón Gil Martínez coinciden en que los seres humanos poseen las nociones de libertad, creatividad, responsabilidad, compromiso, vocación y espiritualidad.
Y son todas estas características las que nos diferencian del resto, ya que podemos pensar, razonar, actuar y decidir voluntariamente lo que queremos. Así que, elijamos bien.