Portada » Ciencias sociales » Transformación Educativa: Aprendizaje Social, Virtual y Crítico en la Era Digital
El aprendizaje ha experimentado una profunda transformación, volviéndose cada vez más social y desarrollándose activamente en el ámbito de las redes sociales virtuales. Los jóvenes emplean la tecnología para construir extensas comunidades de participación con múltiples propósitos, incluyendo el aprendizaje y la enseñanza de maneras innovadoras.
En segundo lugar, el aprendizaje contemporáneo de los estudiantes es marcadamente virtual. El conocimiento está disponible en todas partes y su producción ocurre de manera continua. A este fenómeno lo denomino aprendizaje ubicuo, el cual representa un desafío significativo para las escuelas y los educadores. Es crucial desarrollar nuevas asociaciones de colaboración con estos otros espacios de aprendizaje y ayudar a los estudiantes a conectar el conocimiento adquirido en la escuela con aquel que obtienen en otros sitios.
Si bien las actividades escolares mantienen su importancia, es fundamental relacionarlas con el aprendizaje que ocurre en Internet, la cultura popular, los medios de comunicación y la televisión. Esto se debe a que la generación actual aprende en una multiplicidad de lugares y de formas diversas.
La enseñanza se distribuye ahora a través de diversos canales de aprendizaje distribuido, muchos de los cuales no están controlados por las instituciones formales, rompiendo así el monopolio tradicional. Las escuelas continúan siendo vitales, pero su rol ha evolucionado. Siguen siendo el centro, pero este centro se conecta a través de»rayo» con otros lugares de aprendizaje. Conservan un papel importante, aunque menos exclusivo.
El aprendizaje del futuro subraya la relevancia de los aparatos portátiles. Sin embargo, esto exige que las escuelas, los docentes y los programas realicen cambios sustanciales en sus contenidos y metodologías de enseñanza.
Persiste la idea de que el profesor posee más conocimiento que el alumno. No obstante, frecuentemente se observa que, en materia tecnológica, los jóvenes saben tanto o más que los profesores. ¿Cómo impacta esto en la relación entre docente y alumnos? Es necesario concebir nuevas formas de enseñar y diseñar programas que conecten con los intereses de los jóvenes.
John Dewey señalaba que el problema típico del educador es: «esto es lo que quiero enseñarle al chico, ¿cómo se lo hago interesante?». Él proponía invertir esta pregunta: «¿Qué le interesa al chico y cómo uso yo eso para enseñarle lo que creo que necesita saber?».
Para Henry Giroux, las escuelas, si bien reproducen la sociedad dominante, también albergan el potencial de ofrecer una educación que forme ciudadanos activos y críticos. Giroux postula que una teoría crítica viable requiere concebir las escuelas como esferas de poder democráticas, donde los profesores puedan luchar contra la opresión y a favor de la democracia. La democracia, en esta visión, implica una lucha no solo pedagógica, sino también política y social. Defender las escuelas como esferas públicas democráticas es un argumento fundamental.
Coincidiendo con Giroux, es necesaria la integración de lo pedagógico con lo político y viceversa. Hacer lo pedagógico más político implica:
Hacer lo político más pedagógico significa:
Un eje central en los trabajos de Giroux es la lucha por lo que él denomina una «democracia radical», entendida como una democracia ampliada en términos de justicia social, libertades y relaciones sociales igualitarias en todos los ámbitos. La educación, según Giroux, es un componente esencial para alcanzar este fin.
La pedagogía crítica parte de desmantelar la racionalidad positivista para adoptar modelos sensibles a las evidentes relaciones entre poder, ideología y enseñanza. Giroux profundiza al analizar el propio funcionamiento de las fuerzas opresivas en la escuela, que perpetúan desigualdades, requiriendo una mirada compleja. El proceso no es lineal; la escuela está conformada por alianzas complejas de grupos en pugna, con diversas estrategias de resistencia.
Hacia la década de 1980, Giroux conceptualizaba el poder a través de prácticas que producen formas sociales, las cuales, a su vez, modelan las experiencias y subjetividades de las personas. El énfasis recae en la complejidad interna del proceso y su faz productiva, superando las visiones lineales del poder. En este punto, su obra dialoga significativamente con la producción de Michel Foucault.