Portada » Griego » Homero y la Épica Griega: Orígenes, Rasgos y la Cuestión Homérica
La poesía homérica es el resultado de una larga tradición oral, cultivada y transmitida, con una base musical durante siglos por aedos itinerantes y rapsodas errantes en fiestas religiosas, simposios, etc. La literatura griega se nutre de la Ilíada y de la Odisea, pero la poesía homérica se halla precedida de una larga tradición de cultivo del género épico. Ahora bien, es preciso buscar las raíces de esa tradición, sobre las que existen varias hipótesis. La primera hipótesis postula la presencia en la épica griega de una posible herencia indoeuropea. En cambio, son de más peso los argumentos que sustentan la teoría de un cultivo ininterrumpido del género épico desde los palacios micénicos hasta Homero. Esta última hipótesis supondría que la épica homérica es la continuadora de esa épica ya cultivada en dichos palacios. Con todo, la cuestión sobre los precedentes de Homero ha de plantearse ante todo a partir de los propios textos. Así, la Ilíada y la Odisea nos indican que antes de ellas hubo una larga prehistoria de poesía épica, manifestada a través de sus rasgos lingüísticos, estilísticos, compositivos y temas míticos.
La lengua de Homero es una lengua artificial; según la hipótesis más verosímil, sería el resultado de una mezcla o combinación diacrónica de formas dialectales. La elección lingüística se lleva a cabo en función de la composición oral y está determinada por el espacio que la palabra o el sintagma debe ocupar en el verso. Se trata de una lengua muy antigua donde todavía se conservan arcaísmos. El verso predominante es el hexámetro dactílico.
En la Ilíada y en la Odisea se hallan numerosísimos rasgos típicos de la épica oral. Para comprender el sentido de estos rasgos, se ha de valorar que debieron de ser concebidos para facilitar la composición poética improvisada. Podemos mencionar los siguientes:
Presencia de aliteraciones, rimas finales y rimas internas.
Designa la reiteración de palabras o sintagmas o la repetición de versos enteros (ej. «Aquiles, el de los pies ligeros»; «Atenea, la diosa ojizarca»).
Como en el caso de los sistemas de fórmulas, es improbable que un repertorio tan codificado de motivos y temas haya sido obra de una sola persona y no sea el resultado de una larga tradición.
En efecto, la obra de Homero está llena de menciones y alusiones a temas que no se llegan a desarrollar, ni siquiera el gran tema de su obra, la Guerra de Troya; esto se debe a que el conocimiento de esos temas ya era presupuesto por Homero. En este apartado es pertinente hacer mención de las escenas típicas, como la reunión en asamblea de los dioses, la batalla, el duelo, las aristeias (relatos de hazañas de héroes), etc.
Otro punto fundamental dentro del estudio de la épica homérica es el que se refiere a la identidad de Homero, más conocido como la Cuestión Homérica. La imagen tradicional de Homero es la que nos lo presenta como el poeta ciego que compuso la Ilíada y la Odisea en el siglo VIII a.C. Pese a su difusión, esta visión tradicional de Homero plantea diversos problemas. En primer lugar, existe un vacío de información entre la época de Homero y la época en la que las fuentes empiezan a hablar sobre el autor. Por ello, se sospecha que las fuentes no continúan una tradición remota acerca del personaje, sino que inventan datos. También existen problemas con la cronología de estas obras, al haber varias dataciones. Y, por último, existen variaciones a lo largo del tiempo en cuanto a los poemas atribuidos a este autor. Al principio se consideraba que toda la poesía épica era obra suya; después se aceptó que solo eran de Homero las mejores epopeyas; y, en último caso, que solo lo era la Ilíada, considerada la mejor.
La difícil atribución de las epopeyas a Homero fue cuestionada por diversas corrientes: los analistas, los unitarios y los neoanalistas. En primer lugar, los analistas defendieron la idea de la intervención de distintas manos en la elaboración de los poemas, concibiendo a Homero como un compilador de diversos episodios. Los unitarios, por su parte, afirman la existencia de un único poeta autor de ambas obras, aunque algunos de ellos dudan de que sean dos poetas distintos, cada uno autor de una obra. El neoanálisis nació como una solución intermedia entre analíticos y unitarios, pero lo cierto es que no logró resolver la controversia y ha acabado convertido en una versión actualizada del análisis tradicional.
Pero, en el siglo XX, la gran cuestión que centró el debate en torno a Homero fue la que enfrentó a los partidarios de la composición oral de los poemas y a quienes defendían la composición escrita. Es oportuno indicar que, contra lo que pudiera pensarse a la vista de los ejemplos de tradición oral encontrados en el siglo XX, la enorme extensión de la Ilíada y la Odisea no es un argumento en contra de la composición oral.