Portada » Religión » Doctrina Católica Esencial: Pilares de la Fe y la Vida Cristiana
La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, quienes fueron elegidos y enviados por Jesucristo para continuar su misión en el mundo. La Iglesia mantiene la sucesión apostólica, la transmisión ininterrumpida de la autoridad y misión de los apóstoles a través de los obispos.
La Iglesia es una porque hay un solo Cristo, un solo cuerpo de Cristo y una sola esposa de Cristo. La unidad de la Iglesia es un signo del Espíritu Santo. La única Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica, que mantiene la sucesión apostólica y la unidad en la fe y los sacramentos, gobernada por el sucesor de Pedro y los obispos en comunión con él.
La Iglesia es santa porque Cristo, que es su fundador, es Santo. «La Iglesia no es santa porque todos sus miembros sean santos, sino porque Dios es santo y actúa en ella y por ella». Sin embargo, la Iglesia no es para los “puros”, sino precisamente para los necesitados de salvación, redención y conversión. Aquí se muestra la paciencia de Dios, que espera que todos demos fruto a nuestro tiempo.
Católico significa «UNIVERSAL» (katholón), «según la totalidad». Significa que la Iglesia es universal y que en ella está la totalidad de los medios de salvación. Cualquier religión comparte con el cristianismo el sentido religioso de la realidad, en la búsqueda del Dios desconocido. Pero no podemos caer en un relativismo religioso o cultural, que nos lleva a un sincretismo que hace que perdamos de vista la búsqueda de la verdad.
La misión del Papa, como sucesor de San Pedro y cabeza visible de la Iglesia, incluye:
Los obispos, como sucesores de los apóstoles, tienen una triple misión:
Los fieles laicos participan en la misión de Cristo de tres maneras:
La vida consagrada es una forma de vida estable dentro de la Iglesia, caracterizada por la profesión de los consejos evangélicos: castidad, pobreza y obediencia. Quienes eligen esta vocación buscan seguir más de cerca a Cristo y dedicar toda su vida al servicio de Dios y de los hermanos. Esta forma de vida es un signo escatológico, es decir, anticipa ya en la tierra la realidad del Reino de los cielos. Las personas consagradas pueden vivir en comunidades (como en los monasterios, conventos o institutos religiosos) o de forma individual, como en los eremitas o miembros de institutos seculares. La vida consagrada es un testimonio vivo del amor de Dios y un apoyo espiritual para toda la Iglesia.
Las órdenes religiosas son comunidades dentro de la vida consagrada que siguen una regla específica aprobada por la Iglesia y tienen un carisma propio (espiritualidad, misión particular). Sus miembros, religiosos y religiosas, emiten votos públicos y viven en comunidad, dedicándose a distintas formas de apostolado: educación, salud, misión, contemplación, asistencia a los pobres, evangelización, entre otros. Algunas de las órdenes más conocidas son los Franciscanos, Dominicos, Jesuitas y Carmelitas. Cada orden es una riqueza para la Iglesia, al mostrar distintos rostros del seguimiento de Cristo y del servicio al prójimo.
El pecado es una ofensa a Dios, una ruptura de la comunión con Él y con la comunidad eclesial. El pecado es decirle “no” a Dios, rechazar su amor y su gracia. Rompe la relación con Dios, con uno mismo, con los demás y con la creación.
El pecado original se refiere al estado de privación de la santidad y justicia originales en que se encuentra el ser humano desde su nacimiento, como consecuencia del pecado de Adán y Eva. Se reconoce que todos los hombres han pecado en Adán y necesitan la salvación que Cristo ofrece.
Los pecados capitales son los vicios principales de los que derivan otros pecados. Son inclinaciones o vicios que pueden llevar a cometer otros pecados. Tradicionalmente, se enumeran siete:
La enseñanza de la Iglesia los reconoce como raíces de otros comportamientos pecaminosos.
La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Es un hábito bueno que se adquiere con la práctica. Ser virtuoso no significa no hacer el mal, sino tener la actitud activa de hacer lo que está bien.
Las virtudes cardinales son cuatro virtudes humanas fundamentales:
Las virtudes teologales son virtudes netamente cristianas, pues Dios es el objeto y el fin de las mismas. Son tres virtudes:
Los Dones del Espíritu Santo son:
Los Frutos del Espíritu Santo son:
La diferencia que existe entre ambas es que las virtudes cardinales nos ayudan en la vida diaria y moral, y su desarrollo es a través del esfuerzo; mientras que las virtudes teologales nos relacionan directamente con Dios y se reciben como gracia divina.
Cuatro son las verdades que la Iglesia proclama sobre la Virgen María:
Los sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y administrados por la Iglesia, por los cuales nos es dispensada la vida divina y son necesarios para la salvación.