Portada » Geografía » Transformaciones Demográficas y Flujos Migratorios: Un Vistazo a la Población Española
En el 2001, la población joven se ha reducido entre un 25% y un 50% respecto a los valores de 1960. Cambios sociales como el retraso en la edad del matrimonio, la progresiva elevación del coste del mantenimiento de los hijos o la incorporación plena de la mujer al mundo laboral son causas que explican lo ocurrido en la pirámide de 2001. Las consecuencias sociales se cifran en la reducción de escolares en un primer momento y en el peligro de que no se asegure el relevo generacional y quiebre el estado del bienestar, asediado ya por las necesidades de una población vieja, cada vez más numerosa, como queda dicho.
En 1960, la población anciana no llegaba a los 100.000, mientras que en la de 2001 supera el millón de habitantes y predomina notablemente el sexo femenino. Entre ambas fechas, la esperanza de vida ha aumentado significativamente por los avances en alimentación y asistencia médica y social. Esto supone un incremento importante del gasto que cubre las necesidades socio-sanitarias de este sector de la población.
La pirámide de 1960 presenta una forma de campana, característica de países en vías de desarrollo con una natalidad alta y tasas de mortalidad bajas, con una población que disminuye lentamente hacia la cima y un porcentaje mayoritario de adultos. Los años sesenta se corresponden con la fase llamada «el desarrollismo», en la que la progresiva implantación de la infraestructura sanitaria hizo disminuir la mortalidad y aumentar la esperanza de vida. La natalidad se recupera en este período con el llamado «baby boom», aunque el éxodo provocó que a lo largo de la década disminuyese el tamaño de la familia.
La pirámide de 2001 presenta una forma de urna, característica de países desarrollados, con una baja natalidad y una alta esperanza de vida. Este modelo de pirámide indica una población envejecida (menos del 25% de jóvenes y más del 12% de ancianos). Las mejoras en higiene, hábitos alimenticios y sanidad explican que la mortalidad haya disminuido. La escasa natalidad se debe al uso de anticonceptivos y a los cambios en la idea de familia.
La pirámide de población es un gráfico de barras que representa la estructura por sexo y edad de la población canaria en 1960 en tantos por ciento.
En la estructura por sexo se observa que, como es habitual, nacen más niños que niñas (la longitud de la barra de 0-4 años es más larga del lado de estos). Desde entonces, la mayor esperanza de vida de las mujeres hace que los efectivos de estas sobrepasen a los de los hombres a partir del grupo de edad de los 25-29 años. No obstante, desde este momento hasta el final de la pirámide, las diferencias entre ambos sexos no son muy notorias. Este hecho es propio de poblaciones con un estado médico y sanitario atrasado, causante de una elevada mortalidad femenina en el parto y posparto que compensa hasta las edades ancianas la mayor debilidad biológica de los hombres, su mayor participación directa en las guerras y el desempeño de trabajos más duros.
La estructura por edades puede establecerse a partir de la forma triangular de la pirámide y de los porcentajes aproximados de jóvenes, adultos y ancianos. Las tres barras de la base, correspondientes a los efectivos de jóvenes (0-14 años), son las de mayor longitud. A partir de este momento, los efectivos demográficos disminuyen con rapidez hacia la cima, de modo que los porcentajes de ancianos (población de 65 años y más) no son muy numerosos. Esta forma y estos porcentajes indican una población joven.
Las causas de esta estructura demográfica, relacionadas con el predominio en estas fechas de una economía y de una sociedad agrarias, son:
Las consecuencias de una población con elevado porcentaje de jóvenes, unido a una estructura económica atrasada de base agraria, es la insuficiencia de puestos de trabajo, generadora de importantes tasas de emigración.
Los entrantes y salientes del perfil de la pirámide permiten conocer los hechos históricos que han tenido repercusiones demográficas en Canarias:
Los movimientos migratorios son desplazamientos de población que pueden ser de salida (emigración) o de llegada (inmigración). Estos movimientos pueden darse dentro de un mismo país o hacia el exterior.
Las migraciones dentro del país han variado a lo largo del tiempo. Durante el siglo XIX y hasta 1975, las migraciones interiores eran principalmente temporales y estaban relacionadas con la búsqueda de empleo en el sector agrícola o industrial. En el primer tercio del siglo XX, la mecanización del campo y crisis como la de la filoxera impulsaron la salida de muchas personas hacia ciudades industriales. Durante la Guerra Civil y la posguerra, el éxodo rural se frenó debido a la escasez de empleo y a la política de autarquía. Sin embargo, entre 1950 y 1975, el desarrollo industrial y el auge del turismo provocaron un fuerte aumento de la migración hacia grandes ciudades como Madrid, Barcelona y el País Vasco. A partir de 1975, las migraciones interiores cambiaron. Ya no se producen en grandes cantidades, pero siguen motivadas por la búsqueda de empleo y mejores condiciones de vida. Muchas personas se trasladan de ciudades grandes a municipios más pequeños o a zonas periféricas en busca de viviendas más asequibles. También ha aumentado el retorno a zonas rurales, especialmente por parte de jubilados y, en menor medida, de jóvenes que buscan una vida más tranquila. Además, los inmigrantes extranjeros desempeñan un papel importante en las migraciones internas, ya que buscan oportunidades laborales en distintas regiones del país.
Las migraciones hacia otros países han tenido un papel clave en la historia. Durante el siglo XIX y principios del XX, muchos españoles emigraron a América Latina, especialmente a Argentina, México y Venezuela, debido a la crisis en el sector agrario. Sin embargo, este tipo de emigración disminuyó a lo largo del siglo XX, sobre todo durante las guerras mundiales y la dictadura franquista, cuando se impusieron restricciones y la emigración se hizo más difícil. A partir de la década de 1950, la emigración hacia Europa cobró gran importancia. Miles de españoles viajaron a Francia, Alemania y Suiza en busca de trabajo, principalmente en sectores como la construcción y la industria. Esta emigración alcanzó su punto máximo entre 1955 y 1973, pero se redujo tras la crisis del petróleo de 1973. Con la entrada de España en la Unión Europea, los movimientos migratorios dentro de Europa se facilitaron, permitiendo una emigración más diversificada, con trabajadores cualificados y estudiantes desplazándose a distintos países.
Los movimientos migratorios han tenido importantes efectos en distintos ámbitos: