Portada » Magisterio » Fundamentos Didácticos y Prácticas Clave en la Educación Social
La didáctica ocupa un lugar central y es fundamental para los estudios y prácticas en educación social. Sin embargo, su presencia es limitada en la mayoría de las publicaciones sobre pedagogía y educación social. Esto se debe, en parte, a la juventud de la profesión y a la tendencia a asociar la didáctica exclusivamente con la enseñanza escolar e incluso con la instrucción básica.
Por ello, es necesario construir una didáctica propia para la educación social, que abarque todos los ámbitos en los que intervienen los educadores sociales. Esta didáctica específica debe ofrecer orientaciones claras para desarrollar procesos de enseñanza-aprendizaje de calidad, adaptados a las características y objetivos de la educación social más allá del contexto escolar.
La enseñanza cobra sentido pleno cuando se vincula al aprendizaje, configurándose como un proceso interactivo que involucra al docente, al alumno y al contexto en que se desarrollan los intercambios. Este proceso puede vivirse tanto dentro como fuera del aula, a menudo con tensiones y contradicciones. La enseñanza se entiende hoy como un proceso de comunicación humana, donde el lenguaje juega un papel fundamental para mediar los intercambios simbólicos.
La enseñanza es una actividad intencional y deliberada con el objetivo claro de inducir el aprendizaje. Se basa en una relación, directa o mediada, entre dos personas donde existe influencia (no es simétrica) y al menos una parte tiene la intención de enseñar. Este paradigma prioriza la conciencia sobre la conducta y la reflexión sobre los objetivos, colocando la reflexión como elemento central en el proceso.
La enseñanza implica un compromiso ético, reconociendo las desigualdades y desventajas que pueden existir entre docentes y estudiantes, así como entre las experiencias de los alumnos y la cultura académica dominante. El docente debe conocer y analizar estas situaciones para poder enfrentarlas y no ignorarlas.
La enseñanza es también una práctica social con dos implicaciones clave:
La enseñanza es un sistema comunicativo intencional que busca provocar el aprendizaje, entendido como una propuesta que impacta en el pensamiento y acción de los alumnos. Desde la didáctica, el aprendizaje incluye la adquisición de conocimientos, la modificación de actitudes y el desarrollo de capacidades, aunque esta visión no refleja completamente las condiciones del aprendizaje escolar.
El aprendizaje en la escuela ocurre fuera de contexto, separado de las experiencias cotidianas, y se basa principalmente en la comunicación verbal y la explicación simbólica. Por ello, los alumnos deben aprender sistemas simbólicos para enfrentar aprendizajes descontextualizados. Según Vygotski, existen dos contextos de aprendizaje: escolar y cotidiano, que difieren en contenidos, formas y usos del conocimiento.
El papel del docente es clave para organizar y reconstruir críticamente el conocimiento fragmentado, ayudando a recontextualizar conceptos nuevos en contextos significativos para el alumno. Esto conecta con teorías de aprendizaje funcional y significativo.
Dos retos principales para la didáctica derivan de esta naturaleza del aprendizaje escolar:
El aprendizaje significativo es un proceso en el que la nueva información se relaciona con conocimientos previos en la estructura cognitiva del alumno, resultando en cambios cerebrales que favorecen conexiones conceptuales. Lo importante no es cómo enseña el profesor, sino cómo aprenden los alumnos, valorando su experiencia y capacidad para relacionar contenidos.
Para que el aprendizaje sea significativo, debe basarse en lo que el alumno ya sabe y en su experiencia. Existen dos tipos principales:
El aprendizaje constructivo es un proceso activo donde el alumno construye internamente su conocimiento mediante la reorganización cognitiva. Esto implica asimilar nueva información y acomodar los conocimientos previos. Surge un conflicto cognitivo cuando la nueva información contradice lo que se sabe, generando un desequilibrio que se resuelve relacionando adecuadamente lo nuevo con lo previo.
El aprendizaje por descubrimiento es un proceso activo e inductivo en el que el alumno parte de ejemplos específicos para llegar a generalizaciones que él mismo debe descubrir. Implica manejar y usar la información de forma activa.
Bruner lo defiende porque aumenta el potencial intelectual del alumno, fomenta su motivación intrínseca, desarrolla su capacidad heurística y favorece la memoria a largo plazo.
Los procesos de enseñanza-aprendizaje en educación social se desarrollan en ambientes de relación y comunicación intencional, entendidos como sistemas interrelacionados con propiedades propias, según la teoría general de sistemas. Estos ambientes pueden ser más abiertos o cerrados y se refieren a contextos específicos como grupos en centros de tiempo libre, aulas o grupos terapéuticos.
En estos espacios surgen dinámicas grupales que influyen en la enseñanza-aprendizaje y, a su vez, el grupo contribuye a definir el ambiente. El grupo es una estructura dinámica, no solo la suma de sus miembros, y provoca cambios en ellos a través de procesos de atracción, repulsión y tensión. Las personas, como seres sociales, construyen sus conductas influenciadas por los valores y creencias del grupo.
La comunicación incluye el mensaje verbal y los elementos relacionales (sentimientos, actitudes), que pueden influir más en el receptor que el propio mensaje y se transmiten tanto verbal como no verbalmente.