Portada » Historia » La Segunda Guerra Mundial y la Configuración del Nuevo Orden Global
Reforzados los lazos entre Alemania, Italia y Japón, Hitler desveló sus planes en una reunión secreta con sus más estrechos colaboradores a finales de 1937. Estos planes incluían el recurso a la guerra para lograr sus objetivos: la anexión de Austria y de Checoslovaquia. Dichos planes se recogieron en un informe extraoficial conocido como Memorándum Hossbach.
El temor de las democracias al estallido de la guerra las llevó a una política de apaciguamiento, haciendo determinadas concesiones que calmaran a los dictadores.
En marzo de 1938, tropas alemanas entraron en Viena. Hitler anunció la celebración de un plebiscito, en el que se ratificó la anexión de Austria al Reich alemán (Anschluss). El paso siguiente fue Checoslovaquia. La excusa fue la llamada cuestión de los Sudetes, una región checoslovaca rica en minas e industrias en la que vivían unos tres millones de alemanes. El Partido Alemán de los Sudetes, pronazi, reclamó su anexión al Tercer Reich.
Los jefes de Gobierno de Reino Unido, Chamberlain, y de Francia, Daladier, con Mussolini como mediador, acudieron a la Conferencia de Múnich en septiembre de 1938, donde aceptaron la anexión de los Sudetes al Reich.
La anexión de Checoslovaquia puso en evidencia el fracaso de la política de apaciguamiento practicada por Reino Unido y Francia.
El 23 de agosto de 1939 se firmó el Pacto Germano-Soviético de No Agresión, por el que ambos países dejaban de lado temporalmente sus diferencias ideológicas. Hitler quería evitar una guerra en dos frentes en caso de conflicto con Francia y Reino Unido, asegurándose la neutralidad de la URSS.
Dicho pacto contenía además un protocolo secreto por el que se preveía el reparto de Polonia entre alemanes y soviéticos, así como el reconocimiento de los derechos de la URSS sobre Finlandia, los países bálticos y Besarabia.
Respaldada por el pacto, el 1 de septiembre Alemania invadió Polonia. Pero esta vez Reino Unido y Francia no cedieron y el día 3 le declararon la guerra. Así comenzaba la Segunda Guerra Mundial.
Los países conquistados tuvieron que pagar los gastos militares de la ocupación y además fueron saqueados. El régimen de ocupación fue especialmente duro en Europa Oriental, donde se establecieron miles de campos de trabajo, en los que las SS y los grandes conglomerados industriales alemanes explotaron sin límites a una mano de obra esclava.
El nuevo orden hitleriano instaurado en los países ocupados encontró respaldo en una minoría. Eran los colaboracionistas, personas u organizaciones que no solo aceptaron la ocupación, sino que colaboraron activamente con el ocupante.
Junto al colaboracionismo, apareció la resistencia en los países sometidos al terror nazi. Surgió como un movimiento patriótico de rechazo a la ocupación alemana. En Europa del Este, la unidad de las fuerzas de la resistencia se realizó bajo la hegemonía comunista. En Europa Occidental, la resistencia estaba formada por todos los sectores sociales contrarios al nazismo.
Yugoslavia fue el país donde la resistencia tuvo un mayor seguimiento. En Francia y otros países de Europa Occidental, los movimientos de resistencia fueron alentados por los británicos, y sus acciones se intensificaron desde 1941. Al frente de la resistencia francesa en el exterior estaba Charles de Gaulle, como dirigente de la Francia Libre.
La represión contra la resistencia fue feroz. La Gestapo, las SS y los campos de concentración fueron los instrumentos hitlerianos para aterrorizar a la población.
El expansionismo nazi encontró uno de sus principales apoyos en los deseos de incorporación a Alemania de aquellas poblaciones de origen germánico dispersas por Centroeuropa y los países bálticos (la Deutsche Volksliste).
Además, Alemania logró la cooperación de algunos Estados europeos cuyos gobiernos simpatizaron abiertamente con el nazismo. Hungría y Rumanía se adhirieron al Eje en 1940, y Bulgaria lo hizo un año más tarde. Otros países, como Finlandia, Croacia o la España franquista, también colaboraron activamente con el nazismo enviando tropas a algunos frentes y aportando mano de obra y materias primas a la economía alemana.
Los efectos demográficos, materiales y morales de la Segunda Guerra Mundial fueron devastadores. El final de la guerra significó el declive definitivo de Europa y el auge de dos grandes superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviética.
La SGM es la mayor catástrofe que ha conocido la humanidad. El conflicto se extendió a todo el mundo; desapareció el concepto de retaguardia. A los efectos de la ocupación nazi y japonesa de territorios, se añadió el bombardeo brutal de muchas ciudades por ambos bandos.
La URSS fue el país más afectado, y le seguían Alemania y Polonia. La guerra causó grandes desplazamientos de población.
La guerra provocó un intenso trauma moral y cuestionó todos los valores éticos de la civilización occidental.
Destacaron las atrocidades del Eje: el genocidio en los campos de la muerte contra judíos, gitanos, esclavos, homosexuales y opositores.
Se creó el primer tribunal internacional, que definió un nuevo concepto jurídico: el de crímenes contra la humanidad.
Entre 1945 y 1946 tuvo lugar el Juicio de Núremberg, en el que 12 jerarcas nazis fueron condenados a muerte. Le siguieron otros procesos para conseguir la desnazificación de Alemania.
El final de la guerra ofrecía un paisaje de ruina y desolación, sobre todo en Europa Oriental, donde las ciudades, los campos y la estructura productiva habían sido destruidos. En Europa Occidental y en Japón, los mayores daños se produjeron en las infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, etc.). Los efectos sobre la producción industrial también fueron importantes; Europa en su conjunto perdió el 50 % de su potencial industrial.
Los problemas más serios, que hicieron pensar en la imposibilidad de la reconstrucción tras la contienda, fueron los derivados de la destrucción de las ciudades, los problemas de aprovisionamiento alimentario y el desamparo de la población civil; y, en el plano financiero, el elevado volumen de la deuda contraída para sufragar la guerra y la subida de los precios.
Así pues, la guerra aceleró el declive de las potencias europeas, mientras que EE. UU. consolidó su posición hegemónica como gran potencia agraria, industrial y financiera a nivel mundial.
La URSS, a pesar de las destrucciones de la guerra, se confirmó como la segunda potencia mundial.
La derrota de las potencias del Eje supuso la desaparición de los sistemas fascistas, aunque algunas dictaduras cercanas a esta ideología se mantuvieron. La ocupación aliada dividió a Europa en dos zonas políticas:
En la Conferencia de Yalta se reunieron Churchill, Roosevelt y Stalin. En ella se decidió:
En la Conferencia de Potsdam los líderes aliados llegaron a acuerdos muy importantes:
En la Conferencia de París se firmaron tratados de paz con otros países que habían apoyado a Alemania.
Las tres grandes potencias aliadas consideraron necesario crear una nueva organización internacional tendente al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.
En junio de 1945, en la Conferencia de San Francisco, se fundó la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Los fines de la ONU, fijados en la Carta de las Naciones Unidas, son:
La ONU cuenta con tres órganos principales:
Pero hay otros organismos importantes como el Tribunal o Corte Internacional de Justicia y el Consejo Económico y Social.
La Guerra Fría ocurrió entre 1945 y 1991. Durante este periodo, el mundo se dividió en dos bloques: uno liderado por EE. UU. y el otro por la URSS. Esta situación generó un sistema bipolar que estuvo en vigor durante más de 40 años.
Las dos superpotencias intentaron mantener su seguridad, ampliar y proteger sus zonas de influencia. Entre esas formas de enfrentamiento destacaron:
Cada superpotencia estableció un sistema de colaboración económica en su zona para asegurarse la dependencia de los países que la integraban:
Tras la guerra, Alemania quedó dividida en cuatro zonas, cada una administrada por un país aliado: Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la URSS. Berlín se encontraba en la zona soviética y, a su vez, había sido dividida en cuatro zonas administradas por los mismos países.
En 1948 se celebró la Conferencia de Londres, en la que las tres potencias occidentales acordaron la unificación de sus zonas en un solo Estado. Estas medidas contravenían los acuerdos de Yalta y Potsdam de 1945. La respuesta de Stalin fue el bloqueo terrestre de Berlín entre junio de 1948 y mayo de 1949.
Berlín quedó aislado de las zonas occidentales de Alemania, lo que dio origen a la primera gran crisis de la Guerra Fría. Estados Unidos resolvió la situación con la creación de un puente aéreo que logró abastecer la ciudad durante el bloqueo. La firmeza de la respuesta estadounidense convenció a Stalin de la inutilidad de la medida y, en mayo de 1949, levantó el bloqueo.
El principal efecto de la crisis fue la división de Alemania en dos países. En mayo de 1949 nació la República Federal de Alemania (RFA), formada por las zonas ocupadas por británicos, franceses y estadounidenses. La URSS creó en su sector de Alemania otro Estado independiente: la República Democrática Alemana (RDA).