Portada » Biología » Fisiología Humana Esencial: Termorregulación, Flexibilidad y Respiración
La temperatura constante es una característica fundamental del ser humano, que lo define como un organismo homeotermo. Esta temperatura oscila entre 36 ºC y 37 ºC, y es el resultado del equilibrio dinámico entre la producción y la pérdida de calor, un proceso conocido como termólisis. Aunque el cuerpo humano puede soportar temperaturas externas extremas, desde -50 ºC hasta 80 ºC, estas no son tolerables de forma prolongada, excepto en condiciones muy especiales.
La sangre desempeña un papel crucial en la regulación de la temperatura corporal. Su función principal es transportar calor para calentar o enfriar diversos tejidos, así como llevar el exceso de calor corporal desde el interior del organismo hasta la piel, donde se disipa eficientemente.
La temperatura corporal se puede obtener de dos maneras principales:
Ambas mediciones se determinan tradicionalmente con termómetros de mercurio. La medición más fiable y precisa es la rectal, que debe realizarse a una profundidad de 5 a 8 cm.
La febrícula se define como un estado intermedio entre la fiebre y la temperatura corporal normal, indicando una elevación leve de la temperatura.
La flexibilidad se refiere a la capacidad de movilización, la libertad de movimientos o, más específicamente, la Amplitud de Movimiento (ADM) obtenible en una articulación o un conjunto de articulaciones. La ADM puede ser medida tanto en unidades lineales (centímetros) como en unidades angulares (grados).
Existen dos tipos básicos de flexibilidad:
Un programa de entrenamiento de la flexibilidad se define como un conjunto de ejercicios planificados, intencionales y regulares, cuyo objetivo es ampliar plena y progresivamente la amplitud de movimientos a lo largo del tiempo. Por otro lado, un programa de calentamiento/enfriamiento se diferencia por ser un conjunto de ejercicios regulares y planificados intencionalmente, realizados inmediatamente antes o después de una actividad física, con el propósito de mejorar el rendimiento o reducir el riesgo de lesión.
Un incremento en la ADM puede permitir un mayor estiramiento de los músculos implicados. Como consecuencia de ello, esos músculos pueden generar incluso mayor fuerza. Esto se debe a que un músculo preestirado puede ejercer más fuerza que un músculo no estirado. Los músculos preestirados trabajan con mayor eficiencia porque la energía elástica se almacena en el tejido muscular durante el estiramiento y se recupera durante la subsiguiente contracción.
La flexibilidad puede ser considerada en un espectro que va desde su ausencia total hasta una flexibilidad máxima, que podría llevar a la inestabilidad. Entre estos dos extremos, se encuentra un nivel de flexibilidad óptimo que permite la ejecución eficiente del movimiento y disminuye el riesgo de ciertos tipos de lesiones. Es importante destacar que un aumento excesivo de la relajación en las articulaciones puede, paradójicamente, incrementar la probabilidad de lesiones de ligamentos.
La frecuencia respiratoria es el número de veces que se realizan movimientos respiratorios por unidad de tiempo. Esta cifra está directamente relacionada con la energía necesaria para las funciones corporales; es muy variable y se modifica con factores como la edad, el sexo, el tamaño corporal, entre otros.
La amplitud respiratoria es el volumen de aire que penetra en el aparato respiratorio durante cada ciclo. En reposo, este volumen es de aproximadamente 500 ml durante la inspiración y la espiración. Cuando este volumen aumenta, se denomina hiperpnea.
La disnea es la sensación de dificultad respiratoria. Durante la actividad física intensa, la frecuencia respiratoria puede aumentar significativamente, llegando a unas 50 respiraciones por minuto.
El Volumen Minuto Respiratorio (VMR) es la cantidad total de aire que sale del aparato respiratorio por minuto, siendo de aproximadamente 900 ml/min en condiciones de reposo.