Portada » Biología » Fisiología y Trastornos del Sistema Reproductor Masculino
Las secreciones de la adenohipófisis desempeñan un papel fundamental en los cambios de desarrollo asociados a la pubertad. Con el inicio de la pubertad, la adenohipófisis comienza a secretar las gonadotropinas FSH (Hormona Folículo Estimulante) y LH (Hormona Luteinizante). Esta liberación está controlada por la GnRH (Hormona Liberadora de Gonadotropinas).
Inicia la espermatogénesis mediante la estimulación de las células de Sertoli.
Estimula a las células de Leydig para que secreten la hormona testosterona en los testículos a partir del colesterol. La testosterona es el principal andrógeno, aunque en algunas células no es activa hasta que no se convierte en otro andrógeno llamado dihidrotestosterona (DHT).
Antes del nacimiento, la testosterona estimula el desarrollo de los conductos del sistema reproductor masculino y el descenso de los testículos. La DHT estimula el desarrollo de los genitales externos.
En la pubertad, la testosterona (TT) y la DHT son responsables del desarrollo y aumento de tamaño de los órganos sexuales y del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios.
Los andrógenos contribuyen a la conducta sexual masculina, a la espermatogénesis y a la orientación sexual, tanto en hombres como en mujeres.
Los andrógenos son hormonas anabólicas, es decir, estimulan la síntesis proteica. Este efecto es evidente en el mayor peso muscular y óseo de la mayoría de los hombres, en comparación con las mujeres. También estimulan el cierre de los cartílagos de crecimiento.
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Independientemente de los estímulos, la sustancia gris de los segmentos sacros S2, S3 y S4 de la médula espinal envían impulsos nerviosos al pene. Estos impulsos causan la liberación de óxido nítrico, que relaja el músculo liso y las arterias del pene, permitiendo un mayor flujo sanguíneo, lo que resulta en un aumento de tamaño y rigidez.
Los impulsos de la médula sacra también estimulan glándulas, por ejemplo, las de Littre, para que secreten moco para el acto sexual. Si no se secreta mucho moco, el acto sexual es doloroso y lo dificulta.
Cuando la estimulación sexual es intensa, la médula espinal envía impulsos rítmicos a nivel de las vértebras L1 y L2 que llegan a los órganos genitales. Estos impulsos causan contracciones peristálticas de los conductos de ambos testículos y, al mismo tiempo, también en las vesículas seminales y en la próstata, expulsando líquido seminal y prostático junto con los espermatozoides. Luego, los segmentos S1 y S2 envían impulsos a los músculos de la base del pene para expulsar el semen de la uretra al exterior. La eyaculación provoca un aumento de la frecuencia cardíaca y sensaciones placenteras. El conjunto de estas contracciones y la expulsión del semen, junto con las sensaciones asociadas, se denomina orgasmo.
Es una alteración en el desarrollo embrionario de la uretra que origina la desembocadura anómala del meato uretral, generalmente localizada en algún lugar en la parte inferior del glande o del tronco, o más atrás, como en la unión del escroto y pene. La malformación se debe a una formación incompleta de los pliegues uretrales, lo que da lugar a que el meato urinario no se localice al final del glande, sino en algún punto entre este y el periné.
Es un tipo infrecuente de malformación en el que la uretra termina en una cobertura superior o dorsal del pene. También puede desarrollarse en mujeres cuando la uretra se desarrolla en posiciones superiores a lo normal. La cirugía es el tratamiento más común. Se realiza generalmente en la infancia para prevenir problemas más tarde.
Debido a que la próstata rodea la uretra, cualquier infección, crecimiento o tumor prostático puede obstruir el flujo de la orina. Un tratamiento consiste en la dilatación de la uretra con una sonda de balón uretral. Si la obstrucción no puede eliminarse con otros medios, puede requerirse la extirpación parcial o completa de la glándula, y esta intervención recibe el nombre de prostatectomía.
El aumento de tamaño de la próstata de 2 a 4 veces el tamaño normal se produce aproximadamente en 1 de cada 3 individuos con más de 60 años y recibe el nombre de hiperplasia prostática benigna (HPB). Se caracteriza por los siguientes síntomas:
Se puede corregir quirúrgicamente mediante la resección prostática transuretral (RTUP). El aumento de tamaño suele detectarse por un tacto rectal en el que el médico palpa la próstata a través del recto con los dedos.
Se desarrolla entre los 15 y 35 años. Aunque su etiología se desconoce, suele coincidir en varones que no les han descendido los testículos o les han descendido tarde.