Portada » Otras materias » Precious Plastic: Innovación y Diseño Colaborativo para Reciclar Plástico
Dave Hakkens, graduado de la Design Academy de Eindhoven, inició en 2013 Precious Plastic, un proyecto destinado a compartir conocimientos y proporcionar herramientas a todos aquellos que quieran trabajar y autoproducir objetos de plástico reciclado.
Durante los primeros meses de este año, la exposición Plastic. Promises of a Home-made Future, organizada por el Nieuwe Instituut de Róterdam, ha mostrado la significación económica y cultural del plástico en nuestra sociedad. Esta iniciativa forma parte de una serie de exposiciones sobre los materiales, que comenzó con la madera y que se ocupará del vidrio en su próxima edición. Ha sido comisariada por Tal Erez, titulado también por la Design Academy de Eindhoven, interesado en las oportunidades que los cambios tecnológicos ofrecen a los diseñadores para afrontar estos problemas. Científicos, industriales y diseñadores han tenido ocasión de compartir sus experiencias sobre un material que ofrece enormes posibilidades técnicas y creativas.
Desde los años cincuenta del pasado siglo, el plástico ha ido sustituyendo al cristal, la cerámica e, incluso, el metal, en muchos usos domésticos e industriales. Su resistencia, poco peso y flexibilidad justificaron su popularidad y contribuyeron a que poco antes de la crisis energética de 1973, los productos desechables comenzaran a invadir el mercado. De forma progresiva desaparecieron las botellas retornables de cristal, sustituidas por envases que solo podían ser reutilizados tras un proceso laborioso y complejo.
Los residuos se convirtieron en uno de los grandes problemas de la sociedad de consumo. Cuando en 1972 Donella Meadows señaló estos riesgos en Los límites del crecimiento, advirtió que no era posible preservar el medio ambiente sin reducir la actividad económica que desde hacía tiempo había superado la capacidad de regeneración natural del planeta: «No puede haber un crecimiento poblacional, económico e industrial ilimitado en un planeta de recursos limitados».
Veinte años antes, Raymond Loewy en Never Leave Well Enough Alone defendió el rechazo de los consumidores norteamericanos a reparar cualquier cosa estropeada y su inclinación a sustituirla por otra completamente nueva. Aunque pareciera simple derroche, era, según él, una forma de incrementar el consumo; en definitiva, un estímulo a la actividad económica. El ahorro y la tendencia a conservar algo hasta que se deshiciera en pedazos no era más que un obstáculo al crecimiento económico. Gracias a tanto derroche, la industria norteamericana estaba por delante de la europea.
Este formidable incremento del consumo tuvo un efecto sobre la eliminación de los residuos hasta el extremo de que soluciones que hubieran podido ser válidas, como los envases retornables, se volvieron ineficaces porque transportar una botella para su reciclado obligaba a un consumo energético que no siempre compensaba lo que pudiera ahorrarse con su reutilización. En la medida en que estos procedimientos dependían de grandes instalaciones, el aprovechamiento de los residuos se convertía en un proceso industrial como tantos. Víctor Papanek señaló que el diseño actúa sobre diferentes aspectos de la actividad productiva que tienen consecuencias ecológicas. La elección misma de los materiales, los métodos de fabricación, el envasado, el transporte y los residuos son asuntos para los que el diseño debe proponer alternativas. Que el aprovechamiento de los residuos no dependa de la gran industria es clave para un cambio que contribuya a la reutilización de muchos materiales reciclados.
En 2009, Dave Hakkens, recién terminada su primera formación en Saint-Lucas, quiso materializar muchas de estas preocupaciones en un proyecto que propusiera alternativas a los productos desechables y aprovechase el impulso que los procesos colaborativos estaban ofreciendo en la red.
Phonebloks, su propuesta para un teléfono modular, despertó el interés de millones de personas, gracias a un video difundido en Internet que expresaba la necesidad de cambiar la vieja creencia de que «los dispositivos electrónicos no están diseñados para durar». El objetivo no era tanto definir un producto como tomar conciencia sobre los problemas derivados de un absurdo sistema comercial que obliga a la constante renovación de los aparatos. La idea surgió cuando tuvo que reparar la cámara estropeada: «La desmonté y me di cuenta que había muchos otros componentes en el dispositivo que estaban bien; solo la lente se había roto», pero lo único que podía hacerse era comprar otra cámara nueva. «Prefiero resolver un problema en lugar de hacer algo que la gente pueda comprar».
Pero no fue aquella la única iniciativa que Dave Hakkens ha puesto en práctica para impulsar métodos de diseño colaborativo. Consciente de los retos que representan los residuos, puso en marcha en 2013 Precious Plastic para combatir las reticencias que despierta trabajar con plástico reciclado. Sorprendido por el escaso porcentaje de plástico que habitualmente se recicla, comprobó que el principal problema estriba en su difícil manipulación en instalaciones convencionales. Las impurezas pueden dañar la maquinaria y ralentizar los procesos hasta el punto de hacerlo económicamente inviable.
Lo que Dave Hakkens ha desarrollado es una serie de máquinas que permiten manipular plástico reciclado en pequeños talleres para crear objetos en series reducidas, de forma similar a como sucede con la madera o el barro. Son, además, dispositivos de código abierto que pueden ser mejorados gracias a la experiencia de todos aquellos que quieran implementar los equipos. Dave destacó el papel de la red en este proceso: «Lo que me entusiasma de Internet es que puedes compartir fácilmente aquello que te ha llevado horas aprender, de forma que otros no tengan que volver a hacer lo mismo.»
El objetivo esencial de Precious Plastic, era cambiar la manera de pensar sobre un material asociado al consumo masivo y comenzar a verlo como una sustancia manejable, parecida a otras empleadas en la artesanía. «Creo que la gente quiere hacer cosas con plástico pero no tiene medios para trabajar con él, de forma que debía proporcionarles esas herramientas», explicaba al señalar lo más relevante de su propuesta. Mientras es normal encontrarse a un carpintero trabajando con madera en su taller o a un ceramista modelando con barro, no sucede nada parecido con el plástico.