El sistema de la Restauración reservaba la participación política a los partidos nacionales, burgueses y monárquicos. Fuera de él quedaban otra fuerzas políticas que se van reforzando con el tiempo: los republicanos, el movimientoobrero (socialistas y anarquistas) y los partidos regionalistas/nacionalistas.Los partidos republicanos, apoyados por las clases medias urbanas, ejercieron una oposición exclusivamente política. Propónían la democratización del régimen y diversas reformas sociales. Estuvieron bastante desorganizados y fueron perdiendo el apoyo del movimiento obrero. La gran novedad de este periodo fue la aparición de los movimientos regionalistas. A la vez que el país se industrializaba y que el sistema político liberal se implantaba, empezó a desarrollarse el movimiento obrero, entendido como las nuevas formas de protesta (frente al bandolerismo y los motines populares anteriores) y de organización de los obreros y campesinos en una doble faceta: la política y la sindical. En España el desarrollo del movimiento obrero se produjo en tres etapas. La primera antes de la Revolución de 1868. Aparecieron las primeras protestas espontáneas de obreros industriales canalizadas a través del ludismo (movimiento que destruía las máquinas por considerarlas responsables de la pérdida de puestos de trabajo): protestas en Alcoy y Barcelona Surgen en esta época las sociedades de socorros mutuos, origen de los sindicatos posteriores.Durante la segunda etapa (el Sexenio Democrático) el movimiento obrero adquiríó madurez y extensión. Los trabajadores desconfiaron de los políticos liberales que no habían cumplido sus promesas, sobre todo, la de abolir las quintas. Como consecuencia los obreros emplearon dos vías para reivindicar sus derechos: la acción directa contra los empresarios (huelgas, sociedades de resistencia…) y la acción política mediante la participación en las elecciones, mítines, manifestaciones… Presionando, así, a las autoridades. Perseguían mejorar sus condiciones de vida, pero también promover una revolución política y un cambio social profundo rompiendo la colaboración con los partidos burgueses. En esta etapa se produjo la división del movimiento obrero en las corrientes anarquista (partidaria de Bakunin) y socialista (partidaria de Marx) en el ámbito internacional (en la Asociación Internacional de Trabajadores, AIT). También en España se produjo la escisión, siendo el anarquismo la corriente que tuvo más seguidores.
La corriente marxista, en 1871, formó un núcleo madrileño con pocos seguidores que entró en contacto con Paúl Lafargue, yerno de Marx. La corriente anarquista tuvo su origen en la llegada de Fanelli, discípulo de Bakunin, a España en 1870 para la fundación de la FRE (Federación Regional Española: sección española de la AIT) logrando un gran apoyo en Cataluña, Valencia y Andalucía. Se caracterizó por dar mucha libertad a las secciones de cada oficio, por ser apolítica y mostrar una indiferencia total hacia las elecciones. Ausentes de la vida política oficial, defendían la destrucción del Estado, utilizando la acción directa, para construir, desde cero, una sociedad basada en la igualdad, la libertad y la fraternidad. La tercera etapa se desarrolló en la Restauración. Comenzó con la prohibición de todas las asociaciones obreras entre 1875 y 1881, que pasaron a la clandestinidad. El gran impulso se produjo por el desarrollo de la industrialización y por la Ley de Asociaciones de 1887.
En 1881, la FRE resurgíó con el nombre de Federación de Trabajadores de la Regíón Española (FTRE). Pronto se observan dos tendencias dentro de ella. Por un lado, el sector catalán, obreros urbanos e industriales, partidarios de la colectivización y de organizar huelgas solidarias y pacíficas; y por otro el mayoritario sector andaluz, rural y campesino, partidario de la violencia como única vía eficaz de cambio y del reparto de tierras.
Así, los andaluces se agruparon en sociedades secretas, como la Mano Negra. La otra corriente, la marxista, tiene su origen en la Asociación del Arte de Imprimir (unos 250 miembros), presidida por Pablo Iglesias. El marxismo se exprésó a través de la fundación de un partido político y de un sindicato. En 1879 fundaron un partido político, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), un partido de clase (es decir, exclusivamente obrero) para participar en la vida política enfrentándose a los partidos burgueses a través de las elecciones y así conseguir un régimen político y económico diferente basado en la libertad, la igualdad y la solidaridad: desaparición de la propiedad privada, de las clases sociales… Y en 1888, se fundó el sindicato Uníón General de Trabajadores (UGT). Organización que reunía las diversas sociedades y federaciones de oficios, las cuales gozaban de un alto grado de autonomía. Su fin era puramente económico: la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de los obreros y los medios para obtener las reivindicaciones fueron la negociación y la huelga. El socialismo iba a tener más implantación en Extremadura y Castilla la Nueva y, especialmente, en Madrid. Desde aquí se extendíó a los núcleos mineros e industriales de Asturias, Vizcaya y Valencia. Pablo Iglesias consiguió ser elegido concejal de Madrid en 1905 y en 1910 fue el primer diputado socialista en las Cortes. Así, al inicio del Siglo XIX, la oposición a la Restauración había aumentado y estaba mejor organizado para modificar las bases del sistema, lo que provocó la crisis del mismo y, al final, su desaparición y la llegada de la II República.