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Primaria 5: Doctrina y Convenios y la Historia de la Iglesia, 1996
Que los niños sientan el deseo de vivir la ley de castidad y ser dignos de casarse en el templo.
Estudie, con oración, los relatos de los acontecimientos históricos que se encuentran en esta lección; Doctrina y Convenios 46:33, 109:20, 131:1–4, 132:15–21 y Moisés 2:27–28. Después, estudie la lección y decida qué método empleará para enseñar a los niños los relatos y los acontecimientos históricos y de las Escrituras. (Véase “Cómo preparar las lecciones”, págs. VI–VIII y “La enseñanza de los acontecimientos históricos y de las Escrituras”, págs. VIII–X.)
Lectura complementaria: Helamán 5:12 y Principios del Evangelio (31110 002), los capítulos 38 y 39.
Elija las preguntas para analizar y las actividades complementarias que mejor promuevan la participación de los niños y que mejor los ayuden a alcanzar el objetivo de la lección.
Haga nueve rectángulos de papel que se asemejen a bloques de piedra, como los que se utilizaron en aquella época para hacer los cimientos del templo, o lleve cubos de madera o ladrillos. Escriba sobre cada uno de ellos o colóqueles una etiqueta con las siguientes declaraciones:
Creer en nuestro Padre Celestial, en Jesucristo y en el Espíritu Santo.
Seguir al profeta y a otros líderes de la Iglesia.
Vivir la ley de castidad.
Ser honrados.
Tratar a los miembros de la familia con respeto y amor.
Asistir a la reunión sacramental y a las demás reuniones de la Iglesia.
Pagar un diezmo justo.
Obedecer la Palabra de Sabiduría.
Arrepentirse de los pecados que se hayan cometido.
Materiales necesarios:
Un ejemplar de Doctrina y Convenios para cada niño.
Un ejemplar de la Perla de Gran Precio y uno del Libro de Mormón.
La lámina 5–7, El ángel Moroni en la cúspide del Templo de Salt Lake; la lámina 5–53, Una yunta de bueyes acarreando bloques de granito para el templo; la lámina 5–54, La Manzana del Templo llena de bloques de granito; la lámina 5–55, El Templo de Salt Lake (Las bellas artes del Evangelio 502; 62433); la lámina 5–56, Adán y Eva (Las bellas artes del Evangelio 101; 62461); la lámina 5–57, Una joven pareja se dirige al templo (62559).
Nota para el maestro: El presidente Howard W. Hunter, decimocuarto presidente de la Iglesia, dijo: “Ahora, más que nunca, es necesario enseñar principios morales a los niños desde temprana edad. Eso se puede lograr enseñándoles el mandamiento de ser castos, en términos claros, que los niños comprendan fácilmente, y estableciendo normas específicas que rijan sus vidas. A los miembros adultos de la Iglesia les es posible poner de relieve esta instrucción dando un buen ejemplo de virtud y modestia en su forma de vestir y de comportarse. A medida que los niños crezcan y comiencen a comprender el amor que el Señor siente por ellos, lo más probable es que su comportamiento refleje los sentimientos de amor que tienen por el Señor al seguir el consejo que Él ha dado relacionado con la modestia y la castidad” (circular enviada a la Presidencia General de la Primaria, agosto de 1994).
Pida a uno de los niños que ofrezca la primera oración.
Muestre la lámina del Templo de Salt Lake y analice brevemente con los niños su belleza y majestuosidad.
• ¿Qué hace que este edificio permanezca erguido y firme?
Explique que debajo de este edificio se encuentran cimientos profundos y hechos con bloques de piedra de casi dos metros y medio de altura. Los constructores de este templo pusieron esos bloques de piedra de tal manera que las paredes del templo pudieran tener una superficie firme sobre la cual apoyarse; de esa forma, el edificio permanecería firme y no se resquebrajaría ni se caería.
Trace un bosquejo sencillo del Templo de Salt Lake en la pizarra (véase la ilustración).
Explique que de la misma forma en que el Templo de Salt Lake se encuentra edificado sobre un cimiento firme, nuestro Padre Celestial desea que edifiquemos también nuestra vida sobre un cimiento firme para que de esa forma permanezcamos rectos, fuertes y dignos de entrar en el templo. Podemos edificar un cimiento firme al hacer las cosas que nos ayudarán a ser dignos de entrar al templo. Utilice los cubos que preparó y repase brevemente con los niños los requisitos que nos hacen dignos de entrar en el templo (si lo desea, ponga de relieve que aprenderán sobre la ley de castidad durante esta lección). Al repasar cada uno de los requisitos, ponga a la vista el cubo correspondiente, colocándolo en la pizarra debajo del dibujo del templo, formando con ellos algo que se asemeje a un cimiento (si va a utilizar cubos de madera o ladrillos, póngalos sobre la mesa o en el piso, lo más cerca posible del dibujo).
• ¿Qué pasaría si uno o más de los bloques de piedra que forman el cimiento del Templo de Salt Lake fuese quitado o separado de los demás? (El cimiento se debilitaría y el templo podría resquebrajarse o caer.)
Señale los bloques de cimientos que ha puesto a la vista.
• ¿Qué pasaría si uno o más bloques faltaran de nuestra vida? (Nuestro cimiento de rectitud se debilitaría y no seríamos dignos de entrar en el templo.)
Explique a los niños que en esta lección aprenderán más acerca de cómo se edificó el Templo de Salt Lake y sobre la forma en que pueden edificar un cimiento de rectitud en sus vidas.
Enseñe sobre la construcción y la dedicación del Templo de Salt Lake, tal como se describe en los siguientes acontecimientos históricos. Después, utilice la sección titulada “La ley de castidad” y los pasajes de las Escrituras que se han dado en la sección “Preparación” para ayudar a los niños a comprender la importancia que tiene vivir la ley de castidad y ser así dignos de casarse en el templo y recibir las bendiciones eternas que allí se prometen. Muestre las láminas en el momento apropiado.
En febrero de 1853, cinco años y medio después de que los primeros miembros de la Iglesia entraran en el Valle del Lago Salado, Brigham Young y otras Autoridades Generales llevaron a cabo la ceremonia de la palada inicial para comenzar la construcción del Templo de Salt Lake. Dos meses más tarde, tuvieron otra ceremonia con el fin de colocar las piedras angulares del edificio. En ese día, el presidente Young le dijo a los miembros de la Iglesia que cada vez que miraba el sitio donde se edificaría el templo, tenía una visión de cómo sería éste.
El presidente Young hizo un boceto del templo tal como lo vio en la visión que tuvo y un arquitecto, el hermano Truman O. Angell, hizo los planos detallados de cómo edificarlo. El presidente Young envió al hermano Angell a Inglaterra para estudiar los magníficos edificios que había allí y para que aprendiera la forma de hacer que el templo fuera un edificio hermoso y firme. El presidente Young dijo que deseaba que el templo se construyera tan firme que “permaneciera erguido a través del Milenio” (citado por Richard Neitzel Holzapfel, Every Stone a Sermon, pág. 21).
Los albañiles colocaron varias capas de grandes bloques de piedra de arenisca para hacer los cimientos, que tenían una profundidad de más de dos metros y medio. Los hermanos trabajaron cinco años para hacerlos, pero en mayo de 1858, se detuvo la construcción del templo debido a algunos problemas que hubo con el gobierno de los Estados Unidos. El presidente de los Estados Unidos había escuchado algunas historias falsas de que los miembros de la Iglesia no obedecían la ley y, como consecuencia, envió un destacamento del ejército para restaurar el orden. Brigham Young, temiendo que el ejército perturbara el sitio del templo, hizo que cubrieran todos los cimientos con tierra para que pareciera un campo de labranza.
Una vez que se hubieron resuelto los problemas con el gobierno, el presidente Young ordenó que se pusieran los cimientos al descubierto. Sin embargo, al quitar la tierra que los cubría, los albañiles vieron que la argamasa y las piedras utilizadas entre los grandes bloques de piedra se habían resquebrajado y movido, causando que algunos de éstos también se agrietaran y perdieran estabilidad. Al ver esto, los albañiles se dieron cuenta de que el templo no tendría cimiento adecuado para apoyarse. Decidieron entonces quitar todas las pequeñas piedras y la argamasa y todos los bloques de piedra de arenisca hasta la primera hilera, reemplazándolos con bloques de dura piedra de granito. Esos bloques de granito se cortaron de forma tal que se ajustaban unos a otros sin necesidad de ponerles argamasa ni cascotes para nivelarlos y unirlos. Catorce años después de haber comenzado la construcción del templo, se terminaron los nuevos cimientos y los albañiles comenzaron a levantar las paredes.
Los enormes bloques de granito para construir el templo se cortaron en una cantera de un desfiladero, a treinta y cinco kilómetros del sitio del templo. Cada uno de los bloques de piedra pesaba varias toneladas y era necesario transportarlos en carretas tiradas por yuntas de bueyes. Algunas veces llevaba hasta cuatro días llevar un bloque de piedra desde la cantera hasta el sitio del templo. A menudo las carretas se rompían o las pesadas piedras se caían de ellas y se agrietaban o se rompían. Cuando en el año 1869 el ferrocarril llegó a Utah, se extendió un tramo de vía desde la cantera hasta el sitio del templo y con máquinas a vapor se pudieron transportar varios bloques en un mismo día; de esa forma, la construcción del templo se aceleró notablemente.
Una vez que los bloques llegaban al sitio del templo, picapedreros expertos le daban forma. A algunos bloques se les esculpían símbolos tales como el sol, la luna y las estrellas, como recordatorios de los importantes principios del Evangelio que se revelan en las ordenanzas del templo. El dar forma y esculpir cada uno de los bloques de piedra llevaba días y algunas veces hasta semanas. A los niños que vivían cerca del sitio del templo les gustaba jugar a las escondidas entre las enormes piedras que esperaban para ser colocadas en su lugar.
John Moyle fue uno de los albañiles que trabajó en la construcción del templo. Todos los lunes de mañana caminaba los treinta y cinco kilómetros que había desde su casa hasta el sitio del templo, trabajaba toda la semana y el viernes regresaba andando el mismo recorrido para cuidar de su granja. El hermano Moyle sufrió un accidente en el que perdió su pierna, pero hábilmente se hizo una pierna de madera y trató de andar con ella mientras que pudo soportar el dolor que le causaba. Una vez que lo logró, caminó con su pierna de madera hasta Salt Lake City para continuar trabajando en el templo. Él fue quien esculpió las palabras “Holiness to the Lord” (“Santidad al Señor”) sobre el lado este del templo.
Treinta y nueve años después de haberlo comenzado, se colocó la piedra de coronamiento (una piedra redonda en forma de bola que se halla sobre la cúspide de la aguja más alta). Cincuenta mil personas que se agolparon en la Manzana del Templo, y miles más que miraron desde las calles y edificios adyacentes, vieron cómo el presidente Wilford Woodruff, cuarto Presidente de la Iglesia, oprimió un interruptor eléctrico que hizo que la piedra de coronamiento descendiera hasta quedar en posición. Más tarde, ese mismo día, se colocó sobre esa piedra la estatua del ángel Moroni.
El interior del templo se terminó durante el transcurso del año siguiente con el trabajo de carpinteros, yeseros, pintores y otros artesanos habilidosos. Los techos y los enmaderados se decoraron con esculturas espléndidas. Los artistas que pintaron los hermosos murales sobre las paredes de los cuartos de las ordenanzas habían recibido su capacitación en Europa. Fue extraordinario que todo el interior del templo se terminara en un año.
El templo se dedicó en abril de 1893. La primera sesión de la dedicación se llevó a cabo el 6 de abril, exactamente sesenta y tres años después de haberse organizado la Iglesia y apenas poco más de cuarenta años del día en que se comenzó a construir. Era un día frío y tormentoso, soplaba un fuerte viento, llovía y nevaba; pero dentro del templo todo era paz y tranquilidad. El presidente Woodruff se arrodilló y dio la oración dedicatoria y, a continuación, como en todas las dedicaciones anteriores de los templos (véase las lecciones 26 y 35), la congregación efectuó la “Aclamación de Hosanna” y cantó “El Espíritu de Dios”.
Muchas personas que asistieron a los servicios dedicatorios vieron ángeles y escucharon cantos celestiales. El presidente Woodruff dijo más tarde: “Las Huestes Celestiales asistieron al primer servicio dedicatorio. Si se hubieran podido abrir los ojos de la congregación hubieran visto a José y Hyrum [Smith], a Brigham Young, a John Taylor y a todos los hombres buenos que han vivido en esta dispensación reunidos con nosotros, como así también [Isaías]… y todos los Santos Profetas y Apóstoles que profetizaron de la obra de los postreros días” (citado por LaRene Gaunt, “‘The Power of God Was with Us’”, pág. 29; véase la actividad complementaria Nº 1).
Los sagrados acontecimientos que ocurrieron durante la dedicación del Templo de Salt Lake ayudaron a la gente a sentir la presencia de Dios y a tener una gran reverencia por el templo y sus ordenanzas. Cuando en la actualidad vemos un templo, éste nos recuerda que nuestro Padre Celestial y Jesucristo viven y desean que vivamos con Ellos nuevamente.
Recuerde a los niños que para poder vivir nuevamente con el Padre Celestial, Jesucristo y nuestra familia en el grado más alto del reino celestial, debemos casarnos en el templo y guardar las promesas que hemos hecho allí (véase D. y C. 131:1–4).
Hable sobre los bloques de cimientos que puso a la vista durante la actividad para despertar el interés y señale el que dice “Vivir la ley de castidad”. Explique que la ley de castidad es uno de los principios que debemos cumplir para ser dignos de entrar en el templo. Esta parte de la lección explica lo que es la ley de castidad y por qué es importante vivirla.
Muestre la lámina de Adán y Eva. Pida a los niños que expliquen quiénes son esas personas y luego lea Moisés 2:27–28, o pida a uno de los niños que lo haga, hasta la parte que dice henchid la tierra.
• ¿Qué mandó hacer el Padre Celestial a Adán y a Eva después que ellos se casaron? (Es posible que tenga que explicar que “multiplicarse” y “henchir la tierra” quiere decir tener hijos.)
• ¿Por qué era importante que Adán y Eva tuvieran hijos?
Recuerde a los niños que una de las razones por las cuales hemos venido a la tierra es para recibir un cuerpo de carne y huesos. Explique que como parte del plan de nuestro Padre Celestial para nuestra felicidad, Él nos ha dado el privilegio de tener hijos y preparar cuerpos para que otros espíritus puedan recibirlos cuando vengan a la tierra. Parte del plan de felicidad de nuestro Padre Celestial es que los niños y las niñas crezcan, contraigan matrimonio en el templo y se conviertan en padres y madres.
Explique que, debido a que el poder de tener hijos es un privilegio tan sagrado, nuestro Padre Celestial ha dado instrucciones específicas relacionadas con el uso de ese poder. Esas instrucciones se llaman la ley de castidad, un mandamiento que nos indica que debemos permanecer sexualmente limpios y puros; lo cual significa que no debemos tener relaciones sexuales con nadie más que con nuestro marido o con nuestra esposa. La ley de castidad también indica que debemos ser puros en palabra, pensamiento y obra, o en otras palabras que no debemos decir, pensar ni hacer nada que demuestre falta de respeto por ese gran poder que nuestro Padre Celestial nos ha dado.
Diga a los niños que el Espíritu Santo puede ayudarnos a saber si nuestras acciones son correctas o no. Indique que si tienen preguntas específicas acerca de la ley de castidad, deben preguntar a sus padres o a otra persona adulta en la cual puedan confiar plenamente.
Trate de que los niños comprendan que vivir la ley de castidad es muy importante para nuestra felicidad por lo que Satanás nos tienta para que no la obedezcamos. A medida que los niños crezcan, serán tentados a quebrantar la ley de castidad; por tanto, si desde ahora deciden vivirla y edifican un firme cimiento de rectitud, podrán resistir mejor las tentaciones cuando llegue el momento.
Al preparar la lección, estudie las preguntas y los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación. Después, utilice las preguntas que usted considere que mejor ayudarán a los niños a comprender las Escrituras y a aplicar los principios a su vida. El leer los pasajes con los niños en clase ayudará a que entiendan mejor las Escrituras.
• ¿Cuáles fueron algunos de los problemas que enfrentaron los miembros mientras edificaban el Templo de Salt Lake? ¿Cómo creen que se sintieron cuando el templo finalmente se terminó? ¿Por qué son tan importantes los templos?
• ¿Qué tuvieron que hacer los albañiles para que el templo pudiera permanecer a través del Milenio, como deseaba Brigham Young? ¿Por qué fue necesario edificar el templo sobre un cimiento sólido? ¿Por qué es necesario edificar nuestra vida sobre un cimiento de rectitud? (Helamán 5:12.) ¿Cómo podemos edificar ese cimiento? (Véase las actividades complementarias Nº 2 y 3.)
• ¿Por qué es importante casarse en el templo? ¿Qué bendiciones prometió nuestro Padre Celestial a quienes contrajeran matrimonio en el templo y guardaran sus convenios? (D. y C. 131:1–4; 132:19–21.) Recuerde a los niños que las personas que se casen en el templo y guarden sus convenios vivirán en el grado más alto del reino celestial con nuestro Padre Celestial, con Jesucristo y con los miembros de su familia que hayan sido dignos.
• ¿Por cuánto tiempo permanecerán casadas las personas si se sellan en el templo y guardan sus convenios? (D. y C. 132:19; véase las actividades complementarias Nº 4 y 5.) Explique que esas personas estarán casadas por tiempo y eternidad, lo cual significa que estarán casados para siempre.
• ¿Por cuánto tiempo permanecerán casadas las personas si no se sellan en el templo? (Sólo hasta que mueran; véase D. y C. 132:15.) ¿Qué pasará con esas personas? (D. y C. 132:16.) Diga a los niños cuyas familias no se han sellado en el templo que no se desanimen; ellos pueden orar, ser un buen ejemplo y decir a sus padres la forma en que se sienten al pensar en ser sellados como familia. La oportunidad de ser sellados a sus padres puede todavía hacerse realidad.
• ¿Por qué es tan importante vivir la ley de castidad? Explique que una de las consecuencias de desobedecer la ley de castidad (y no arrepentirse) es la de no ser digno de entrar en el templo y participar de sus ordenanzas; y como consecuencia, no poder regresar a vivir con nuestro Padre Celestial y con Jesucristo en el reino celestial.
• Pida a uno de los niños que lea en voz alta Doctrina y Convenios 46:33. ¿Qué significa practicar la virtud y la santidad? Explique que practicar la virtud significa mantener nuestra mente y nuestro cuerpo limpios y puros. ¿Cómo podemos practicar continuamente la virtud? (Véase la actividad complementaria Nº 2.)
• ¿Por qué debemos evitar utilizar malas palabras y un lenguaje vulgar cuando hablamos? Explique a los niños que el lenguaje vulgar por lo general describe al cuerpo en forma irrespetuosa. Recuérdeles que la ley de castidad no sólo implica lo que hacemos, sino lo que pensamos y decimos. Nuestro Padre Celestial desea que hablemos con respeto de nuestro cuerpo y de sus funciones sagradas.
En cualquier momento de la lección o como repaso, resumen o cometido utilice una o más de las siguientes actividades:
Explique que el edificio del Templo de Salt Lake en Utah fue el cumplimiento de una profecía que Isaías hizo cientos de años antes del nacimiento de Jesucristo. Lea, o pida a un niño que lea, Isaías 2:2. Ponga de relieve que Salt Lake City está ubicada en las Montañas [collados] Wasatch en la parte oeste de los Estados Unidos.
Prepare tiras de cartulina o papel del mismo tamaño con las siguientes inscripciones:
Vestir con modestia.
Utilizar un lenguaje puro y limpio.
Mirar sólo películas, programas de televisión y videos sanos.
Mirar y leer sólo libros y revistas sanos.
Escuchar música edificantes
Mantener el cuerpo sagrado y puro.
Obedecer la Palabra de Sabiduría.
Tener pensamientos puros.
No salir en citas con jóvenes del sexo opuesto hasta no tener 16 años.
Elegir buenos amigos.
Dibuje en la pizarra un cimiento grande de piedra de forma irregular (hágalo lo suficientemente grande como para que quepan todas las tiras de cartulina) e intitúlelo Castidad (véase la ilustración). Pida a los niños que hagan de cuenta que son picapedreros y que deben dar forma a esa piedra para que encaje perfectamente y forme así un cimiento firme.
Entregue una tira de cartulina a cada uno de los niños y pídales que, de a uno, la lean en voz alta y luego la coloquen formando un rectángulo en el cimiento de piedra de forma irregular que usted ha dibujado en la pizarra. Es importante que los niños comprendan que a medida que ellos cumplen con los principios enumerados en las tiras de cartulina, están edificando un firme cimiento que les ayudará a vivir la ley de castidad.
Recuerde a los niños que la argamasa y las piedras que se utilizaron para hacer el primer cimiento que se construyó para el Templo de Salt Lake se resquebrajaron y movieron, haciendo que los grandes bloques de piedra de los cimientos también se resquebrajaran. Pida a los niños que piensen en hechos que podrían causar que su cimiento de castidad se resquebrajara, tal como utilizar un lenguaje vulgar, leer o mirar pornografía o vestir ropa inadecuada. Inste a los niños a evitar hacer todo eso.
Explique que el presidente Spencer W. Kimball, el duodécimo Presidente de la Iglesia, dijo que los jóvenes debían tomar, a temprana edad, decisiones que más tarde los llevaran a un matrimonio celestial. Lea la siguiente cita o pida a uno de los niños que lo haga:
“Las [decisiones] son de dos variedades: ‘Esto haré’ y ‘Esto no haré’… Desde sus primeros años, la juventud debía haber estado viviendo conforme a un plan… [Ellos deben trazar] un curso para su educación, una misión, la búsqueda de un novio o novia puros y limpios que sea su compañero o compañera por toda la vida, su matrimonio en el templo y su servicio en la Iglesia. Cuando se traza tal curso y se fija la meta, es más fácil resistir las muchas tentaciones y decir ‘no’ al primer cigarrillo; ‘no’ a la primera copa;… ‘no’ a… [las] prácticas inmorales” (El Milagro del Perdón, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1976, pág. 240; cursiva también en el original).
Pida a los niños que, tal como el presidente Kimball lo sugirió, se tracen metas que esperan cumplir en la vida, que les ayuden a ser dignos de casarse en el templo. Entrégueles una hoja de papel y un lápiz a cada uno y pídales que escriban Mi plan para casarme en el templo. Dígales que debajo de ese título escriban las palabras Esto haré: y Esto no haré:. Pídales que anoten debajo de cada título algunas cosas como, por ejemplo: “Esto haré: asistiré a la Iglesia todos los domingos, obedeceré a mis padres, tendré buenos amigos, viviré digno de poder entrar en el templo” o “Esto no haré: no escucharé música que aleje al Espíritu, no miraré programas de televisión ni películas inmorales, no diré malas palabras ni utilizaré un lenguaje vulgar”.
Es necesario que los niños comprendan que las decisiones que tomen en la vida determinarán la clase de persona que llegarán a ser. El ponerse la meta de casarse en el templo les ayudará a tomar buenas decisiones.
Explíqueles que el día que una persona se casa en el templo es uno de los más importantes de su vida.
¿Por qué va a ser tan importante ese día para ustedes? (Porque ese es un paso muy importante en el camino de regreso a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo con el fin de vivir con Ellos en el grado más alto del reino celestial.)
Si usted ha contraído matrimonio en el templo o se ha sellado en el templo después de su matrimonio, diga a los niños cómo se sintió ese día. Si es posible, muéstreles fotografías de su casamiento. Si todavía no se ha sellado en el templo, pida permiso a la presidenta de la Primaria para invitar a alguien que ya se haya sellado para que les hable a los niños al respecto.
Cuente el siguiente relato del presidente Heber J. Grant, séptimo presidente de la Iglesia:
Antes de que el Templo de Salt Lake se terminara, los miembros de la Iglesia que vivían en Salt Lake City tenían que viajar hasta el templo en Saint George, Utah, casi cuatrocientos cincuenta kilómetros, para efectuar las ordenanzas del templo. El presidente Grant relató lo siguiente:
“Hasta el día de mi muerte estaré agradecido de no haber prestado oído a algunos de mis amigos cuando, siendo un joven de veintiún años, me tomé el trabajo de viajar desde el Condado de Utah hasta Saint George para casarme en el templo… En aquella época, era un viaje largo y difícil, ya que había que transitar por caminos sin pavimentar y rutas inciertas; y llevaba varios días de camino.
“Muchos me aconsejaron que no hiciera el esfuerzo de viajar hasta Saint George para casarme. Le podía pedir al presidente de estaca o a mi obispo que nos casara y luego, una vez que el Templo de Salt Lake estuviera terminado, podía ir allí con mi esposa y mis hijos y sellarme a ella y sellar a nuestros hijos a nosotros por la eternidad.
“¿Por qué no les presté atención? Porque deseaba casarme por tiempo y eternidad, porque deseaba comenzar la vida en forma correcta. Con el correr del tiempo, tuve ocasión de alegrarme muchísimo por haber tomado la determinación de contraer matrimonio en el templo en esa época y no haber esperado a una fecha que pareciera más conveniente …
“Un día que asistí a la conferencia de una de las estacas, una de mis hijas [habló y] dijo: ‘Me siento muy agradecida al Señor por haber nacido de la manera correcta, nacido [bajo el] convenio, nacido de padres que estaban casados de la manera correcta y sellados en el Templo del Señor’.
“Los ojos se me llenaron de lágrimas, porque su madre había muerto antes de que el Templo de Salt Lake fuera terminado. Yo me sentí sumamente agradecido de no haber escuchado a mis amigos que habían tratado de persuadirme de no ir a casarme al Templo de Saint George. Me sentí muy agradecido de la inspiración y la determinación que tuve de comenzar correctamente la vida” (Gospel Standards, comp. G. Homer Durham [Salt Lake City: Improvement Era, 1941], págs. 359–360).
Ayude a los niños a aprender de memoria el decimotercer Artículo de Fe. Analice la forma en que éste se relaciona con la ley de castidad.
Canten o repitan la letra de una o más de las canciones: “El Señor me dio un templo” (Canciones para los niños, pág. 73), “Las familias pueden ser eternas” (Canciones para los niños, pág. 98), “Me encanta ver el templo” (Canciones para los niños, pág. 99), “Muestra valor” (Canciones para los niños, pág. 80), “El plan de Dios puedo seguir” (Canciones para los niños, pág. 86).
Testifique sobre la importancia que tiene el obedecer la ley de castidad y vivir dignos de entrar en el templo. Explique a los niños que si ellos permanecen dignos de entrar en el templo, encontrarán la verdadera felicidad y podrán vivir con nuestro Padre Celestial y con Jesús y con los miembros dignos de su familia, por la eternidad, en el grado más alto del reino celestial.
Sugiera que los niños estudien en casa Doctrina y Convenios 131:1–4 y 132:15–21 como repaso de esta lección.
Inste a los niños a hablar con la familia sobre una parte específica de la lección, tal como un relato, una pregunta o actividad, o que lean con ella la “Sugerencia de lectura”.
Pida a uno de los niños que ofrezca la última oración.
Primaria 5: Doctrina y Convenios y la Historia de la Iglesia, 1996
Que los niños se sientan inspirados a ser como los pioneros que integraban las caravanas de carros de mano y perseveren hasta el final con valentía.
Estudie, con oración, los relatos de los acontecimientos históricos que se dan en esta lección y Doctrina y Convenios 14:7; 24:8; 76:5; 121:7–8, 29. Después, estudie la lección y decida qué método empleará para enseñar a los niños los relatos y los acontecimientos históricos y de las Escrituras. (Véase “Cómo preparar las lecciones”, págs. VI–VIII y “La enseñanza de los acontecimientos históricos y de las Escrituras”, págs. VIII–X.)
Elija las preguntas para analizar y las actividades complementarias que promuevan la participación de los niños y que mejor los ayuden a alcanzar el objetivo de la lección.
Materiales necesarios:
Un ejemplar de Doctrina y Convenios para cada niño.
Un reloj que tenga segundero.
La lámina 5–21, La caravana de carretas de mano de Martin en Bitter Creek, estado de Wyoming, 1856 (Las bellas artes del Evangelio 414; 62554); la lámina 5–52, Tres jóvenes prestan auxilio a la caravana de carros de mano de Martin (Las bellas artes del Evangelio 415; 62606).
Pida a uno de los niños que ofrezca la primera oración.
Diga a los niños que le gustaría que participaran en dos actividades relacionadas con el tiempo. Pida a uno de ellos que se acerque al frente del salón y pídale que le diga, sin mirar un reloj, cuándo piensa que ya ha pasado un minuto. Dé al niño o niña una señal para que comience mientras usted mira el reloj que ha llevado para saber cuando haya pasado el minuto. Mientras éste pasa, hable con él y con los demás miembros de la clase para que le sea más difícil al niño concentrarse. Cuando el niño diga que ya ha pasado un minuto, diga a la clase cuánto tiempo ha pasado realmente.
Después pida a los niños que se pongan de pie y vean si pueden permanecer completamente quietos por un minuto, sin moverse para nada, como si fueran estatuas. Dé a los niños una señal para que comiencen y diga “basta” cuando haya pasado el minuto.
Indique que el paso del tiempo es muy difícil de predecir. Algunas veces nos parece que pasa muy rápido mientras que otras no termina de pasar nunca.
Explique que ninguno de nosotros sabe cuánto tiempo más permaneceremos en la tierra, pero que se nos ha mandado que perseveremos hasta el fin, no importa lo larga que sea nuestra vida. El perseverar hasta el fin significa vivir rectamente, arrepentirse cuando se haya cometido un error y no darnos jamás por vencidos, aun en los momentos más difíciles de nuestra vida. Si deseamos volver a vivir nuevamente con nuestro Padre Celestial y con Jesucristo, debemos perseverar hasta el fin con valentía. Explique que una persona valiente es fuerte, obediente y valerosa, que vive el Evangelio de Jesucristo con rectitud. Diga a los niños que en esta lección aprenderán acerca de algunos de los primeros miembros de la Iglesia, los cuales perseveraron valientemente hasta el fin de su vida.
Muchos miembros de la Iglesia fueron al Valle del Lago Salado en carromatos tirados por bueyes. Algunos de ellos compraron sus carromatos y provisiones con dinero que habían pedido prestado a la Iglesia. Después que llegaban al valle, trabajaban para pagar el dinero que habían pedido prestado, el cual se utilizaba para prestárselo a otros miembros para que ellos a su vez pudieran también hacer el viaje a través de las llanuras. A eso se le llamaba el Fondo perpetuo de emigración.
A pesar de que ese plan era muy bueno, algunas personas eran demasiado pobres para pagar todo el dinero que se les había prestado y había muchos miembros más que deseaban ir a establecerse al Valle del Lago Salado. Por ese motivo, los líderes de la Iglesia tuvieron que encontrar una forma que fuera más económica de trasladar a los miembros al valle. En 1855, el presidente Brigham Young escribió: “A medida que el tiempo transcurre, tenemos menos medios económicos para comprar carromatos y yuntas, por lo que he decidido volver a mi antiguo plan: hacer carros de mano y que la emigración se haga a pie… Ellos pueden llegar en el mismo tiempo, si no en menos, y resulta mucho más económico” (“Foreign Correspondence”, pág. 813). Se estimó que el utilizar carros de mano costaría una tercera parte o la mitad de lo que se gastaría usando carromatos.
Los carros de mano eran pequeñas carretas descubiertas arrastradas por personas en lugar de bueyes. Además de los carros de mano, cada una de las compañías llevaba una vaca o dos por cada diez personas y unos cuantos carromatos y yuntas de bueyes para llevar a las personas que no podían caminar. Los carros de mano tenían algunas ventajas sobre los carromatos; por ejemplo, algunas partes del camino eran difíciles para que los carromatos avanzaran por ellas, pero no ofrecían grandes dificultades para los carros de mano; además, debido a que éstos últimos eran más pequeños y livianos, los pioneros podían viajar más rápidamente; por último, no tenían tampoco que preocuparse de cuidar tantos animales. De todas formas, los carros de mano tenían también sus desventajas, ya que tenían poco espacio para los alimentos y demás provisiones y no ofrecían protección durante las tormentas.
Algunos de los miembros cruzaron el océano desde el continente europeo y fueron en ferrocarril hasta Iowa City, en el estado de Iowa, donde se les abasteció con carros de mano para el viaje a través de las llanuras. La primera compañía de carros de mano partió de Iowa City el 9 de junio de 1856.
Las compañías de carros de mano enfrentaron muchas tribulaciones. Un día, el niño Arthur Parker, de seis años de edad, que iba en la primera caravana de carros de mano, se sintió enfermo y se sentó a descansar. Los demás miembros de la caravana no se dieron cuenta de que se había quedado atrás hasta ya muy avanzado el día, cuando se detuvieron para acampar. Al ver que Arthur no estaba con ellos, comenzaron a buscarlo, pero después de dos días tuvieron que seguir el viaje. El padre del niño se quedó para seguir la búsqueda. Antes de partir, la madre le entregó una pañoleta roja para que lo envolviera en ella si lo encontraba muerto. Sin embargo, si por el contrario lo encontraba con vida, debía utilizarla para hacerles señas.
Por tres días la compañía veló y oró por Arthur mientras su padre lo buscaba. Al tercer día, Ann Parker, la mamá del pequeño, miró hacia atrás al camino que habían terminado de recorrer, y vio a su esposo que hacía señas con la pañoleta roja. La mamá de Arthur se sintió sumamente feliz de ver nuevamente a su hijo y esa noche al fin pudo dormir, por primera vez desde que habían descubierto que el niño se había perdido.
Las tres primeras compañías de carros de mano tuvieron algunas dificultades, pero aún así cruzaron las llanuras sin mayores problemas. No obstante, las dos compañías siguientes no fueron tan afortunadas (véase la actividad complementaria Nº 1). Los miembros de las compañías de mano de Willie y Martin llegaron de Inglaterra durante el verano y al llegar a Iowa City se encontraron con que no había carros de mano disponibles, por lo que tuvieron que esperar hasta que se construyeran algunos. Las compañías entonces partieron de Iowa City a finales de julio de 1856, pero los carros que llevaban habían sido construídos con madera verde y comenzaron a desarmarse a medida que la madera se secaba, causando con ello más tardanza aún. A todo eso se agregó el hecho de que algunos indios hostiles les robaron una gran parte del ganado. La tardanza en la partida y los numerosos retrasos causaron muchos problemas a las compañías de Willie y Martin, ya que las grandes tormentas invernales llegaron ese año mucho antes de lo acostumbrado. Con el fin de aligerar la carga que llevaban y poder así viajar con más rapidez, los miembros habían dejado atrás las prendas de ropa personales y de cama adicionales que tenían y no contaban por tanto con una protección adecuada contra las inclemencias del tiempo cuando llegaron las heladas. Las tormentas y los fríos intensos fueron la causa de muchas muertes. A las personas que fallecían se las enterraba en tumbas poco profundas a lo largo del camino.
Mientras el presidente Brigham Young se preparaba para la conferencia general de octubre de 1856, recibió un mensaje en el cual se le decía que las compañías de carros de mano de los hermanos Willie y Martin se encontraban en graves problemas. Durante la conferencia, se organizaron las partidas de socorro.
El hermano Ephraim K. Hanks volvía a Salt Lake City de un viaje de pesca que había hecho y en el camino se quedó a pasar la noche en casa de un amigo. Esa noche, mientras se encontraba acostado, pero aún despierto, oyó una voz que lo llamó por su nombre y le dijo: “La gente de la caravana de carros de mano tienen problemas y te necesitan; ¿irás a ayudarles?” El hermano Hanks le contestó: “Sí, iré si me llaman”. Este diálogo se repitió tres veces.
Cuando el presidente Brigham Young pidió voluntarios para ir a ayudar a las compañías de Willie y Martin a llegar a Salt Lake, algunos de los hermanos dijeron que estarían listos para partir dentro de unos días, pero Ephraim Hanks contestó: “¡Yo estoy listo ahora mismo!” Fue una de las primeras personas en alcanzar las caravanas de carros de mano. En el camino, se encontró con la peor tormenta de nieve que había visto en su vida. La nieve era tan profunda que le fue imposible mover la carreta a través de ella. Por consiguiente, dejó la carreta y siguió camino con dos caballos, uno de los cuales cargó con las provisiones. Esa noche, mientras se preparaba para pasar la noche, pensó cuánto le gustaría tener una piel de bisonte con la cual taparse y carne para la cena. Y el hermano Hanks oró y le pidió al Padre Celestial que le enviara un bisonte. Una vez que terminó la oración, levantó la vista y vio a uno cerca de donde estaba acampado y lo mató de un solo tiro. A la mañana siguiente mató otro más, cargó la carne en los caballos y siguió el viaje hacia el este.
Ephraim Hanks alcanzó la caravana de emigrantes de la compañía Martin cuando estaban acampando para pasar la noche. Cuando lo vieron llegar, se pusieron muy contentos y aún más al saber que les había llevado carne fresca. Uno de los hermanos de la compañía había profetizado que cuando se les terminaran las provisiones las personas que integraban la caravana se deleitarían con carne de bisonte. Ephraim Hanks ayudó a cumplir esa profecía y continuó haciéndolo al matar otro bisonte más durante el viaje.
Cuando la caravana de carros de mano de Martin llegó al río Sweetwater, la gente se encontraba sumamente débil y no encontraban la forma de cruzarlo en esas condiciones, ya que era demasiado profundo, ancho y muy frío. Todo lo que podían hacer era orar. Fue entonces que tres muchachos de dieciocho años, que integraban la partida de socorro, llegaron a rescatarlos. George W. Grant, David P. Kimball y C. Allen Huntington se metieron en el agua helada y comenzaron a acarrear gente a través del río. Hicieron muchos viajes de una orilla a la otra acarreando a casi toda la compañía. El haber estado expuestos al agua helada les causó graves problemas de salud y años más tarde los tres murieron como consecuencia de ello. Cuando el presidente Brigham Young se enteró de lo que habían hecho esos jóvenes, lloró y más tarde dijo que esa acción era suficiente para asegurar un lugar para ellos en el reino celestial.
Muchos miembros de la compañía de Willie y Martin murieron a consecuencia de las heladas tormentas y otros sufrieron congelación en las piernas y en los pies. Mary Goble pertenecía a la compañía de carros de mano de Martin. Una vez, cuando la caravana había pasado varios días sin beber agua fresca, sólo la que obtenían derritiendo nieve, la madre de Mary que se encontraba enferma le pidió que fuera a traerle un poco de agua fresca de un manantial que había a varias millas de distancia. Mary se puso en camino con otra de las hermanas de la compañía, pero mientras se dirigían al manantial encontraron a un anciano en la nieve. El pobre hombre estaba casi congelado. Ellas sabían que si no le ayudaban muy pronto moriría. Decidieron por tanto que Mary seguiría sola a buscar el agua mientras que su compañera volvía al campamento en busca de ayuda.
Cuando Mary se encontró sola, comenzó a preocuparse pensando que podía encontrarse con indios hostiles y mientras trataba de asegurarse de que no había ninguno por los alrededores, se perdió y empezó a vagar por varias horas de un lado a otro con la nieve hasta las rodillas. Cuando la partida de socorro que salió a buscarla la encontró, era ya casi medianoche. Una vez en el campamento trataron de calentarle las piernas y los pies que tenía congelados, frotándoselos con nieve y sumergiéndolos en un balde con agua. Fue realmente doloroso para Mary pero finalmente recobró las piernas y los pies, aun cuando perdió los dedos de los pies.
La madre de Mary murió el día que llegaron a Salt Lake y, al día siguiente, el presidente Brigham Young y un doctor visitaron a Mary. Ella escribió lo siguiente: “Cuando el hermano Young entró nos estrechó la mano a todos y al ver en la condición que nos encontrábamos, con los pies congelados y nuestra madre muerta, las lágrimas rodaron por sus mejillas”. El doctor tuvo que amputarle a Mary los dedos de los pies, pero el presidente Brigham Young le prometió que el resto de sus pies se curarían. Sin embargo, con el correr de los días, en lugar de mejorar empeoraron y el doctor le dijo que tendría que cortar los pies a la altura de los tobillos. Mary se negó, ella recordaba muy bien lo que el profeta le había prometido. Una enfermera iba todos los días a su casa a curárselos y al cabo de varios meses se encontró con el doctor que le dijo: “Y Mary, supongo que para este entonces tendrás gangrena hasta las rodillas”. Cuando Mary le respondió que los pies ya se le habían curado, él no le creyó. Ella entonces se sacó las medias y se los mostró. El doctor tuvo que admitir que había sido un milagro que sus pies se hubiesen curado. (Véase “Mary Goble Pay”, págs. 144–145.)
Debido a las demoras inesperadas y a otras circunstancias lamentables, más de doscientas personas integrantes de las compañías de carros de mano de Willie y Martin murieron antes de llegar al Valle del Lago Salado. Ninguna de las compañías que fueron al valle antes o después de esas sufrieron tantas adversidades.
Varios años después que la caravana de Martin hizo el viaje a Salt Lake City, un maestro que conducía una clase de la Iglesia dijo que era absurdo que esa compañía hubiera cruzado las planicies en la época en que lo hicieron. El maestro criticó a los líderes de la Iglesia por haber permitido que una caravana hiciera ese viaje sin más abastecimiento y protección que la que ellos llevaron.
Un anciano que había permanecido sentado en el salón escuchó por algunos momentos y después habló pidiendo que pararan las críticas. Dijo: “¿Que fue un error enviar la caravana tan tarde, en aquella época del año? Sí. Mi esposa y yo estábamos allí, y junto con los demás sufrimos más de lo que vosotros podéis imaginaros; muchos murieron de frío y hambre, pero, ¿habéis oído alguna vez a algún sobreviviente de esa caravana pronunciar una palabra de crítica? Ningún miembro de esa compañía apostató ni abandonó la Iglesia, porque todos veníamos con el conocimiento absoluto de que Dios vive, porque por medio de nuestras penurias llegamos a familiarizarnos con Él.
“Tiré de mi carro aún estando débil y fatigado a causa de las enfermedades y la falta de comida, cuando ya casi ni podía caminar. Miraba hacia adelante, hacia una duna de arena o una colina y me decía: Hasta allí sólo podré llegar; con esta carga, me será imposible llegar al otro lado. “Mas seguía caminando, y al llegar a la cima, sentía que el carro me empujaba; muchas veces miré hacia atrás para ver si alguien en verdad lo hacía, pero mis ojos no veían a nadie; entonces sabía que los ángeles de Dios estaban allí.
“¿Me arrepentí alguna vez de haber hecho eso? No. Ni en ese entonces, ni ahora, ni lo haré jamás durante el resto de mi vida. El precio que pagamos para llegar a conocer a Dios fue un privilegio, y estoy agradecido por haber tenido la oportunidad de venir en aquella caravana de carros de mano [de Martin]” (citado en James E. Faust, “El fuego purificador”, Liahona, agosto de 1979, págs. 75–76; cursiva en el original).
Al preparar la lección, estudie las preguntas y los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación. Después, utilice las preguntas que usted considere que mejor ayudarán a los niños a comprender las Escrituras y a aplicar los principios a su vida. El leer los pasajes en clase con los niños hará que éstos entiendan mejor las Escrituras.
• ¿Cuáles eran las ventajas de utilizar carros de mano para atravesar las planicies? Al viajar de esa forma, ¿qué sería para ustedes lo más difícil? ¿Por qué estuvieron los miembros de la Iglesia dispuestos a caminar todo el camino a través de las llanuras?
• ¿Cómo podemos imitar el ejemplo de Ephraim Hanks cuando se nos pida hacer algo verdaderamente difícil? ¿Cómo podemos prestar servicio a nuestra familia y amigos? ¿Qué hará Dios por quienes le sirvan en rectitud? (D. y C. 76:5.)
• ¿Qué acto de valentía llevaron a cabo los tres jóvenes de dieciocho años para ayudar a la caravana de carros de mano de Martin? ¿Por qué piensan que lo hicieron? ¿Cuál dijo Brigham Young que sería la recompensa que recibirían esos jóvenes por su acción tan desinteresada?
• ¿Qué hizo Mary Goble que demostró la fe que ella tenía? ¿Qué consuelo da el Señor a quienes sufren adversidades? (D. y C. 121:7–8.) ¿Qué clases de adversidades enfrentan ustedes? Explique que el tener fe en Jesucristo y vivir el Evangelio les ayudará a estar preparados para cualquier cosa que surja en su vida.
• ¿Por qué pensó el anciano hermano que había sido un privilegio haber estado en la compañía de carros de mano de Martin? ¿Quién le ayudó a empujar su carro? ¿Quién nos ayudará durante nuestras aflicciones si somos fieles y pacientes? (D. y C. 24:8.)
• ¿Qué creen que hubiera sido lo más difícil de soportar si hubieran estado en las caravanas de carros de mano de Willie o de Martin? ¿Qué prometió el Señor a todos los que perseveraron valientemente hasta el fin? (D. y C. 14:7; 121:29.)
• ¿Cuáles fueron algunas de las personas que perseveraron valientemente? ¿Cuáles de las características que poseían les ayudó a ser tan valientes? ¿Qué características que demuestran valentía les gustaría tener? ¿Qué pueden hacer para obtener y mantener esas características? (Véase la actividad complementaria Nº 2.)
En cualquier momento de la lección o como repaso, resumen o cometido utilice una o más de las siguientes actividades:
Haga una copia del mapa del “Viaje con carro de mano” que se encuentra al final de la lección. Lleve a la clase un objeto pequeño o un trozo de papel de color para que sirva de marcador.
Muestre el mapa a los niños y explíqueles que ilustra algunas de las penurias y sufrimientos que pasaron las compañías de carros de mano de Willie y Martin. Después, hágales las siguientes preguntas (si lo desea, puede hacer todas las preguntas al final de la lección como repaso o entregar a cada uno de los niños una pregunta que debe ser contestada durante la lección a medida que usted hace el relato correspondiente). Coloque el marcador sobre el mapa y muévalo un paso adelante cada vez que uno de los niños conteste correctamente una pregunta. Si fuera necesario, repita algunas de las preguntas hasta que los niños lleguen al lugar en el mapa donde se encuentra el Valle del Lago Salado (Salt Lake).
¿Por qué esos pioneros utilizaron carros de mano en lugar de carromatos arrastrados por yuntas de bueyes? (Los carros de mano eran más baratos y con ellos se podía viajar con más rapidez que con los carromatos.)
¿Cuáles eran algunas de las desventajas de utilizar carros de mano? (Las personas tenían que tirar de ellos y no tenían espacio suficiente para colocar muchas provisiones; además, no ofrecían ningún resguardo para protegerse de las tormentas.)
¿Qué debía hacer el hermano Parker si encontraba a su hijo con vida? (Tenía que hacer señales con una pañoleta roja.)
¿Cuáles fueron las causas que retrasaron a las compañías de Willie y Martin? (La gente que las componía llegó de Inglaterra ya muy avanzado el verano; tuvieron que esperar que se construyeran sus carros de mano; indios hostiles les robaron algunos de sus animales; sus carros de mano se rompieron; las tormentas invernales llegaron más temprano que de costumbre.)
¿Cómo cruzaron el río Sweetwater los hermanos que integraban la compañía de Martin? (Tres jóvenes de dieciocho años los trasladaron de una orilla a la otra.)
¿Cómo supo Ephraim Hanks que las compañías de carros de mano estaban en peligro? (Escuchó una voz que se lo dijo tres veces.)
¿Qué le respondió Ephraim a la voz que escuchó? (Le respondió, “Sí, iré si me llaman”.)
¿Por qué se perdió Mary Goble? (Mientras se encontraba en busca de agua para su madre, comenzó a pensar en los indios y mientras se aseguraba de que no había ninguno por los alrededores se perdió en la nieve.)
¿Qué le prometió Brigham Young a Mary acerca de sus pies? (Le dijo que sus pies sanarían y que no tendrían que cortárselos totalmente.)
¿Quiénes dijo el hermano anciano que habían empujado su carro cuando a él le faltaron las fuerzas? (Los ángeles de Dios.)
¿Qué características de valentía les gustaría tener?
Pida a los niños que piensen acerca de palabras que describan a alguien valiente. Escriba las respuestas de los niños en la pizarra (podrían ser palabras como las siguientes: valeroso, arrojado, intrépido, obediente, cariñoso, bueno, leal, fuerte, fiel, honrado, desinteresado, paciente, recto, emprendedor, humilde, amable, resuelto.
Explique a los niños que ellos son muy valientes en muchos sentidos y que usted quiere que ellos descubran cómo muchas de esas palabras que describen a un valiente forman parte de su nombre. Para demostrar cómo pueden hacerlo, pídales que le ayuden con el nombre de una persona valiente, sobre la cual aprendieron hoy durante la lección.
Escriba Mary Goble en forma vertical en la pizarra y pida a los niños que estudien las palabras escritas en la pizarra y vean cuáles tienen una letra que forme también parte del nombre de Mary Goble, tal como el ejemplo que se da a continuación:
Entregue una hoja de papel y un lápiz a cada uno de los niños y pídales que escriban su nombre en forma vertical y luego coloquen algunas de las palabras escritas en la pizarra en sus nombres, [como en el ejemplo anterior] (si lo desean, pueden utilizar otras palabras relacionadas que a ellos se les ocurra). Inste a los niños a lograr que esas características de valentía no solamente formen parte de sus nombres sino también de sus vidas.
Antes de comenzar la clase, escriba los siguientes nombres en diferentes hojas de papel y péguelos con cinta engomada debajo del asiento de algunas sillas del aula:
Hermano Parker
Los tres jóvenes de dieciocho años (George, David y C. Allen).
Ephraim Hanks
Mary Goble
El anciano pionero en una clase de la Iglesia
Al final de la lección, pida a los niños que miren debajo de los asientos de sus sillas y vean si hay un papel pegado con un nombre escrito. Pida a los niños que encontraron un nombre que digan algo acerca de esa persona (o personas) que demuestre una característica de valentía y de perseverancia.
Ayude a los niños a aprender de memoria Doctrina y Convenios 14:7.
Canten o repitan la letra de la canción “Voy a ser valiente” (Canciones para los niños, pág. 85). Pida a los niños que describan una forma en la cual pueden ser valientes durante la semana entrante.
Canten o repitan la letra de las canciones “Niños pioneros” (Canciones para los niños, pág. 137) o “Canto sobre los carros de mano” (Canciones para los niños, pág. 136).
Testifique que el vivir valientemente el Evangelio todos los días de nuestra vida nos ayudará a volver a la presencia de nuestro Padre Celestial y Jesucristo después de esta vida.
Inste a los niños a hablar con la familia sobre una parte específica de la lección, tal como un relato, una pregunta o actividad, o que lean con ella la “Sugerencia de lectura”.
Pida a uno de los niños que ofrezca la última oración.
Primaria 5: Doctrina y Convenios y la Historia de la Iglesia, 1996
Que los niños sientan el deseo de compartir el Evangelio y desarrollar las habilidades que necesitan para ser buenos misioneros.
Estudie, con oración, Doctrina y Convenios 4, 14 y 133:37; el relato histórico que se encuentra en esta lección; Doctrina y Convenios 11:7, 9, 20–22, y Doctrina y Convenios 32. Después, estudie la lección y decida qué método empleará para enseñar a los niños los relatos de los acontecimientos históricos y de las Escrituras. (Véase “Cómo preparar las lecciones”, págs. 00–00, y “La enseñanza de los acontecimientos históricos y de las Escrituras”, págs. 00–00.)
Lectura complementaria: Doctrina y Convenios 12.
Elija las preguntas para analizar y las actividades complementarias que mejor promuevan la participación de los niños y los ayuden a alcanzar el objetivo de la lección.
Recorte de alguna revista o periódico unas veinte o treinta fotos pequeñas de personas, o prepare veinte o treinta trozos pequeños de papel y escriba un nombre en cada uno, utilizando los nombres de los niños de la clase y algunos otros nombres comunes.
Materiales necesarios:
Un ejemplar de Doctrina y Convenios para cada niño.
La lámina 5–1, El profeta José Smith (Las bellas artes del Evangelio 401; 62002) o 5–2, José Smith (Las bellas artes del Evangelio 400; 62449); la lámina 5–21, Misioneros en camino a Independence, Misuri.
Pida a un niño que ofrezca la primera oración.
Disperse las fotos o los papeles con los nombres en el salón de clase. Pida la ayuda de un voluntario para que cuando usted diga “ya”, recoja tanta “gente” (recortes de las fotos o los trozos de papel) como sea posible en un determinado período (unos cinco segundos, o el tiempo que les lleve a los demás niños contar lentamente hasta cinco). Cuente el número de personas que el niño pudo juntar.
Pregunte a los niños si piensan que podrían haber juntado más gente si el niño hubiera tenido ayuda. Disperse los recortes o papeles por el salón de clase una vez más y pida la ayuda de otro voluntario. Haga que entre los dos niños recojan tanta gente como les sea posible durante un espacio de tiempo igual al anterior. Cuente el número de personas que los niños pudieron juntar.
• ¿Cuántas personas juntó un niño solo? ¿Cuántas personas recogieron entre los dos?
• ¿Cuántas personas creen que se podrían haber juntado si toda la clase hubiera cooperado?
Muestre la lámina de José Smith.
Explique que, después que se imprimió el Libro de Mormón y que se organizó la Iglesia, nuestro Padre Celestial y Jesucristo deseaban que todas las personas escucharan el Evangelio y tuvieran la oportunidad de ser miembros de la Iglesia.
Ayude a los niños a buscar Doctrina y Convenios 133:37, y pida a un niño que lo lea en voz alta. Explique que este versículo forma parte de una revelación dada a José Smith en 1831, el año siguiente a la organización de la Iglesia.
• ¿A quién se le debe predicar el Evangelio?
• ¿Cuánto tiempo piensan que le tomaría a una sola persona enseñar el Evangelio a todos los habitantes de la tierra?
Explique que José Smith sabía que le sería imposible enseñar el Evangelio a todas las personas estando solo y que necesitaría ayuda. De la misma forma en que dos niños pudieron recoger más recortes (o trozos de papel) que uno solo, si más miembros de la Iglesia trabajaban para compartir el Evangelio, lograrían enseñar a más personas que si José Smith lo hacía solo.
Explique que el Señor llama misioneros para ayudar a predicar el Evangelio. Enseñe a los niños algunas de las características y responsabilidades que tienen los misioneros, tal como se describe en Doctrina y Convenios 4 y 14. Explique que, a pesar de que estas revelaciones se dieron originalmente a ciertas personas en particular (José Smith, padre, y David Whitmer, respectivamente), la información que contienen se aplica a todas las personas que deseen dar a conocer el Evangelio y participar en la edificación del reino de nuestro Padre Celestial.
Luego, enseñe a los niños sobre algunas de las experiencias que tuvieron los primeros misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tal como se relatan en los siguientes acontecimientos históricos.
Samuel Smith era uno de los hermanos menores de José Smith. Después de José Smith y Oliver Cowdery, él fue el primero en bautizarse, uno de los seis miembros originales de la Iglesia y uno de los ocho testigos. Poco después de la organización de la Iglesia, Samuel Smith se convirtió en el primer misionero. Samuel, que tenía veintidós años de edad, tomó varios ejemplares del Libro de Mormón y salió a predicar el Evangelio a pie.
El primer día caminó más de cuarenta kilómetros, deteniéndose en muchas casas para hablar de la Iglesia verdadera con la gente, pero lo trataron mal y le dijeron que no querían escucharlo. Al anochecer paró en una posada y trató de venderle un ejemplar del Libro de Mormón al dueño. Cuando éste escuchó que el libro había sido traducido de planchas de oro, le gritó: “¡Mentiroso!, vete de mi casa!” (citado en Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith, pág. 169). Samuel se sintió muy triste y desanimado y tuvo que dormir debajo de un árbol esa noche.
Al día siguiente, llegó a la casa de un pastor metodista llamado John P. Greene. El señor Greene no quiso comprarle el libro pero le dijo que trataría de encontrar gente que quisiera hacerlo. Samuel le dejó algunos para que los vendiera, pero cuando volvió a las pocas semanas, encontró que no había vendido ninguno. Entonces se sintió inspirado a regalarle un libro a la señora Greene y pedirle que orara para saber si era verdadero. Ella y su esposo lo leyeron y se convirtieron. Anteriormente, Samuel Smith le había vendido un libro al hermano de la señora Rhoda Greene, Phineas Young. Él también lo leyó, creyó lo que decía y le dio su ejemplar a su hermano menor, Brigham Young, quién también creyó lo que decía. Brigham Young siguió prestando el libro, y con el tiempo llegó a las manos de Heber C. Kimball. Durante dos años, esas personas y sus familias se convirtieron a la Iglesia, y todo gracias al Libro de Mormón y a los esfuerzos misionales de Samuel Smith (véase la actividad complementaria Nº 4). Más adelante, esos hermanos se convirtieron en líderes en la Iglesia.
La sección 11 de Doctrina y Convenios contiene una revelación que se dio por medio de José Smith a su hermano Hyrum. En esa revelación se le dijo a Hyrum Smith que buscara sabiduría, que predicara el arrepentimiento y que estudiara el Evangelio (véase D. y C. 11:7, 9, 20–22).
Un anochecer, cuando el hermano Hyrum llevaba el ganado de vuelta al corral, un hombre se le acercó y le preguntó dónde podría encontrar al señor José Smith, el traductor del Libro de Mormón. Hyrum le dijo que José vivía a unos ciento sesenta kilómetros de allí, pero que él era su hermano y lo invitó a pasar a su casa. El hombre se llamaba Parley P. Pratt y era predicador de otra iglesia. Le dijo a Hyrum que había conseguido un ejemplar del Libro de Mormón y que se había quedado despierto toda la noche, leyéndolo. Parley P. Pratt había leído todo el Libro de Mormón en una semana y sabía que era verdadero, y quería saber más de la Iglesia. Hyrum pasó toda la noche enseñándole el Evangelio y testificándole. Unos días después, Parley P. Pratt y Hyrum Smith caminaron unos cuarenta kilómetros para que Oliver Cowdery bautizara al hermano Pratt. Luego, el hermano Pratt fue a visitar a sus familiares y poco después su hermano, Orson Pratt, se bautizó. Tanto Parley P. Pratt como Orson Pratt fueron líderes de la Iglesia.
Unos seis meses después de la organización de la Iglesia, cuatro hombres, Oliver Cowdery, Parley P. Pratt, Peter Whitmer, hijo y Ziba Peterson, fueron llamados a predicar el Evangelio a los indios norteamericanos que vivían cerca del límite con Misuri (véase D. y C. 32). Estos misioneros caminaron más de dos mil kilómetros durante sus misiones.
Primero visitaron a los indígenas de la reserva Cattaraugus, cerca de Buffalo, Nueva York, y luego atravesaron el estado de Ohio, donde Parley P. Pratt había sido predicador. Fueron a visitar a Sidney Rigdon, otro predicador a quien Parley había conocido en Kirtland, Ohio. Parley P. Pratt le habló del Evangelio a Sidney Rigdon, éste leyó el Libro de Mormón y se convirtió a la Iglesia. Parley P. Pratt y Sidney Rigdon enseñaron el Evangelio a los miembros de sus congregaciones y los bautizaron a casi todos. La rama de Kirtland muy pronto se convirtió en una de las más fuertes y más tarde en la sede de la cabecera de la Iglesia.
Los misioneros se fueron de Kirtland en pleno invierno y viajaron en medio del hielo y la nieve a otras tribus indígenas (muestre la lámina de los misioneros). Luego se unió a ellos Frederick G. Williams, un nuevo converso que venía de Kirtland.
Los misioneros llegaron a Independence, Misuri, en febrero. Tres de ellos siguieron el viaje hacia el oeste con el fin de visitar a los indígenas de Delaware. El líder de estos indígenas, el cacique Anderson, reunió a todos los caciques de su pueblo y Oliver Cowdery les habló del Libro de Mormón. El cacique Anderson estaba agradecido porque los misioneros habían viajado tanto para hablarles del Libro de Mormón y deseaba que su gente también escuchara porque era un registro de sus antepasados, los lamanitas. Los misioneros de otras iglesias se pusieron celosos y le pidieron al gobierno que no permitiera que los misioneros Santos de los Últimos Días fueran a los territorios indígenas. Los élderes se vieron obligados a abandonar la tribu del cacique Anderson y volvieron a Independence para enseñar a los colonizadores del lugar.
Estos cinco misioneros abrieron el camino hacia el oeste para la Iglesia, y en poco tiempo, la zona de Independence, Misuri, se convirtió en otro sitio de reunión para los miembros de la Iglesia.
Al preparar la lección, estudie las preguntas y los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación. Después, utilice las preguntas que usted considere que mejor ayudarán a los niños a comprender las Escrituras y a aplicar los principios a su vida. El leer los pasajes con los niños en la clase hará que entiendan mejor las Escrituras.
• ¿Cómo describió el Señor la restauración del Evangelio en las revelaciones registradas en Doctrina y Convenios 4:1 y 14:1? ¿Por qué es la restauración del Evangelio “una obra maravillosa y un prodigio”?
• ¿Qué instrucciones dio el Señor en Doctrina y Convenios 4:2 para quienes deseen servir a Dios? ¿Qué significa servir con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza? ¿De qué forma pueden ustedes servir a Dios? ¿Qué nos promete el Señor si le servimos con valor? (D. y C. 4:2; 14:3.)
• ¿Qué características debe tener un siervo de Dios? (D. y C. 4:5–6.) ¿En qué forma mostraron los primeros misioneros esas características al predicar el Evangelio? ¿En qué forma muestran esas características los misioneros en la actualidad? ¿Cómo podemos nosotros desarrollar esas características?
• ¿Por qué piensan que el amor es una cualidad tan importante en un misionero? ¿Qué sienten ustedes cuando saben que alguien los ama? ¿En qué forma demostramos amor por nuestro Padre Celestial y por Jesucristo al prestar servicio misional?
• ¿Qué les dijo el Señor a Hyrum Smith y a David Whitmer que debían hacer para ser buenos siervos? (D. y C. 11:20; 14:5–6.) ¿Son estas instrucciones válidas también para nosotros? ¿Por qué es importante que obedezcamos los mandamientos? ¿Qué quiere decir “si… perseveras hasta el fin”? (Permanecer fieles durante toda nuestra vida; véase D. y C. 14:7.) ¿Qué gran bendición recibiremos si somos fieles y guardamos los mandamientos? (D. y C. 14:7–8.)
• Haga destacar que Hyrum Smith no estaba sirviendo una misión oficial cuando le enseñó el Evangelio a Parley P. Pratt. ¿Cómo pueden ustedes dar a conocer ahora el Evangelio a los demás? (Las respuestas podrían ser hablar con las demás personas acerca de la Iglesia, invitar a la gente a las reuniones de la Iglesia y dar un buen ejemplo por medio de nuestro buen comportamiento.)
En cualquier momento de la lección o como repaso, resumen o cometido, utilice una o más de las siguientes actividades:
Haga una lista en la pizarra de los atributos que se mencionan en Doctrina y Convenios 4:5–6, escribiendo la primera letra y dejando el número adecuado de espacios en blanco (por ejemplo, E _ _ _ _ _ _ _ _ para esperanza). Para hacer la actividad más interesante, enumere los atributos en un orden diferente al que se encuentra en el pasaje de las Escrituras.
Pida a un niño que lea en voz alta Doctrina y Convenios 4:5–6 para el resto de la clase. Luego, pida a los niños que se turnen para completar los espacios en blanco. Cuando hayan completado la lista, analicen el significado de las palabras que no conozcan.
Pida a los niños que den sugerencias de las cosas que podemos hacer para desarrollar esos atributos y resuma sus ideas en la pizarra. Analicen la forma en que estos atributos los conducirán a ser buenos misioneros.
Después de contar el relato de Samuel Smith, pida a los niños que lo dramaticen usando sus propias palabras. Entrégueles unas etiquetas con el nombre para que se sepa a quién representan en el relato. Utilice un ejemplar del Libro de Mormón para demostrar la forma en que un ejemplar del libro pasó de persona a persona y todos se convirtieron con sus familias.
Pregunte a los niños si han oído la expresión “andar la segunda milla”. Pida a un niño que lea en voz alta Mateo 5:41 después que usted dé la siguiente explicación:
La gente que vivía en la Tierra Santa, en la época en que Jesucristo estaba en la tierra, era gobernada por los romanos. Una ley permitía que un soldado romano que iba pasando exigiera que un civil (alguien que no es soldado) le cargara su equipaje una milla (kilómetro y medio). En el Sermón del Monte, Cristo le dijo a sus discípulos que debían estar dispuestos a cargar el equipaje una segunda milla, aunque los soldados no se lo podían exigir. La primera milla era un requisito, pero la segunda era un servicio amable y generoso que ellos podían rendir. (Véase Bruce R. McConkie, Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos. [Salt Lake City: Bookcraft, 1965–73], 1:228–29.)
Explique que cuando servimos a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza, a menudo se nos hace necesario “andar la segunda milla”. Prepare algunos ejemplos que ayuden a los niños a comprender la diferencia que existe entre hacer las cosas que se espera de nosotros y hacer lo que se consideraría “andar la segunda milla”. Escriba estos ejemplos en hojas separadas de papel y entregue una a cada niño para que lo lea en voz alta y lo analice con el resto de los niños. Utilice los siguientes ejemplos o prepare otros que se apliquen mejor a las edades y situaciones particulares de los niños de su clase:
Después de limpiar el jardín, te das cuenta de que el jardín de tu vecino no está limpio.
Te piden que cuides a tu hermanita por un rato.
Tu hermano, con quien compartes el cuarto, se fue temprano a una actividad; cuando te despiertas y arreglas tu cama ves que la cama de tu hermano no está hecha.
Tu mamá te pide que guardes tus zapatos y ves que el abrigo de tu hermana está sobre la silla.
Si lo desea, les puede dar lápices y papel para que escriban algo que les gustaría hacer en casa durante la semana para “andar la segunda milla”. Pídales que comenten con sus familias lo que escribieron y que coloquen la hoja de papel en un lugar visible para que les recuerde lo que planearon hacer.
Arregle una hilera de fichas de dominó (u otro artículo semejante, como bloquecitos de madera, cajitas o libros pequeños) a poca distancia una de la otra, de manera que si una se cae, haga caer a la siguiente. Cuando vaya a empujar la primera ficha, diga a los niños que observen la reacción en cadena que se producirá y pídales que presten atención al efecto que tiene una sola pieza de dominó sobre las demás. Explique que nosotros también tenemos la capacidad de afectar la vida de las demás personas en una reacción en cadena. Al dar a conocer el Evangelio, aun cuando sea a una sola persona, a veces logramos influir la vida de muchas más. (Si lo desea, recuerde a los niños que Samuel Smith le vendió un libro a Phineas Young, quien se lo dio a su hermano, Brigham Young, quien a la vez se lo dio a alguien más. El acto sencillo de Samuel Smith de vender un Libro de Mormón afectó en forma positiva la vida de muchas personas.)
Explique que al desarrollar las cualidades y atributos que menciona D. y C. 4, podemos ser ejemplos para muchas personas y hacerlas sentirse interesadas en la Iglesia. Analice con los niños la forma en que pueden ser buenos ejemplos para que las demás personas deseen saber más de la Iglesia.
Pida a los niños que relaten ejemplos de personas que conozcan (tales como los líderes de la Iglesia, miembros de la familia o misioneros) que sirvan a Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerza. Es importante que los niños comprendan que debemos prestar servicio a los demás y obedecer los mandamientos con la misma dedicación, esmero y esfuerzo.
Ayude a los niños a aprender de memoria Doctrina y Convenios 14:7 o Doctrina y Convenios 4:2.
Canten o repitan la letra de las dos estrofas de “Espero ser llamado a una misión” (Canciones para los niños, pág. 91).
Exprese su gratitud por el esfuerzo y el ejemplo de los misioneros de la Iglesia. Aliente a los niños a esforzarse para desarrollar los atributos que necesitan para servir a los demás.
Sugiera a los niños que estudien en casa Doctrina y Convenios 4, como repaso de esta lección.
Inste a los niños a hablar con la familia sobre una parte específica de la lección, tal como un relato, una pregunta o actividad, o que lean con ella la “Sugerencia de lectura” que tienen para estudiar en casa.
Pida a uno de los niños que ofrezca la última oración.