Portada » Español » ¿ El personaje chaqueta negra es real?
Ramón Gómez de la Serna defiende un arte vanguardista (incoherente y fragmentado). Su arte deriva en la invención de la greguería (mecanismo lingüístico de máxima condensación expresiva que consiste en mezclar la metáfora con el humor): “El rayo es una especie de sacacorchos encolerizado). Las greguerías serán la base de su novela vanguardista, donde juega con realidad y fantasía, la inverosimilitud y la incongruencia y con la sintaxis: La viuda blanca y negra, El incongruente, El caballero del hongo gris y su mejor novela, El hombre perfecto. Su estilo es tan particular que se habla del Ramonismo como una especie de estilo o movimiento de vanguardia español.
A lo largo de los primeros años del Siglo XX se desarrollaron varios movimientos artísticos que tenían como principal objetivo la renovación del arte de una manera radical (tanto en pintura, como en música, escultura, literatura, etc.). Su carácterística más destacada fue su total oposición a todas las corrientes, no solo a las del pasado, sino también a las vigentes entonces. 4 Estos movimientos (algunos de los cuales coincidieron en el tiempo) se sucedieron de manera vertiginosa y reciben el nombre de vanguardias. Son, entre otros, el Futurismo, el Cubismo, el Expresionismo, Dadaísmo, el Creacionismo, el Ultraísmo, el Surrealismo, etc. Todos intentaron romper con la estética de su tiempo y crear otra nueva, basada en la experimentación. Se los conoce también con el nombre de ismos: • El Futurismo cantaba a la civilización mecánica y técnica, con una total libertad, tanto en el tratamiento de los temas como en la forma de expresarlos. Movimiento artístico fundado por Marinetti y ligado a la dictadura italiana de Mussolini. Según el Futurismo, “un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia”. • El Cubismo distorsionaba la realidad mediante imágenes descompuestas y fragmentadas geométricamente. Un ejemplo del Cubismo literario son los Caligramas de Apollinaire. · El Expresionismo, de origen alemán, proyecta la subjetividad del artista para captar la esencia espiritual de la realidad y expresa su visión atormentada y exagerada a través de formas que experimentan con la acumulación de elementos medievales, barrocos y ROMánticos. El expresionismo influye parcialmente en el esperpento de Valle-Inclán. Es muy conocida la película expresionista Nosferatu: Una sinfonía del horror (1922), dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau. • El Dadaísmo, creado por Tristan Tzara, se opónía totalmente a la lógica y a todo tipo de convencionalismos, tanto estéticos como sociales. Hasta se opónía al sentido común. Pretendía crear un lenguaje incoherente, ingenuo, contradictorio como el balbuceo de un bebé (dadá). Preparó el camino al Surrealismo. • El movimiento inaugurado por Huidobro (hispanoamericano y español) llamado Creacionismo pretendía crear realidades nuevas mediante la utilización de imágenes insólitas, especiales disposiciones tipográficas, etc. Crear un mundo ajeno a la realidad. Su manifiesto es Non serviam. “No cantéis a la rosa, hacedla florecer en el poema” dice Vicente Huidobro. Se propugna una independencia total con respecto al mundo real, el autor crea su propio mundo. Obra fundamental: Altazor. • El Ultraísmo combinaba elementos futuristas y dadaístas: exaltaba la técnica, el deporte; dispónía los versos de forma especial para conseguir efectos visuales, eliminaba la puntuación etc. Fue un movimiento muy fugaz. Es un movimiento vanguardista español, al igual que el creacionismo. Lo crea Guillermo de la Torre. • El Surrealismo, iniciado por André Bretón, pretendía liberar al ser humano y su capacidad creadora de las convenciones tanto sociales como morales, incluso de la razón. Los surrealistas opinaban que la creación se origina en el subconsciente, allí donde residen los impulsos reprimidos (siguiendo las teorías de Sigmund Freud). Se debe, por tanto, estudiar el mundo onírico, el mundo de los sueños, porque es en los sueños donde surgen esas represiones del subconsciente. Consideraban, además, que esa libertad debía darse también en el lenguaje: en la expresión, en la sintaxis, en el uso de metáforas e imágenes inesperadas o insólitas, etc., junto con la escritura automática, carente de reflexión, de tal manera que un escrito surrealista puede no ser comprendido, pero puede producir fuertes emociones en los lectores. El Surrealismo fue el movimiento vanguardista más aceptado por los artistas españoles, incluidos los escritores. Influyó en casi todos los poetas de la Generación del 27, aunque no admitieron de manera muy estricta las directrices del Surrealismo europeo: no practicaron la escritura automática ni explotaron de manera rigurosa la creación inconsciente.
En 1949, con el estreno de Historia de una escalera, comienza no sólo la obra dramática de Buero Vallejo, sino el nuevo drama español, fundado en a) la necesidad insoslayable del compromiso con la realidad inmediata. B) en la voluntad de inquietar y remover la conciencia española. Se han distinguido en la obra de Buero tres etapas sucesivas, que van presentando una complejidad progresiva. Primera etapa: En un principio nos hallamos ante un dramaturgo que escribe un teatro tradicional y existencial en esencia. Se trata de obras basadas en el Realismo, la verosimilitud, con un espacio escénico que es reproducción de lugares reales o que podrían tener realidad; los caracteres, bien perfilados a través del diálogo, revelarán los conflictos que encarnan los personajes. De este período se destaca siempre Historia de una escalera obra con la que Buero Vallejo ganó el premio Lope de Vega en 1949, tres años después de salir de la cárcel tras serle conmutada la pena de muerte. Esta obra plantea el problema de la imposibilidad, para las clases humildes, de realizar sus ideales de mejoramiento material, a la vez por falta de voluntad y por las circunstancias que les rodean. El signo, tanto escénico como dramático, de esas circunstancias es la escalera de una casa de vecinos por donde diariamente, a lo largo de 30 años, han subido y bajado fres generaciones, sin poder escapar efectivamente de ella. El comienzo del ciclo -cerrado ya para los padres, vuelve a darse en los hijos. ¿Fracasarán éstos como sus padres, o podrán liberarse de la escalera? Esa es la pregunta final del drama, la interrogación que el dramaturgo deja, no en el aire, sino puesta de pie en la conciencia del espectador, asociado así activamente con el destino final de los personajes. Antes había escrito su primera obra, En la ardiente oscuridad, que no se estrenó hasta 1950 y en la que aparece por primera vez uno de sus temas favoritos, la ceguera como símbolo de las limitaciones humanas. La mayor originalidad de Buero no consiste ni en lo estilístico ni en lo temático sino en la creación de una nueva relación activa entre drama y espectador, el cual, sale del teatro, pero no del drama, con un nuevo compromiso consigo mismo. Segunda etapa Tras una década de estrenos Buero da un giro notable a su obra, iniciado en 1958 con Un soñador para un pueblo, recreación de un episodio histórico del Siglo XVIII, el motín de Esquilache. Es el momento del teatro histórico y social, que tiene como tema central el destino del pueblo en una sociedad injusta, y al que pertenecen también Las Meninas, protagonizada por el pintor Velázquez, y El concierto de San Ovidio y que podría incluso acoger El tragaluz, obra histórica al revés, que en lugar de observar el pasado desde la actualidad, contempla nuestro tiempo desde el futuro, o, lo que es lo mismo, El tragaluz está presentado como si fuese una obra 2 histórica para los «investigadores» de un siglo por venir. La doble historia del doctor Valmy y El tragaluz, ambas de 1967, son sin duda las obras más narrativas de Buero y, aunque podrían incluirse en este grupo, son más bien el tránsito necesario hacia la tercera y última etapa. La construcción es semejante en las dos obras, basadas en la presencia de unos personajes intermediarios entre la historia y el público, que actúan a modo de narradores. Las rupturas espaciales y temporales del período histórico se siguen manteniendo. Tercera etapa: Las últimas producciones de Buero Vallejo, que forman su tercer período, se caracterizan todas ellas por la experimentación formal y el empleo del llamado efecto de inmersión. Esto se consigue al disponer la estructura de tal modo que el espectador no vea la realidad, sino la versión que de ella tiene un determinado personaje. El sueño de la razón (1970), que retoma un tema histórico, hace vivir al público la enajenada sordera de Goya, de tal forma que, cuando el pintor está en escena, sólo se oye lo que él oye (su voz y sus alucinaciones), mientras que, cuando él desaparece, recobramos la audición normal de todos los personajes. Algo semejante ocurre en La fundación y La detonación. De este modo el espectador ha de identificarse con los personajes, porque desde la escena se le impone el modo en que ellos ven las cosas. A diferencia del Valmy o El tragaluz, en que determinados individuos nos contaban una historia, ahora vemos esa historia sin intermediarios que la narren, a través de seres deformes o tarados. Los últimos estrenos de Buero tocan temas como la corrupción política, la mala conciencia y las diversas formas de tortura que padece el hombre.
Este escritor madrileño, que comenzó su trayectoria teatral en grupos universitarios independientes, formó en 1950 el Teatro de Agitación Social con el que pretendía la renovación formal del teatro español y la denuncia social. En 1953 estrenó en Madrid la obra Escuadra hacia la muerte, que fue retirada y prohibida tras la tercera representación. En ella, unos soldados cumplen una misión suicida en una supuesta Tercera Guerra Mundial. El conflicto central es la decisión de unos soldados de matar al sargento que los tiraniza, hecho que los conduce a una situación sin salida. La obra reflejaba la oposición a un sistema totalitario que sometía a decisiones arbitrarias y planteaba el conflicto lorquiano entre autoridad y libertad. Alfonso Sastre tiene una larga producción teatral que apenas se representó por problemas con la censura o porque no fue entendida por el público o por la crítica. Otras obras importantes son La sangre y la ceniza, escrita en 1965, pero que no se estrenó hasta 1976, en la que se escenifican los últimos acontecimientos vividos por Miguel Servet, personaje histórico que se enfrentó a la Inquisición y murió en la hoguera por no renegar de su descubrimiento de la doble circulación de la sangre; y La taberna fantástica (escrita en 1966 y estrenada en 1985) con la que ganó el Premio Nacional de Teatro. El teatro de Sastre no solamente es renovador en los temas sino también en las técnicas teatrales, sus tragedias complejas incorporan un humor negro y profundo y constituyen una forma de evolución del esperpento de Valle-lnclán y presentan unos héroes irrisorios, humanos y contradictorios. Alfonso Sastre es autor, además, de escritos teóricos en los que defiende su concepción del teatro como arte social que sirve para agitar las conciencias
Es considerado unánimemente como un genio creador, independiente e insobornable en cuanto a su estética y fe en su obra, obra resultado de una continua evolución en los diversos géneros que tocó desde sus piezas modernistas hasta sus «esperpentos» de los años veinte y treinta; una evolución durante la cual Valle experimentó con todo lo que la lengua ponía en sus manos, avanzando por senderos desconocidos en su época. OBRA Dramática. DEL Modernismo AL «ESPERPENTO» a. Los inicios: dramas decadentistas. Corresponden al género del «teatro poético» modernista, de tema histórico, tono heroico e ideología tradicionalista: El marqués de Bradomín. B. Ciclo mítico: lo componen los Dramas de ambiente galaico: – Crea un mundo mítico e intemporal. – Personajes violentos y amorales- – Convivencia de lo sobrenatural, lo misterioso y la muerte. – Obras: Las comedias bárbaras , trilogía que agrupa Águila de blasón , Romance de lobos y Cara de plata. Termina con Divinas palabras, obra en la que algunos críticos ven una parábola de la minoría de Alfonso XIII. C. Ciclo de la farsa: grupo de comedias que presentan un continuo contraste entre lo sentimental y lo grotesco desmitificando así la sociedad tradicional. Sus personajes, de la farándula, anuncian la llegada del esperpento. Los personajes comienzan a ser tratados como peleles, como marionetas (al igual que, en otro sentido, sucederá en sus «esperpentos»). Obras: La marquesa Rosalinda, Farsa y licencia de la reina castiza (sátira del reinado de Isabel II), La cabeza del dragón. D. Ciclo del esperpento La realidad que Valle presenta de modo caricaturesco va dejando sitio a una visión progresivamente más profunda y a una crítica de alcance universal, resultado del inconformismo del autor con la sociedad que lo rodea y que quedará definida mediante el esperpento. El «esperpento» es una técnica literaria -Valle también la empleará en sus novelas de la última época que consiste en una deformación sistemática de la realidad en forma caricaturesca para poner de manifiesto las contradicciones existentes entre las conductas de la sociedad y los valores que esta supuestamente postula. En esta técnica, como forma de expresión se escoge lo grotesco. Así podemos observar que se produce un proceso de inadecuación, de tal modo que lo trágico queda a la altura de lo humano o incluso por debajo; el autor desprecia el comportamiento pretendidamiente heroico y trágico de sus personajes obligándolos a descender a lo grotesco. Formalmente utiliza recursos como: los contrastes violentos; la renuncia consciente a la verosimilitud; la personifcación de las cosas y la animalización y cosificación (muñequización) de los seres humanos; el sarcasmo; y la deformación idiomática con el empleo de códigos lingüísticos variados, desde el más elevado a la jerga barriobajera, que no se corresponden con la condición social y cultural del personaje que los utiliza. La degradación del esperpento afecta tanto a ambientes como a personajes. En cuanto los ambientes, los escenarios dominantes son tabernas, burdeles, antros de juego, interiores miserables, calles inseguras del Madrid nocturno. En cuanto a los personajes, por sus obras desfilan borrachos, prostitutas, pícaros, artistas fracasados y bohemios. Esta sistemática deformación de la realidad consagra lo grotesco como forma de expresión y funciona como un mordaz instrumento de desenmascaramiento de la realidad social y política española. Con el nombre de esperpentos denominó Valle Inclán cuatro de sus obras: Luces de bohemia (1920), Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927), estas tres últimas publicadas juntas bajo el título de Martes de carnaval, en 1930. El ejército español es el centro de la crítica de esta trilogía en la que también se parodian algunos temas del teatro español, como el honor calderoniano, o el mito de don Juan Tenorio.
Lorca, que durante la República dirigíó el grupo de teatro “La Barraca”, que pretendía acercar el teatro clásico español al público popular del campo español, es el creador de un verdadero teatro poético en el que junto a la palabra cobran importancia otros componentes como la música, la danza y la escenografía. Escribíó obras en prosa y en verso, pero incluso en las primeras utiliza un lenguaje intensamente lírico, cargado de connotaciones y de recursos literarios. En su teatro como en su poesía podemos distinguir varias etapas: Primeros dramas y farsas. Los primeros dramas escritos en verso están influidos por el Modernismo y entre ellos destaca Mariana Pineda (1923) sobre la heroína de Granada ajusticiada en el reinado de Fernando VII por bordar una bandera liberal. En las farsas desarrolla el conflicto derivado del matrimonio de conveniencia entre un viejo y una joven; las más logradas son La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín. En la primera, la protagonista encarna la ilusión insatisfecha; en la segunda, Perlimplín pretende imponer a Belisa su visión sobre la realidad por medio de la imaginación. Comedias «imposibles». Compuestas en los años treinta, son dos obras en las que se nota la influencia del Surrealismo, con imágenes y símbolos extraños, que no se pusieron en escena hasta las décadas finales del siglo. En El Público se desarrollan los temas de la homosexualidad, la personalidad y el teatro. La obra dramatiza el proceso mental del Director de escena, dedicado al teatro convencional y que ha intentado reprimir su homosexualidad. El conflicto se sitúa en un mundo onírico y con múltiples personajes simbólicos. Así que pasen cinco años desarrolla el tema del paso del tiempo y su desaprovechamiento por el ser humano. Plantea que el único modo de prolongar el deseo es aplazando el amor y se centra en el drama existencial de un joven que lleva esperando cinco años para casarse. La «Trilogía dramática de la tierra española». Compuesta por tres tragedias que se desarrollan en un ambiente rural en el que las fuerzas naturales imponen un destino trágico. En estos dramas, el argumento tiene escasa importancia, hay pocos personajes principales e intervienen coros. En ella se desarrolla uno de los temas favoritos de Lorca que es la frustración y la insatisfacción que nace del choque entre dos fuerzas o principios: la libertad y la autoridad o formulado de otro modo, el enfrentamiento entre el deseo y la realidad que se resuelve siempre de manera trágica. Bodas de sangre (1932) dramatiza el poder de la pasión y del sexo, el deseo de plenitud erótica y vital al que se oponen la sociedad y el destino. En la obra, inspirada en un suceso real, la huida de una novia con su amante el mismo día de su boda, la fuerza de los instintos conduce a un final trágico. Lorca incluye las figuras alegóricas de la Luna y la Mendiga (la muerte) que conducen al Novio abandonado y Leonardo, el antiguo novio, a su destino fatal. Los dos personajes alegóricos, el coro de leñadores y el simbolismo de la escenografía y del lenguaje producen un progresivo alejamiento de la realidad, Yerma (1934) es una obra en la que la esterilidad se presenta como una maldición para la protagonista, Yerma, que termina matando a su marido Juan cuando al final de la obra descubre que él no quiere hijos. En esta obra no aparecen elementos alegóricos, pero sí un coro de lavanderas que comenta la acción y unas canciones de Yerma que marcan el recorrido emocional de la protagonista. La casa de Bernarda Alba (1936) también está inspirada en un suceso real. En esta obra, Bernarda, la madre, encarna el principio de autoridad que dicta años de luto para sus hijas a la muerte del padre, y Adela, la hija menor, que mantiene relaciones ocultas con Pepe el Romano, el prometido de su hermana Angustias, representa el principio de libertad. Al descubrir la relación de su hija Adela, Bernarda dispara contra Pepe, y al creerlo muerto, Adela se suicida. La acción transcurre en un espacio hermético, la casa de Bernarda y queda enmarcada por la primera y la última intervención de este personaje que repite la simbólica palabra «Silencio». Ella todo lo impone, su orden es la única verdad y no puede ser discutido. Al final de la obra dictaminará: «La hija menor de Bernarda Alba ha muerto virgen».
Se pueden considerar tres etapas en la Generación del 27:
Primera etapa (1918-1929) En este primer periodo se pueden considerar tres tendencias poéticas:
1.Poesía vanguardista. Reciben la influencia de las primeras vanguardias, en especial del Futurismo, el creacionismo y el ultraísmo, tanto en los temas como en las formas: la importancia de la ciudad y de la vida moderna (los inventos, los deportes, el cine); la experimentación poética (en especial, el interés por la imagen y el caligrama, la supresión de la rima y la puntuación). A esta tendencia pertenecen Imagen de Gerardo Diego, Cal y canto de Rafael Alberti y algunos poemas de los primeros libros de Pedro Salinas.
2.Poesía pura. A partir de 1926 muchos de ellos se alejan del Vanguardismo y buscan una poesía pura, siguiendo a Juan Ramón Jiménez, que rechaza el sentimentalismo y lo anecdótico, tiende a la sobriedad y al nominalismo y en la que predomina la yuxtaposición y los enunciados cortos y se utiliza una versificación regular: décimas, sonetos, liras. A esta tendencia pertenecen Cántico de Jorge Guillén; Presagios, Seguro azar y Fábula y signo de Pedro Salinas y Perfil del aire de Luis Cernuda.
3.Neopopularismo. Algunos poetas crearon una poesía influida por la lírica tradicional de los cancioneros y los romanceros medievales y por la poesía de tipo popular de Lope de Vega. Se trata, por lo general de textos breves, marcados por la subjetividad, con tono coloquial, abundancia de repeticiones, uso de estribillos y métrica tradicional (canciones y romances). Pertenecen a esta corriente Marinero en tierra y La amante de Rafael Alberti, Poema del cante jondo y Romancero gitano de Federico García Lorca y Romancero de la novia de Gerardo Diego. En estas dos últimas etapas van a influir también el lenguaje brillante y las metáforas de Luis de Góngora.
Segunda etapa (1929-1939) También en esta etapa podemos distinguir tres corrientes o tendencias poéticas:
1. Poesía surrealista. El Surrealismo era un movimiento de vanguardia relacionado con dos corrientes de pensamiento que buscaban la liberación del ser humano: la teoría del psicoanálisis de Freud y el marxismo. El interés por lo humano de los escritores del 27 hace que se acerquen a este movimiento de vanguardia del que incorporan temas, motivos y recursos formales, entre los que hay que destacar la crítica a la sociedad y a sus convencionalismos, el deseo de liberación (personal, social y literaria) y la libertad expresiva, recurriendo a técnicas como la escritura automática y el versículo. En esta corriente se encuadran La destrucción o el amor de Vicente Aleixandre, Sobre los ángeles de Rafael Alberti, Los placeres prohibidos de Luis Cernuda y Poeta en Nueva York de Federico García Lorca.
2. El Neorromanticismo. La influencia de Bécquer aparece en algunos poemarios amorosos del grupo como La voz a ti debida o Razón de amor de Pedro Salinas y Donde habite el olvido de Luis Cernuda.
3. Poesía social y política. Refleja el compromiso político de algunos autores con la causa republicana, como El poeta en la calle o Entre el clavel y la espada de Rafael Alberti.
Tercera etapa (a partir de 1939) La Guerra Civil supone la dispersión de los miembros de la generación: García Lorca muere fusilado por los sublevados al comienzo de la contienda y la mayoría de los poetas del grupo parte al exilio donde continuarán su obra literaria. Durante la guerra algunos autores del 27 escribirán poesía comprometida en defensa de la causa republicana contribuyendo a la creación de un cancionero y romancero de guerra. Al término del conflicto solo permanecerán en España Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Los poetas que se exilian continuarán escribiendo una poesía rehumanizada en la que abordan los grandes problemas del hombre y de la humanidad, critican el régimen político dictatorial implantado en España, denuncian el materialismo del mundo moderno y muestran el dolor del desarraigo y la nostalgia por la patria perdida. Así, por ejemplo, Pedro Salinas incluye en uno de sus últimos libros, Todo más claro, el célebre poema “Cero”, una soberbia protesta contra la utilización de la bomba atómica, y Rafael Alberti expresa su nostalgia de España y la amarga experiencia del exilio en su libro Retornos de lo vivo lejano (1952). Entre los autores que permanecen en España, Gerardo Diego vuelve a escribir una poesía clasicista, con metros y estrofas o poemas como el soneto y con temas como el amor, la religión, la familia o el paisaje en clara sintonía con los nuevos poetas pertenecientes a la corriente de poesía arraigada. Por el contrario, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre muestran su profundo desarraigo, su visión desesperanzada y su angustia existencial en dos libros importantísimos para la poesía de posguera de los años cuarenta: Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra del paraíso de Aleixandre, libros que pertenecen a la corriente de la poesía desarraigada de los años cuarenta.
Catedrático de Literatura de la Universidad de Sevilla, se inicia tardíamente en las letras. El exilio lo lleva a ejercer la docencia en diversas universidades americanas. Su producción de finales de los años 20 se sitúa en la órbita de las vanguardias y sobre todo del Futurismo: Presagios (1924), Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931). Su auténtica voz poética hay que buscarla en tres libros de madurez con carácterísticas de la poesía pura: La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento. Salinas se nos muestra como un extraordinario poeta erótico. En todos estos poemarios se expresa una experiencia amorosa, erótica y vital. A los amantes, despojados de anécdotas y circunstancias, los designa siempre con los pronombres «tú» y «yo», sin rasgos que los identifiquen al margen de su propia esencia. La fugacidad de la dicha suscita reflexiones melancólicas y angustiosas, sobre todo en el tercer libro que incluye la separación, el abandono y el recuerdo de la uníón rota. Es una poesía reducida al puro concepto, sin adornos, no sensitiva sino intelectual, de lenguaje sencillo y escueto. En armónía con esa estética, Salinas prefiere el verso corto y prescinde casi siempre de la rima. Ya en el exilio, el poeta sale de su intimidad, para reflexionar sobre los problemas de los hombres de su tiempo en una actitud solidaria: El contemplado (1946) y Todo más claro. En este último libro se incluye el célebre poema “Cero”, que protesta contra la amenaza atómica. El último de sus libros, Confianza (1955) se publicó tras su muerte Salinas fue también un estimable crítico literario y ensayista de gran cultura y sensibilidad. A ello hay que añadir 14 piezas teatrales en las que lo real se mezcla con lo fantástico y sobrenatural
Afiliado al partido comunista y defensor de la república, cuando terminó la guerra, tuvo que exiliarse. Estuvo primero en París y luego en Argentina y Roma. Regresó tras la muerte de Franco y fue elegido diputado por el PCE. Obtuvo el Cervantes en 1983. El propio Alberti recogíó de sus experiencias vitales en La arboleda perdida.
Los rasgos de su personalidad poética son la agilidad, la expresividad, el sentido del ritmo y la gracia. Comienza su trayectoria en el campo de la poesía neopopular. Se da a conocer cuando en 1925 obtiene el premio nacional de literatura, compartido con Gerardo Diego, con Marinero en tierra. Expresa la nostalgia que siente en Madrid de su mar gaditano. Son poemas sencillos, cortos, con el tono y el ritmo propios de la lírica tradicional. En la misma línea se sitúan La amante (1925), que recoge los recuerdos de un viaje por tierras de Castilla, y El alba del alhelí (1927).
Alberti se deja seducir por el arte de Góngora. Empieza a escribir una poesía barroca, de compleja elaboración, influida también por las Vanguardias: Cal y canto (1929). Coincidiendo con la crisis personal a que hemos aludido, elige el Surrealismo y el verso libre como forma de expresión de esas tensiones que lo atormentan en Sobre los ángeles (1929). A través de estos espíritus simboliza la lucha que se da en el interior del hombre entre las fuerzas del bien y del mal. Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929), en homenaje a los grandes cómicos del cine mudo, muestra la vertiente lúdica y disparatada del Surrealismo. Empieza luego a escribir una poesía política comprometida, concebida como arma de combate. Abandona las oscuridades estilísticas para volver a su primitiva sencillez. Títulos fundamentales son El poeta en la calle, escrito entre 1931 y 1935, De un momento a otro
La experiencia amarga del exilio conforma muchas de sus creaciones, como Entre el clavel y la espada (1941). Canta su dolor y el de su patria. El mejor libro de esta serie es Retornos de lo vivo lejano (1952), de carácter evocativo. Alberti cultivó también el arte dramático. Esta parcela de su producción merece ser tenida en cuenta por el aliento renovador que la anima y por el continuado esfuerzo de creación a lo largo de tantos años: El adefesio (1944), Noche de guerra en el Museo del Prado (1956)…
Ramón Gómez de la Serna defiende un arte vanguardista (incoherente y fragmentado). Su arte deriva en la invención de la greguería (mecanismo lingüístico de máxima condensación expresiva que consiste en mezclar la metáfora con el humor): “El rayo es una especie de sacacorchos encolerizado). Las greguerías serán la base de su novela vanguardista, donde juega con realidad y fantasía, la inverosimilitud y la incongruencia y con la sintaxis: La viuda blanca y negra, El incongruente, El caballero del hongo gris y su mejor novela, El hombre perfecto. Su estilo es tan particular que se habla del Ramonismo como una especie de estilo o movimiento de vanguardia español.
A lo largo de los primeros años del Siglo XX se desarrollaron varios movimientos artísticos que tenían como principal objetivo la renovación del arte de una manera radical (tanto en pintura, como en música, escultura, literatura, etc.). Su carácterística más destacada fue su total oposición a todas las corrientes, no solo a las del pasado, sino también a las vigentes entonces. 4 Estos movimientos (algunos de los cuales coincidieron en el tiempo) se sucedieron de manera vertiginosa y reciben el nombre de vanguardias. Son, entre otros, el Futurismo, el Cubismo, el Expresionismo, Dadaísmo, el Creacionismo, el Ultraísmo, el Surrealismo, etc. Todos intentaron romper con la estética de su tiempo y crear otra nueva, basada en la experimentación. Se los conoce también con el nombre de ismos:
• El Futurismo cantaba a la civilización mecánica y técnica, con una total libertad, tanto en el tratamiento de los temas como en la forma de expresarlos. Movimiento artístico fundado por Marinetti y ligado a la dictadura italiana de Mussolini. Según el Futurismo, “un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia”.
• El Cubismo distorsionaba la realidad mediante imágenes descompuestas y fragmentadas geométricamente. Un ejemplo del Cubismo literario son los Caligramas de Apollinaire.
· El Expresionismo, de origen alemán, proyecta la subjetividad del artista para captar la esencia espiritual de la realidad y expresa su visión atormentada y exagerada a través de formas que experimentan con la acumulación de elementos medievales, barrocos y ROMánticos. El expresionismo influye parcialmente en el esperpento de Valle-Inclán. Es muy conocida la película expresionista Nosferatu: Una sinfonía del horror (1922), dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau.
• El Dadaísmo, creado por Tristan Tzara, se opónía totalmente a la lógica y a todo tipo de convencionalismos, tanto estéticos como sociales. Hasta se opónía al sentido común. Pretendía crear un lenguaje incoherente, ingenuo, contradictorio como el balbuceo de un bebé (dadá). Preparó el camino al Surrealismo.
• El movimiento inaugurado por Huidobro (hispanoamericano y español) llamado Creacionismo pretendía crear realidades nuevas mediante la utilización de imágenes insólitas, especiales disposiciones tipográficas, etc. Crear un mundo ajeno a la realidad. Su manifiesto es Non serviam. “No cantéis a la rosa, hacedla florecer en el poema” dice Vicente Huidobro. Se propugna una independencia total con respecto al mundo real, el autor crea su propio mundo. Obra fundamental: Altazor.
• El Ultraísmo combinaba elementos futuristas y dadaístas: exaltaba la técnica, el deporte; dispónía los versos de forma especial para conseguir efectos visuales, eliminaba la puntuación etc. Fue un movimiento muy fugaz. Es un movimiento vanguardista español, al igual que el creacionismo. Lo crea Guillermo de la Torre.
• El Surrealismo, iniciado por André Bretón, pretendía liberar al ser humano y su capacidad creadora de las convenciones tanto sociales como morales, incluso de la razón. Los surrealistas opinaban que la creación se origina en el subconsciente, allí donde residen los impulsos reprimidos (siguiendo las teorías de Sigmund Freud). Se debe, por tanto, estudiar el mundo onírico, el mundo de los sueños, porque es en los sueños donde surgen esas represiones del subconsciente. Consideraban, además, que esa libertad debía darse también en el lenguaje: en la expresión, en la sintaxis, en el uso de metáforas e imágenes inesperadas o insólitas, etc., junto con la escritura automática, carente de reflexión, de tal manera que un escrito surrealista puede no ser comprendido, pero puede producir fuertes emociones en los lectores. El Surrealismo fue el movimiento vanguardista más aceptado por los artistas españoles, incluidos los escritores. Influyó en casi todos los poetas de la Generación del 27, aunque no admitieron de manera muy estricta las directrices del Surrealismo europeo: no practicaron la escritura automática ni explotaron de manera rigurosa la creación inconsciente.