Portada » Historia » Causas del fracaso del sexenio democrático
Su primer presidente, Estanislao Figueras, formó un gobierno apoyado en dos grandes fuerzas políticas, los republicanos y los radicales, que pronto disentirán respecto al modelo de República que defendían, los radicales unitaria, en tanto que los republicanos preferían la convocatoria de elecciones para una Asamblea Constituyente que debería optar por la fórmula unitaria o por la federal.
En una España alborotada, alterada por el conflicto carlista y por graves disturbios provocados por los campesinos andaluces -sucesos de Montilla-, los reivindicativos obreros internacionalistas o por el intento de proclamación en Barcelona del Estado Catalán, las medidas gubernamentales no resultaron demasiado efectivas, a pesar del carácter populista de algunas de ellas, como la supresión de las quintas o la creación de los «Voluntarios de la República».
El aplastante triunfo de los republicanos federalistas, con un altísimo porcentaje de los sufragios emitidos, quedó empañado por la altísima abstención provocada por la no participación en los comicios de radicales, constitucionalistas, carlistas y alfonsinos.
La división del Parlamento entre federalistas, unitarios, liderados por Castelar, e intransigentes -con Orense y Barcia a la cabeza y mucho más radicales que los primeros- provocó que no se aprobaran numerosos proyectos legislativos, entre ellos el texto constitucional redactado por Castelar que establecía una República Federal compuesta por diecisiete Estados más varios territorios de ultramar, consagraba la separación entre la Iglesia y el Estado prohibiendo la subvención estatal a cualquier confesión religiosa e introducía el denominado poder de relación, que correspondía al Presidente de la República.
Su llamamiento encontró sus primeros ecos en ciudades como Cartagena o Sevilla, a las que pronto acompañaron otras muchas poblaciones que se declararon Estados independientes, hasta convertir el cantonalismo en una expresión radicalizada tanto del federalismo como del obrerismo.
También fue complicada la gestión del ejecutivo por la conflictividad social y el agravamiento del conflicto carlista, generalizado en el País Vasco, Cataluña y el Maestrazgo y complicado con las campañas victoriosas del general Dorregaray y el establecimiento en Estella del pretendiente Carlos VII en el mes de Agosto, ciudad desde la que dirigiría en las semanas siguientes una serie de acciones victoriosas, como la batalla de Montejurra.